Por: Paola Gordon Luna (México-Panamá).
Existe evidencia clara y altamente confiable de que estamos enfrentando un cambio en la temperatura global. Esta evidencia es respaldada por más de 14,000 artículos científicos revisados y la participación de numerosas organizaciones de 65 países alrededor del mundo y que son el soporte del más reciente informe del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC).
El informe resalta que entre los años 1850 y 2020 se ha observado un calentamiento global sin precedentes en más de 2,000 años y que éste ha sido el mayor calentamiento en un periodo multi-centenario en más de 100,000 años.
El aumento en la temperatura global hasta este momento ha sido de poco más de 1 grado Celsius y producto de ello, ya podemos ver algunos de los efectos en diversas regiones del mundo, como, por ejemplo, con relación al calor extremo, precipitaciones intensas, sequías prolongadas, aumento en el nivel del mar, entre otros. Actualmente, ya hay 20 millones de desplazados en el mundo por motivos atribuibles al Cambio Climático.
Los científicos han analizado y diferenciado el calentamiento natural (solar y volcánico) del calentamiento producto de las actividades del ser humano, y han encontrado que las emisiones de dióxido de carbono son las principales contribuyentes al calentamiento global, seguido por otros gases como el metano, el óxido nitroso, los gases halogenados, los compuestos orgánicos volátiles, monóxido de carbono, entre otros.
Esto significa que nuestras decisiones de consumo tienen una incidencia directa en el aceleramiento del calentamiento global y por consiguiente nos brinda la gran oportunidad de hacer algo al respecto.
Con un aumento de 1.5 grados Celsius de la temperatura global, se afecta la producción de productos agrícolas básicos de nuestra alimentación; con 2 grados Celsius, la productividad de los cultivos caerá considerablemente; con 3 grados Celsius, veremos extinción de especies; y con un aumento de 4 grados Celsius, estaremos enfrentando la peor crisis ambiental, social y económica que jamás hayamos visto.
¿Ha experimentado días de calor más intensos y prolongados?
Desde la década de 1950, los extremos cálidos (incluidas las olas de calor) se han vuelto más frecuentes e intensos en la mayoría de las regiones terrestres, mientras que los extremos fríos (incluidas las olas de frío) se han vuelto menos frecuentes y severos.
Las olas de calor marinas se han duplicado aproximadamente en frecuencia desde la década de 1980 (con un nivel de confianza alto). Algunos extremos calientes recientes observados durante la última década habrían sido extremadamente improbables sin la influencia humana en el sistema climático.
Hay una serie de efectos en la vida en la tierra y en nuestras actividades cotidianas, producto de las altas temperaturas, como, por ejemplo, el mayor consumo de agua, una mayor evaporación y evapotranspiración, mayor frecuencia de incendios, entre otros, profundizaré más al respecto en futuros artículos.
Por otro lado, se han observado cambios en la frecuencia e intensidad de eventos fuertes de precipitaciones en al menos 19 regiones de las 45 regiones del mundo para la cual los datos de observación son suficientes para el análisis de tendencias. El problema con las precipitaciones intensas es que llueve muy fuerte en periodos de tiempo más cortos, impidiendo que el agua se infiltre adecuadamente en la tierra, provocando inundaciones o que el agua se vaya directamente al mar y no se almacene adecuadamente en los acuíferos.
El cambio climático inducido por el ser humano también ha contribuido en aumentar la sequía agrícola y ecológica en al menos 12 regiones del mundo, en 1 se ha visto un descenso, en 28 regiones no hay consenso respecto al tipo de cambio (pero si se han visto cambios) y en 4 hay información insuficiente.
La sequía agrícola y ecológica (según el bioma afectado) se refiere al período con déficit anormal de humedad del suelo, que resulta de la escasez combinada de precipitación y el exceso de evapotranspiración, y durante la temporada de crecimiento afecta la producción de cultivos o función del ecosistema en general.
El ser humano está interfiriendo en el sistema climático y esto plantea riesgos para los sistemas humanos y naturales que abonarán al empobrecimiento de la calidad de vida de gran parte de la población. Todavía se están evaluando las repercusiones que tuvieron el paro de actividades y los confinamientos que ocurrieron entre 2019 y 2020; sin embargo, ya existe cierto consenso de que aunque se redujo parte de las actividades económicas, los efectos apenas son visibles en cuanto a la reducción de emisiones, por lo que es imperante que los ciudadanos tomen conciencia de la magnitud del problema, pues aunque que trabajemos incansablemente para reducir las emisiones, es inevitable que se produzcan más cambios.
Hemos llegado a un punto de no retorno, en donde debemos concentrar los esfuerzos en reducir las emisiones para no superar en 1.5 grados Celsius la temperatura global, y aun así, a la par, adaptarnos a la nueva realidad que implica el cambio climático, pues aunque sabemos que los más vulnerables corren el mayor riesgo de sufrir sus efectos, estamos en un efecto dominó que al final nos afectará a todos en diferentes medidas, así como la pandemia por Covid-19.
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Paola Gordon Luna es especialista en gestión de recursos naturales. Tiene estudios en Biología y en Manejo de Proyectos en la Universidad de Panamá y en la Universidad de Utah. Es Maestra en Ciencias en Manejo de Recursos Naturales por la Universidad de Guadalajara. Actualmente, en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) apoya a los gobiernos brindando asistencia técnica para mejorar el desempeño y la eficiencia de los sistemas de agua potable y desarrollar estrategias de planificación hídrica.
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