Por: Aldo Saavedra Fenoglio (Chile).
La presente crónica está dedicada al boldo (Peumus boldus, folo en lengua mapuche), árbol endémico de Chile, ampliamente distribuido desde la región de Coquimbo a la región de Los Lagos, entre los 30° y los 42° de latitud sur, abarcando una extensión cercana a los 1800 kilómetros. Se encuentran boldos a nivel del mar, en la cordillera de la costa, en los valles centrales y la precordillera del macizo andino, hasta los 1500 msnm.
El boldo es un vegetal perteneciente al bosque esclerófilo chileno. El vocablo “esclerófilo” proviene del griego y significa “hoja dura”, y se aplica a especies que crecen en zonas mediterráneas. Sus hojas son de color verde oscuro, perennes, lo que les permite resistir los períodos de sequía estacional, particularmente durante los meses de verano.
Normalmente se lo encuentra como arbusto, aunque puede crecer hasta los 20 metros, siendo de lento crecimiento, estimándose un incremento diametral cercano a los 0,8 centímetros por año. Tanto las hojas, troncos y sus frutos tienen un aroma característico, asociado a los principios activos que le otorgan particulares y beneficiosas propiedades.
De las hojas y la corteza del boldo se extraen diversos compuestos químicos de la familia de los alcaloides, que se emplean predominantemente en medicina. El compuesto más importante es la boldina, cuya fórmula empírica es C19NO4H21 y su fórmula estructura es:
De las hojas y corteza del boldo se han identificado cerca de 23 alcaloides, siendo la boldina el compuesto que se encuentra en mayor concentración, entre 21 y 22% peso/peso. Empleando diversos métodos de extracción sólido-líquido, es factible su purificación, obteniéndose un sólido blanco amorfo, de sabor amargo y que puede formar cristales. Tal compuesto es el punto de partida para la preparación de diversos productos de tipo farmacéutico.
El boldo y sus preparados tienen importantes propiedades diuréticas, aumentan la secreción de urea y ácido úrico, estimulan la función hepática, activan la producción de la bilis y los jugos gástricos. También tiene propiedades antiinflamatorias, carminativas y sedantes sobre el sistema nervioso. Se han reportado usos del boldo para aliviar dolores reumáticos, molestias dentarias, etc.
La importancia medicinal del boldo es reconocida desde hace más de 200 años en Chile, particularmente en zonas rurales donde se preparan infusiones (tisanas) de sus hojas, las cuales se beben después de las comidas.
En una obra clásica “Plantas Medicinales en Chile”, escrita por el profesor Adolfo Murillo de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile, se reportó un caso asombroso de curación de ovejas ocurrido en 1879, gracias al consumo de hojas de boldo. La aludida curación ocurrió de la siguiente forma: “en el año 1879, M. Navarro, agricultor chileno que explotaba tierras en el Sur de Chile, notó que los animales enfermaban y luego morían por cientos debido a una desconocida enfermedad que les atacaba el hígado”. Para evitar que la enfermedad cundiera, una fracción del rebaño fue encerrado en un corral que estaba cerrado con ramas y troncos de boldo, motivo por el cual las ovejas empezaron a mordisquear las ramas y las hojas frescas. El agricultor verificó con gran sorpresa y alegría que los animales enfermos que comieron dichas hojas, mejoraron notablemente y “al fin sanaban”. Esta circunstancia indujo al agricultor a dar de beber a todo el rebaño infusiones de hojas de boldo, confirmando que “todas las ovejas y corderos enfermos sanaron”.
En los últimos años se han descubierto más propiedades beneficiosas del boldo. Se ha reportado que es capaz de reducir los niveles de colesterol y contribuir a eliminar las grasas del organismo. Gracias a su poderosa acción sobre el hígado, la boldina previene la formación de cálculos biliares, depósitos sólidos predominantemente de colesterol, que pueden incluso obstruir las vías biliares. Diversos estudios realizados en países desarrollados, muestran que cerca del 10% de la población adulta se enferma de cálculos biliares, problema en parte gatillado por el consumo de alimentos hipercalóricos, alta ingesta de grasas saturadas, el sedentarismo y la obesidad.
En este sentido, el uso terapéutico de plantas medicinales como el boldo, sumado a un estilo de vida equilibrada representan un gran apoyo para controlar tales enfermedades y ante la ocurrencia de algunas de ellas, facilitar las condiciones para recuperar la salud. Ahora, como en todas las cosas, existen contraindicaciones a tener en cuenta respecto del consumo de boldo. Este no se recomienda en personas que presenten compromisos hepáticos graves y/o enfermedades renales. Además, no se aconseja consumir bolso durante el embarazo, especialmente durante los tres primeros meses de gestación.
La Organización Mundial de la Salud, en su informe “Naturaleza, biodiversidad y salud” del año 2022, indicó que unas 4000 millones de personas en todo el mundo dependen principalmente de las medicinas naturales, muchas basadas en plantas con principios activos beneficiosos. De la misma forma, la OMS afirmó que alrededor del 70% de los medicamentos contra el cáncer son productos naturales o sintéticos inspirados en la naturaleza.
En este contexto tal promisorio, ¿cuál es el problema mayor que afecta al boldo? Su sobreexplotación puesto que se comercializa y exporta en grandes cantidades. Ello ha afectado gravemente este recurso, que se produce casi exclusivamente en Chile. Además de la sobreexplotación para producir leña y recolectar sus hojas, los incendios y el sobrepastoreo del ganado son los principales riesgos para este vegetal. Una estimación indica que, en los últimos 50 años, la población de boldos ha disminuido dramáticamente en más del 50%.
De esta manera, la conclusión es que mientras más valoramos la existencia del boldo y sus componentes activos, más cerca nos encontramos de apreciar y proteger a la naturaleza completa, su biodiversidad, sus increíbles capacidades de producir vida, materiales, alimentos, fuentes de energía, todos insumos esenciales para preservar la vida humana en nuestro planeta.
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Aldo Saavedra Fenoglio es académico del Departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Santiago. Doctor en Ingeniería Química, Ingeniero Civil Químico, investigador del Laboratorio de Procesos de Separación por Membranas del Departamento de Ingeniería Química. Su principal línea de investigación es la desalinización y tratamiento de aguas para su empleo en riego agrícola, agua potable y procesos productivos.
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