Por: Paola Gordon Luna (Panama´-México).
¿Tienes disputas frecuentes con algunos de los miembros de tu familia por asuntos tan banales como quién saca la basura u otros más complejos?, ¿no entiendes por qué un vecino tiene opiniones tan firmes respecto a los migrantes? ¿Te frustra la posición tan polarizada que tienen tus colegas respecto a cierto candidato político? Mi abuela siempre decía: “cada cabeza es un mundo”; y no podía ser más cierto.
Este año para celebrar sus 100 años, la BBC organizó el programa “Crossing Divides Around the Globe” para entrenar a mil jóvenes de 100 países en la escucha profunda y comprender diferentes perspectivas. El reto de impartir el programa a distancia y a tantas personas con distintas formaciones, culturas, edades e incluso niveles de dominio del idioma inglés fue enorme, pero Emily Kasriel, coordinadora e impartidora del entrenamiento, lo superó con creces.
Durante el programa, Emily, nos demostró que la escucha profunda es fundamental para comprender las necesidades de aquellas personas que pueden tener una opinión distinta a la nuestra y nos enseñó cómo el oyente no necesariamente tiene que estar de acuerdo con el mensaje del hablante; sino, implica solo conocer y comprender la perspectiva del hablante. Por lo tanto, la escucha profunda es una herramienta potente en situaciones en las que el orador y el oyente se encuentran en lados opuestos de un problema y cuando existe una dinámica de poder desigual (ej. padres e hijos).
Esto no sólo aplica a nuestras relaciones personales diarias, sino también, es fundamental para las grandes compañías, pues estas requieren escuchar a sus proveedores y clientes, también para las fundaciones, organizaciones no gubernamentales y todas aquellas instituciones que proveen asistencia o algún tipo de apoyo a grupos de personas, pues la escucha profunda es relevante para comprender las necesidades de las partes interesadas y de la comunidad y, de esta forma crear conexiones auténticas.
Para trabajar nuestra intención y atención hicimos ejercicios como reflexionar y tomar conciencia de nuestras propias intenciones antes de enfrentar una conversación. En nuestros grupos de trabajo cambiamos los roles de orador, oyente, moderador, y dependiendo de cuál rol teníamos, buscábamos influir en la conversación, obtener información, escuchar o establecer una buena conversación.
Para ello, era importante eliminar previamente las distracciones, tomar conciencia de cualquier cosa que pudiera distraernos de prestar toda nuestra atención al orador, así como también, evaluar nuestro estado mental e identificar si nos sentíamos irritados o entusiasmados con la finalidad de liberarnos de nuestra armadura psicológica, la cual podría provocarnos, sin darnos cuenta, que estemos a la defensiva en una conversación.
¿Qué tan dispuestos estamos a tratar de comprender al otro?
Si sabemos que vamos a estar en una situación de confrontación de ideas o posiciones, debemos confiar que somos capaces de comprender verdaderamente a la otra persona, no a través de nuestra propia percepción de destreza intelectual, sino siendo consciente, abierto y, en cierto sentido, vulnerable. Sin embargo, escuchar no es un ejercicio pasivo, cuando te encuentras en una conversación polémica, donde ya tienes una posición respecto al tema o la(s) persona(s) establecida, es realmente difícil que la persona oyente no intente manifestar su opinión y sólo se mantenga escuchando y tratando de comprender.
El enfoque de escucha profunda requiere que el oyente examine tanto su propio comportamiento y cómo lo percibe el hablante. Las expresiones faciales, como las sonrisas o el ceño fruncido, pueden afectar la elección de palabras del hablante y cómo, si es que lo hacen, deciden continuar con la conversación; por ejemplo, si intercambias opinión acerca de un tema cotidiano con una persona que está receptiva y sonriente, como hablante estarás más dispuesto a seguir hablando con esa persona porque la expresión facial positiva anima a las personas a ser más aceptadas y comprendidas.
Las expresiones faciales y los movimientos y posturas del cuerpo nos dan pistas inconscientes de si la persona a la que le estamos hablando está interesada a escucharnos, así que, si de entrada nos mostramos receptivos a escuchar sin juzgar al otro, este lo podrá percibir inconscientemente y ayudaría a reducir la tensión.
El poder del silencio
En la práctica, el silencio puede suponer dos caminos, en una conversación tomarse intencionalmente un silencio (contar hasta 10 segundos) antes de responder, o utilizar el silencio como un mecanismo para mostrar desinterés o indicar un desacuerdo.
Durante los ejercicios, nos dimos cuenta de que el silencio breve es difícil de manejar, tanto para el oyente, como para el hablante; por lo que un entrenamiento en ello nos lleva a otro nivel en la comunicación. La escucha empática significa hacer espacio para el silencio después de que el hablante haya terminado de hablar; eso, a su vez, crea las condiciones para que tanto el hablante como el oyente formulen respuestas más reflexivas.
Emily nos compartió que una nueva investigación en el Journal of Applied Psychology realizada por el psicólogo social Jared R. Curhan y los estudiosos del comportamiento organizacional Jennifer R. Overbeck, Yeri Cho, Teng Zhang y Yu Yang encuentra que instruir a una o ambas personas en negociaciones bilaterales para que usen el silencio prolongado, fomenta un cambio desde el pensamiento fijo predeterminado de suma cero hasta la generación de soluciones más creativas.
Esta investigación también muestra que las personas sobreestiman la cantidad de segundos que están en silencio, lo que sugiere que los oyentes pueden necesitar contar los segundos de silencio antes de responder.
Durante los entrenamientos fuimos animados a darnos cuenta de nuestros propios prejuicios acerca de otras personas y de lo que dicen estas personas, es importante que nos demos cuenta si queremos cambiar a estar personas y dejar ir ese sentimiento. Esto significa que, si queremos tender puentes entre las personas, no podemos de entrada iniciar queriendo cambiar la posición de esa persona respecto a un tema particular.
Es importante darnos cuenta de nosotros mismos, nuestros gestos faciales, nuestro tono de voz, nuestra respiración, el movimiento de nuestras manos y hombros, así como mantener contacto visual, mirar a la persona que nos está hablando (lo cual es un poco más complicado en el espacio virtual); y finalmente, practicar la escucha profunda practicando el silencio, al contar hasta diez cada vez que el hablante termina su relato o planteamiento.
Después de contar hasta diez podemos responder simplemente con un “dime más” o “quiero saber más”, mostrando así nuestro interés por los argumentos del hablante en lugar de querer imponer nuestro pensamiento, también podemos repetir sus propios comentarios para asegurarnos que hemos entendido bien el mensaje que nos quiere transmitir.
Preparando el terreno para la cooperación entre las personas
Con estos ejercicios, los participantes del entrenamiento nos dimos cuenta de que los resultados de la escucha profunda pueden ser sorprendentes, ya que podemos llegar a entender y a comprender mejor a las demás personas, aunque tengamos posiciones distintas, de manera tal, que podamos logar identificar puntos en común que nos acerquen, en lugar de que nos dividan.
Demostrar respeto por el pensamiento de los demás, y estar abierto a escuchar sus puntos de vista puede ayudarnos a construir sociedades más prósperas y unidas, necesario para abordar los grandes retos a los que nos enfrentamos como humanidad, tales como el cambio climático, el racismo, la xenofobia, la polarización política, entre otros, evitando así conflictos sociales, a través de la cooperación para crear soluciones que nos permitan seguir avanzando como sociedades.
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Paola Gordon Luna es especialista en gestión de recursos naturales. Tiene estudios en Biología y en Manejo de Proyectos en la Universidad de Panamá y en la Universidad de Utah. Es Maestra en Ciencias en Manejo de Recursos Naturales por la Universidad de Guadalajara. Actualmente, en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) apoya a los gobiernos brindando asistencia técnica para mejorar el desempeño y la eficiencia de los sistemas de agua potable y desarrollar estrategias de planificación hídrica.
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