Por: Alina Aguilar Arguedas, Vanessa Valerio Hernández y Shankar Syed Mora
(Costa Rica)

 

La crisis climática y la degradación ambiental, cada vez más creciente en el mundo, nos presiona y nos empuja contra reloj, hacia una transformación de economías menos antropocentrista y hacia un modelo de desarrollo bajo en emisiones, justo e inclusivo, dónde nadie quede atrás.

Seis años aproximadamente han pasado desde que entró en vigor el Acuerdo de París, dónde se estableció limitar el aumento de la temperatura mundial por debajo de los 2 grados centígrados y hacer esfuerzos por limitarlo a 1,5 grados centígrados, no obstante, informes como el de Global Carbon Project, señala que las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2) alcanzaron récord en el año 2022, con 40.600 millones de toneladas, siendo el quinto año más cálido registrado, continuando con la tendencia del calentamiento a largo plazo del planeta, de acuerdo con un análisis de la NASA.

Estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), indican que los daños provocados por el cambio climático pueden llegar a destruir hasta 2.5 millones de puestos laborales para el año 2030, y que antes podría perderse más del 2% del total de horas de trabajo en el mundo por el aumento de la temperatura y exceso de calor disminuyendo la productividad y horas laborales de las personas empleadas. Esto genera la necesidad de redefinir las actividades laborales, las competencias, los procesos productivos y disponer de nuevas ocupaciones.

Los empleos verdes, con perspectiva de transformación social y no como sector nuevo, vienen a ser una alternativa de gran potencial para hacer frente a los impactos del cambio y la variabilidad climática y como propuesta para disminuir las tasas de desempleo. Se dice, que la transición hacia una economía descarbonizada y socialmente sostenible es el motor para la creación de millones de empleos verdes decentes y de calidad; según la OIT, se generarán 4 empleos por cada uno que se destruya, no obstante, esto no se traduce en pérdidas. Los empleos que se verán más afectados son los relacionados principalmente con la industria del petróleo, pero se verán compensados por sectores como las energías renovables y la economía circular.

El empleo verde es entendido como toda aquella actividad económica que contribuye a preservar el ambiente, en condiciones laborales justas e inclusivas. Para alcanzar esto se toma en cuenta la articulación de tres dimensiones: la ambiental, económica y social, esto con el fin de aportar hacia el bienestar y calidad de vida de las sociedades, tomando en cuenta el uso óptimo de los recursos naturales y su regeneración.

Cualquier trabajo puede desarrollarse bajo este tipo de modelo, dónde sus actividades están orientadas a disminuir el impacto ambiental, la mejora en la eficiencia energética y de materias primas, disminuir las emisiones de gases efecto invernadero, optimizar la gestión los residuos y reducir la contaminación, proteger los ecosistemas naturales y la biodiversidad y contribuir a la adaptación del cambio climático.

Aunque los empleos verdes con demanda dependen de las características de cada país, hay sectores que se identifican con mayor potencial para generar este tipo de empleo a nivel mundial, dentro de los que se mencionan: la agricultura, producción de energía renovable, ecoturismo, gestión de residuos bajo el modelo de economía circular, movilidad sostenible y eficiencia energética.

A nivel de Costa Rica, por ejemplo, se han fortalecido las políticas y proyectos para apoyar al sector turístico hacia un modelo más ecoturístico, así como también, la producción agrícola sostenible, esto ha generado el surgimiento de iniciativas como “Tecnobosques de la Amistad: integrando negocios verdes del Corredor Biológico Premontano Chirripó Savegre” en Pérez Zeledón, territorio que se encuentra a la vez definiendo sus medidas de adaptación al cambio climático para aumentar la resiliencia de sus ecosistemas y comunidades.

La iniciativa de Tecnobosques, tiene por objetivo promover emprendimientos de negocios verdes sustentados en el uso sostenible y sustentable de la biodiversidad como mecanismo de mitigación de los impactos socioeconómicos y ambientales provocados por la pandemia de Covid-19, en las comunidades priorizadas del Corredor Biológico Premontano Chirripó Savegre.

En el marco del proyecto de la promoción de emprendimientos verdes, se identificaron más de 35 iniciativas, siendo seleccionados y evaluados 12 negocios verdes destacados, en los cuales se fortalecen capacidades para el desarrollo de proyectos sustentados en el uso de la biodiversidad, obteniendo así el llamado “Sello verde La Amistad” que se otorga por el compromiso de los negocios en aumentar la sostenibilidad y apoyar la protección del ambiente de sus actividades. Aunado a lo anterior, se ejecutan estrategias de promoción de la economía verde como el “Pasaporte Verde”, en el cual las personas usuarias y consumidoras reciben beneficios por la compra o uso de productos y servicios sostenibles a cambio de dar visibilidad de estos emprendimientos en plataformas digitales.

Este es un ejemplo de negocios promotores de empleos, que con apoyo de distintas organizaciones y actores claves, están transitando hacia una economía verde, uniendo esfuerzos para alcanzar un modelo de desarrollo sostenible a largo plazo mediante un aprovechamiento sustentable de los recursos naturales.

 

Para más información sobre la iniciativa: https://chirriposavegre.com/nosotros/

 

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*Ali­na es Li­cen­cia­da en Ges­tión Am­bien­tal y Más­ter en Desa­rro­llo Ru­ral. Des­de 2012, ha tra­ba­ja­do como in­ves­ti­ga­do­ra y ex­ten­sio­nis­ta en la Uni­ver­si­dad Na­cio­nal de Cos­ta Rica abor­dan­do la te­má­ti­ca de cam­bio cli­má­ti­co des­de di­fe­ren­tes aris­tas en ar­ti­cu­la­ción con dis­tin­tos ac­to­res, prin­ci­pal­men­te go­bier­nos lo­ca­les y co­mu­ni­da­des. Ha tra­ba­ja­do tam­bién como ac­ti­vis­ta, con­sul­to­ra y ase­so­ra en te­mas de cam­bio cli­má­ti­co, edu­ca­ción am­bien­tal, ges­tión de re­si­duos, prin­ci­pios Car­ta de la Tie­rra, en­tre otros. Así mis­mo ac­tual­men­te for­ma par­te de la ONG La Ruta del Cli­ma.

*Va­nes­sa es in­ves­ti­ga­do­ra en la Es­cue­la de Cien­cias Am­bien­ta­les de la Uni­ver­si­dad Na­cio­nal de Cos­ta Rica. Es­pe­cia­lis­ta en Go­ber­nan­za Cli­má­ti­ca y Desa­rro­llo Lo­cal des­de 2009. Coor­di­nó el pro­yec­to de in­ves­ti­ga­ción-ex­ten­sión de la Uni­ver­si­dad Na­cio­nal “Es­tra­te­gias par­ti­ci­pa­ti­vas de cam­bio cli­má­ti­co a ni­vel lo­cal”. En 2018, im­pul­só la ini­cia­ti­va na­cio­nal “Red Cos­ta­rri­cen­se de Go­bierno Lo­ca­les ante el cam­bio cli­má­ti­co”. Es miem­bro de la Co­mi­sión Na­cio­nal de Pac­to Glo­bal de Al­cal­des por el Cli­ma y la Ener­gía.

*Shankar Syed Mora es antropólogo sociocultural, productor audiovisual, gestor de proyectos y estudiante de Maestría en Cambio Climático y Gestión Ambiental. Ha trabajado cómo investigador para el Centro de Investigaciones Antropológicas (CIAN-UCR), La Comisión Costarricense de Cooperación con la UNESCO y la Municipalidad de Montes de Oca. Actualmente trabaja en la estrategia de comunicación del proyecto “Estrategias participativas de cambio climático a nivel local” y se desempeña cómo director del proyecto “Tecnobosques: integrando negocios verdes del Corredor Biológico Premontano Chirripó Savegre”.