Por: Carlos Iván Moreno (México).

Si el producto es gratis, nosotros somos el producto. Vivimos en una “economía de la atención”, donde el recurso más valioso -y monetizado- es el tiempo que le dedicamos a las pantallas. La batalla global por la atención la ha ganado TikTok.

Esta popular app, de la empresa china ByteDance, se ha vuelto tan poderosa que es considerada un riesgo político para las democracias occidentales, sobre todo para EEUU. A finales de abril el presidente Joe Biden firmó una ley, aprobada por el Senado, que mandata la venta de TiKTok a una empresa no China, so pena de prohibirla.

La preocupación es legítima. Más allá de los intereses comerciales, es un tema de seguridad nacional. A nivel global TikTok tiene 1,600 millones de usuarios activos al mes; ¡20% de la población global! EEUU es el país, por mucho, con más usuarios, 170 millones; más de la mitad de su población y prácticamente 100% de los jóvenes. En México TikTok tiene 74 millones de usuarios, 58% de la población.

¿Y cual es el problema con la app de los trends?  La app maneja datos personales de millones de usuarios que, estrictamente, no necesita para funcionar: recopila datos del sistema operativo y de otras apps instaladas, exige acceso a los contactos, guarda el historial de transacciones y compras y la ubicación GPS. Más alarmante todavía, ha dejado de ser una vía para el entretenimiento y es ya la empresa de información -y desinformación- más grande del planeta. Me consta, las niñas y los jóvenes de hoy no solo se divierten, además se informan y politizan vía TikToks.

El algoritmo de TikTok es un activo estratégico que ofrece acceso y control a la mente de las personas, a la forma en que se distribuye y consume información. Donde la desinformación es una amenaza global, la dependencia excesiva a tecnologías controladas por actores extranjeros, sobre todo cuando no son democracias liberales, supone riesgos significativos. Comprensible que se busque contrarrestar cualquier influencia.

Aun así, a EEUU no será tan fácil liberarse de la app. Según un estudio de Oxford Economics, TikTok apoyó el desarrollo y crecimiento de 224 mil trabajos en el país. Aseguran que 7 millones de empresas anuncian o mercadean sus productos en la app generando una ganancia total de 14,700 millones de dólares, siendo la industria de alimentos la más beneficiada (t.ly/QvO6Y). Frente a este panorama, la exigencia de vender el algoritmo es como cerrar una ventana al mundo para evitar que entren intrusos.

Irónicamente, la reacción de ByteDance ante la embestida del gobierno norteamericano confirmó el riesgo que TikTok representa para la democracia: decidieron, sesudamente, inundar la app con anuncios dirigidos a jóvenes estadounidenses para advertirles sobre la postura de su gobierno de prohibir la app y pedirles que exijan a sus representantes marcha atrás.  ¿Qué lograron? Galvanizar y unir a la clase política norteamericana en contra de la intervención extranjera en la política interna.

Quién lo diría. Mientras Pekín utiliza el argumento de libre mercado y la libertad de expresión para clamar justicia en favor de TikTok en EEUU a fin de mantener su capacidad de influencia en los países capitalistas, dentro de sus propias fronteras mantiene un férreo control sobre el acceso a la información, especialmente con apps estadounidenses como Google, Facebook o Youtube.

La verdadera batalla es por la supremacía digital y la influencia global.

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Es Licenciado en Finanzas por la Universidad de Guadalajara (UdeG), Maestro en Administración Pública por la Universidad de Nuevo México y Doctor en Políticas Públicas por la Universidad de Illinois-Chicago. Realizó estancias doctorales en la Universidad de Chicago (Harris School of Public Policy) y en la Northwestern University (Kellog School of Management). Actualmente se desempeña como Coordinador General Académico y de Innovación de la Universidad de Guadalajara.