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Una expedición italiana a la Antártida que estudia el ecosistema marino

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Italia.

En Silverfish Bay, el personal del Programa Nacional de Investigación Antártica perfora el hielo marino. Para aquellos que tienen que estudiar el ecosistema marino, esta temporada es la única forma de acceder al mar.

Estamos en el área protegida del mar de Ross y esta es la única zona conocida donde un pez llamado pececillo de plata antártico pone sus huevos, que quedan incrustados en el hielo marino.

“Esta zona de crianza fue descubierta en 2011 y llevamos haciendo este seguimiento anual desde 2005 para ver la abundancia y distribución de los huevos”, explicó Erica Carlig.

Como parte del proyecto Discovery, que reúne a la Cnr y la Universidad Parthenope de Nápoles, los científicos también están buscando otra especie, de la que aún se sabe poco.

“Estamos monitoreando la presencia de la merluza negra antártica, que es un gran pez demersal muy abundante en el océano austral, y decimos que es una especie clave del Mar de Ross porque tiene un papel de depredador ápice”, destacó Erica Carlig. 

Aquí está, en imágenes tomadas el año pasado, con una sonda especial construida por el Instituto CNR de Ingeniería Marina en Génova.

Lo más interesante tecnológicamente de este objeto es la posibilidad de observar el fondo marino a 700 metros de profundidad como si estuviera prácticamente a un metro porque el sistema de comunicación por fibra óptica nos lo permite. Tiene un amplio ancho de banda de transmisión y además nos muestra imágenes de alta calidad en tiempo real”, dijo Edoardo Spirandelli.

Además de las cámaras, también se utilizan un hidrófono pasivo y una sonda capaz de caracterizar la columna de agua.

“Este es un medidor de corriente aquadopp que funciona a través del fenómeno físico del efecto Doppler y prácticamente enviando impulsos a cierta profundidad en un plano horizontal a través de la refracción de partículas suspendidas en el agua, es capaz de medir la intensidad y velocidad de las corrientes submarinas”, relató: Massimiliano Esposito.

  “Acabamos de implementar una sonda paramétrica. Este es un hidrófono que se usa para escuchar sonidos bajo el agua. Aquí queremos investigar la presencia de focas de Weddell, que son los depredadores de la merluza negra antártica.

Este instrumento, por otro lado, es una sonda llamada CTD que mide la temperatura del agua y da perfiles de temperatura, oxígeno y salinidad del agua.

Obviamente en la Antártida, como no tenemos electricidad para la computadora, tuvimos que adaptarnos a una batería, así que tenemos una batería de automóvil con una computadora. Así que hicimos esta caja para protegerlo porque ha estado en el hielo durante tres horas”, subrayó Erica Carlig.

Y cuando la observación no es suficiente para completar los estudios, salimos a pescar. Una nueva estructura en la Estación Mario Zucchelli da la bienvenida a peces de todas las formas y colores, comenzando por el famoso draco, que no tiene hemoglobina en la sangre para resistir mejor en el agua helada.

“Estamos en los nuevos acuarios de la Estación Mario Zucchelli. Esta es una infraestructura que completamos en la última campaña. Se hace con nuestra propia fuerza, con la fuerza del personal técnico-logístico presente en la base.

Hemos puesto a disposición unos 25 metros cúbicos de agua en los tanques para las distintas actividades científicas en el campo de la biología marina que se desarrollan en esta base cada año”, concluyó Francesco Pellegrino.

Por RAI

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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