Iberoamérica.
Con cuatro países de América Latina y el Caribe entre los 10 primeros del ranking global de fuga de cerebros 2022, la región transita las primeras etapas de la pospandemia entre desafíos y la necesidad de tomar acciones contra este fenómeno que persiste, que contribuye a la desmotivación del trabajo científico local y resta soberanía y desarrollo a las capacidades nacionales.
La situación económica, política y la violencia e inseguridad de algunos países latinoamericanos profundiza las condiciones desfavorables que históricamente han llevado a la emigración de profesionales especializados. La pandemia, en tanto, profundizó la emigración en varios países, y si bien en algunos —como México— redujo la salida de jóvenes por la limitación de la movilidad internacional, en 2021 las cifras retornaron a la usual tendencia al alza.
Las voces más alentadoras indican que la revalorización del trabajo científico para paliar la pandemia desde el ámbito local, puede ser un aliciente para que los gobiernos tomen medidas para frenar la salida de talentos.
La fuga indeseada
La fuga de cerebros científicos ha golpeado a los sistemas nacionales de la región desde hace décadas, generando un drenaje de talento hacia el Norte Global que afecta la generación de conocimientos basada en una agenda local de investigación, además de disminuir el reconocimiento de quienes se quedan en sus países. Perder profesionales con capital humano calificado, es perder impulso económico y cultural.
Pese a políticas de incentivos desarrolladas en diferentes países a lo largo del tiempo, el fenómeno persiste. Este año, por ejemplo, Jamaica se ubica en el segundo puesto del ranking global de fuga de cerebros entre 177 países, y El Salvador, Haití y Guyana ocupan los puestos 7, 9 y 10, respectivamente.
En Venezuela, “del total de médicos se estima que emigró más de 30 por ciento. En el sector universitario, hasta 2020 más del 40 por ciento de los profesores abandonaron las universidades”, señaló a SciDev.Net Marianela Lafuente, ex viceministra de Planificación del Ministerio de Ciencia y Tecnología de Venezuela y actual vicepresidenta de la Academia Nacional de Ingeniería y Hábitat.
Sobre Centroamérica, Kleinsy Bonilla, autora de un artículo sobre la diáspora hondureña publicado en Frontiers in Research Metrics and Analytics, dijo a SciDev.Net que si bien “Costa Rica dio algunos pasos, Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua no tienen artículos publicados (sobre la diáspora), por la poca investigación (e inversión) en ciencia y porque la política exterior está consumida por la migración económica y vulnerable hacia Estados Unidos”.
En Costa Rica, el portal Hipatia proporciona una radiografía de las capacidades nacionales en ciencia, tecnología e innovación (CTI). En el sitio, por ejemplo, hay un mapa interactivo con información sobre científicos e ingenieros costarricenses. Según una encuesta de 2021, 312 (41 por ciento) de 759 consultados que viven en el exterior no prevé regresar al país en los próximos cinco años.
En Brasil, a las limitaciones laborales propias de los países en desarrollo, se suman además las condiciones políticas y sociales, que constituyen otro factor para emigrar. Durante la Presidencia de Jair Bolsonaro, el presupuesto del Ministerio de Ciencia 2021 es casi 80 por ciento inferior al ejecutado en 2008, según detalla un artículoi publicado en Argumentos: Revista de crítica social, de la Universidad de Buenos Aires, Argentina.
A fines de agosto de 2022, el gobierno brasileño emitió una norma con fuerza de ley que prevé otro recorte. De los R$ 9 mil millones (poco menos de US$ 1.700 millones) del Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico previstos para ser utilizados en 2022, R$ 5,5 mil millones (poco más de US$ 1 mil millones) ya están liberados y pueden ser usados en proyectos científicos.
“Con estos recortes, ¿cuál es la perspectiva que ven los jóvenes investigadores? Incluso si hay un cambio en el escenario político, sabemos que será muy difícil cambiar esta situación. Y mientras tanto estamos perdiendo generaciones de investigadores”, dijo a SciDev.Net Lígia Bahia, secretaria de la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia en Río de Janeiro.
Más doctores, menos trabajo
La migración de científicos latinoamericanos ocurre por motivos económicos, sociales y políticos que, según el país puede incluir desde la inseguridad interna —como México— hasta el desprecio por el valor de la ciencia, como en el Brasil de Bolsonaro.
Por ejemplo, según datos del Centro de Estudios y Gestión Estratégica (CGEE) de Brasil, el desempleo de másteres y doctorados alcanzó 25 por ciento en 2020, mientras que en el mundo ronda 2 por ciento, según el artículo ya mencionado en la revista Argumentos.
Si bien en la región el empleo entre los doctorados es mayor, la situación se complejiza porque en los últimos años aumentó la formación de doctorados científicos y, ante la falta de oportunidades para todos, podrían aumentar las chances de emigración, señaló a SciDev.Net Martín Unzué, director del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, autor de un artículo sobre el tema, publicado en la Revista de Educación Superior en América Latina.
Pero además, Unzué ve con “preocupación la saturación de la capacidad de absorción de científicos en los países de ingresos altos”. En los llamados ‘mercados académicos’ de países desarrollados, “es cada vez más difícil acceder a puestos permanentes en el sistema científico”, dijo a SciDev.Net. Esto “alimenta el peligro de migrar para ocupar lugares subordinados en el mundo de la investigación o incluso quedar excluidos”, subraya.
La pandemia y sus efectos
En Venezuela, la pandemia agudizó la pérdida de personal, contó a SciDev.Net Jacqueline Richter, de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Central de Venezuela. “El instituto de investigación al que pertenezco, que llegó a tener más de 20 investigadores, hoy tiene ocho. Somos un instituto desmantelado. Es imposible hacer investigación si te quedas sin pares”.
A Richter también le preocupa la ausencia de relevo. “Tengo 30 años de servicio, pero si me jubilo no habría quién asumiera mis cátedras. Formé gente, pero se fue. ¿Qué se le puede ofrecer a un joven? En mi caso tuve la oportunidad de una carrera, la posibilidad de ir a congresos, un buen sistema de salud y seguro médico, pero hoy nada de eso existe”, lamentó.
En tanto, desde México, Camelia Tigau, especialista en migración calificada e investigadora del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la Universidad Nacional Autónoma de México, comentó que “la pandemia hizo que algunos profesionistas en el extranjero volvieran a México porque tuvieron la oportunidad de trabajar remotamente”.
Para Jorge Zavala Ontiveros, empresario mexicano y especialista en innovación tecnológica radicado en Silicon Valley, California, el teletrabajo durante la pandemia invirtió “el flujo migratorio: muchos estadounidenses y europeos van a México a trabajar desde ahí”, dijo a SciDev.Net.
Asimismo, el Anuario de Migración y Remesas BBVA 2022 de México mostró que mientras en 2019 se asignaron 6.000 visas a estudiantes para EEUU, en 2020 fueron menos de 3.000. En 2021, los números se recuperaron.
Para Bonilla, en este tiempo de pospandemia “es necesario ser creativos y vivir en 2022, cuando COVID-19 expuso lo valiosa que es la fuerza científica”.
Ernesto Fernández Polcuch, director de la Oficina para América Latina y el Caribe de Unesco, coincidió en que la pandemia llevó a que los políticos “notaran la importancia estratégica e inmediata de contar con una comunidad científica fuerte para la toma de decisiones”. Los científicos “ya no solo son objetos de la política científica sino también actores de políticas públicas, y eso fortalece la profesión científica en la sociedad”, opinó.
Si bien Fernández Polcuch entiende que hay un cambio de discurso, del brain drain (fuga de talentos) al brain gain (recuperación de talentos), dice que es necesario seguir trabajando para que los científicos latinoamericanos vuelvan a los países y, sobre todo, “evitar que el proyecto de vida de un científico joven sea buscar la forma de instalarse en otro país”.
Para el jerarca, es valioso que los jóvenes científicos emigren, se perfeccionen pero que vuelvan con conocimientos para reforzar el trabajo local. “Si eso se naturaliza, se va a generar un círculo virtuoso”, detalla.
En cuanto a Venezuela, Lafuente propone “construir oportunidades” con el talento que ya está en la diáspora y utilizarlo “como apoyo para fortalecer capacidades, reconstruir instituciones y tejido empresarial, recuperar la educación superior y relanzar la I+D”.
“Debemos pensar en algún tipo de relación institucional con nuestra diáspora. Debe haber una política estatal y de gerencia universitaria”, coincide Richter.
Sobre esta situación, Unzué opinó que si bien los aportes de los científicos que ya emigraron “suelen ser importantes para participar en congresos, ser convocados a evaluaciones, recibir a colegas, ello no desmiente las pérdidas que genera la fuga de cerebros. Eso solo es una compensación parcial y que se puede dar o no”, dijo a SciDev.Net.
Referencias
i Silva Júnior, J., R., Mendes Catani, A., Eleutério Fargoni, E. H. La fuga de cerebros en Brasil bajo la política del bolsonarismo. En: Argumentos, revista de Crítica Social. Inst. de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, pag. 324. ISSN 1666-8979.
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