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El sol y el calor veraniego no te salvarán de la COVID 19

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México

Que las altas temperaturas del verano en el hemisferio norte del planeta podrían favorecer un freno a la pandemia de COVID-19 ha sido una hipótesis revisada desde los primeros meses de este 2020; con base en el comportamiento de otras enfermedades respiratorias que tienen menor ocurrencia en periodos calurosos.

Ese planteamiento ha estado acompañado de poner expectativas en los rayos solares como parte del combate a la enfermedad. Así lo exponen algunos medios periodísticos con encabezados similares a este: “¡Hay esperanza! Según estudio, los rayos solares podrían matar rápidamente el Covid-19”

La idea está lejos de ser descabellada si consideramos que la radiación solar se compone de una amplia gama de tipos de energía dentro de los cuales se encuentra la luz ultravioleta (UV-A, UV-B y UV-C); existe evidencia de que los rayos UV-C y UV-B son capaces de destruir material genético; ya sea en humanos o en partículas virales.

¿Luz ultravioleta contra el SARS-CoV-2?

En el caso específico del SARS-CoV-2, diversas investigaciones sugieren que los rayos UV-C podrían inactivar a algunos otros tipos de coronavirus; lo cual sirvió como punto de partida para que un grupo de científicos comenzara a preguntarse si los rayos UV-B podían tener efectos similares.

Fue así que se publicó el pasado 20 de mayo el primer estudio enfocado en los efectos de los rayos UV-B sobre el SARS-CoV-2; publicado en The Journal of Infectious Diseases.

Lo primero a saber es que los investigadores no expusieron a personas enfermas de  COVID-19 a los rayos solares o determinadas temperaturas, sino a muestras del virus de SARS-CoV-2 sobre acero inoxidable y también en medios de cultivo; los cuales fueron colocados bajo una lámpara especial que irradiaba UV-A y UV-B.

Aunque ambos rayos estaban mezclados, un estudio anterior había demostrado que la luz UV-A no dañaba el SARS-CoV-1, de manera que si un tipo de luz podía tener un efecto serían los UV-B. Los científicos observaron que, en cuestión de minutos, ¡buena parte de partículas de SARS-CoV-2 había quedado inactiva!

De acuerdo con los resultados, el 90 por ciento del virus presente sobre el acero se inactivó cada 6.8 minutos bajo condiciones de luz similares al sol de medio día de verano en un día despejado, y cada 14.3 minutos en las mismas condiciones, pero simulando el sol en solsticio de invierno.

A la par, compararon los tiempos de inactivación del virus en el acero bajo luz solar artificial con otras muestras en acero, que no fueron expuestas a la misma, durante períodos de hasta 60 minutos y no observaron una inactivación significativa en la oscuridad.

Los hallazgos sugieren que el potencial de transmisión del virus puede reducirse significativamente en ambientes exteriores expuestos a la luz solar directa en relación con ambientes interiores; pero hay que recordar que fue un análisis en condiciones controladas en laboratorio.

Precaución con las esperanzas en el sol

En pocas palabras, si quieres impedir la infección o eres portador del virus y no deseas transmitirlo a otra persona, evita poner tus esperanzas solamente en la acción de los rayos solares o el calor veraniego.

Además, los estudios excluyen otros factores que pueden influir en el contagio como el contacto directo con otras personas; la presencia del virus en superficies porosas como el papel o la comida; las condiciones climáticas locales, especialmente la capa de nubes y la época del año que influyen en los niveles de radiación UV-B; así como el traslado de objetos de zonas soleadas a espacios oscuros y de sombra, entre muchas otras variables.

“Por lo tanto, es posible que exista una variabilidad significativa en el día a día en la persistencia del SARS-CoV-2 en superficies en ambientes exteriores”, advierte el estudio en cuestión.

Con lo que sabemos hasta ahora, basándonos en los estudios existentes, la incertidumbre sobre si la luz solar es efectiva para inactivar el SARS-CoV-2 sigue siendo alta. Si bien algunos virus se propagan más lentamente en el verano, esto se podría relacionar a otros factores como la humedad en el aire o el comportamiento de las personas.

Tomar como una medida preventiva puede además ser un riesgo porque los rayos UV-B son causa de quemaduras en la piel y pueden provocar cáncer en ese mismo órgano, mientras que los UV-A no producen lesiones cutáneas, pero sí alteran el material genético.

Diseño: Paulina Blanco Álvarez
¿Y los rayos UV-C pueden funcionar contra el SARS-CoV-2?

Algunos investigadores se pusieron a rastrear si los rayos UV-C podían tener un efecto desinfectante en las superficies expuestas al nuevo coronavirus con base en que desde hace más de 40 años se usan para la desinfección de agua, aire, instalaciones sanitarias y objetos, contra diversos patógenos.

Sin embargo, tampoco existen hallazgos o conclusiones que permitan aseverar que por tener ese efecto en objetos o en condiciones ambientales controladas, lo pueda tener en personas y, derivado de ello, se pueda considerar como una medida preventiva ante el virus que origina la pandemia de COVID-19.

Además que este tipo de radiación ultavioleta es altamente lesiva para las personas si se exponen a ella sin el equipo de protección adecuado.

Por: Red mexicana de periodista de ciencia

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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