La vacuna, llamada Ixchiq, fue desarrollada por la empresa de biotecnología franco-austríaca Valneva y en primera instancia está indicada para personas con más de 18 años y mayor riesgo de exposición al patógeno.
Ixchiq —que se administra en una dosis única mediante inyección en el músculo— contiene una versión viva, pero atenuada, del virus y puede causar síntomas similares a los que experimentan las personas que padecen de la enfermedad real.
En las etapas iniciales de su estudio en 2018, la vacuna logró generar anticuerpos en 100 por ciento de las personas inmunizadas, sin causar eventos adversos grave.
La inmunización también presentó buenos resultados en ensayos de fase 3 llevados a cabo en EE. UU. entre setiembre de 2020 y abril de 2021 con 4.128 voluntarios mayores de 18 años.
Se ha observado que induce la producción de anticuerpos neutralizantes en 96,3% de los participantes seis meses después de la aplicación, según un estudio publicado en la revista The Lancet.
“Este indicador es importante porque EE. UU. no es una región endémica de chikungunya”, señala el virólogo William Marciel de Souza, de la Universidad de Texas. “Es realmente una excelente noticia”, porque la tendencia es que la producción de anticuerpos es aún mayor donde la enfermedad es endémica.
La FDA exigió a la empresa Valneva que realice un estudio posterior a la comercialización (fase 4) para evaluar el riesgo de reacciones adversas graves similares al chikungunya tras la administración de Ixchiq.
Palmira Ventosilla, especialista en enfermedades infecciosas y tropicales en la Universidad Peruana Cayetano Heredia, de Perú, señala que la vacuna es un desarrollo importante, pero “aún son necesarios pruebas adicionales para verificar sus efectos en embarazadas o personas con comorbilidades”.
Una amenaza emergente para la salud mundial
Aunque rara vez es mortal, el virus chikungunya causa dolor articular debilitante y prolongado en hasta 40 por ciento de las personas que infecta, la mayoría de las cuales vive en climas cálidos con grandes poblaciones de mosquitos Aedes aegypti y Aedes albopictus, cuyas hembras transmiten el virus.
En EE. UU., casi todos los casos se han producido en viajeros que han regresado de países afectados. Por eso, a fines de octubre, un grupo de trabajo que asesora a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) recomendó que se aplique la vacuna en principio a turistas que visitarán países con brotes activos o donde la enfermedad es endémica.
Individuos con más de 65 años o afecciones médicas preexistentes que podrían hacerlos más susceptibles a una enfermedad grave también “podrían ser considerados” si visitan un país que tuvo un brote en los últimos cinco años.
Lo mismo se extiende a personas que permanezcan en países endémicos por al menos 6 meses y trabajadores de laboratorio que manipulen el virus como parte de su investigación.
Existe mucha expectativa de que la aprobación de la FDA ayude a que la vacuna pronto esté disponible en otros países.
Más de 100 países ya han informado de transmisión local del virus, entre ellos Brasil, que registró el primer caso de chikungunya en 2014. Desde entonces, el patógeno han producido al menos siete brotes importantes —uno por año desde 2016—, con casi 254.000 infecciones confirmadas y 1,2 millones de casos sospechosos, además de un millar de muertes.
“Una vacuna con tal eficacia, y si es extendida a toda la población, podría interrumpir la transmisión del chikungunya en Brasil”, dice a SciDev.Net André Ribas de Freitas, médico de la Coordinación de Vigilancia Sanitaria de la Secretaría de Municipal de Salud de Campinas, en Brasil.
El virus chikungunya conduce al desarrollo de una inmunidad duradera, así que un individuo que se cura de la infección estaría protegido por años, o incluso de por la vida. “La vacuna también promueve una inmunización por toda la vida, así que tiene el potencial de disminuir significativamente el número de infecciones al punto de erradicarla”, señala Souza.
La incorporación de esa tecnología en América Latina y el Caribe se hará por medio de una colaboración entre Valneva y el Instituto Butantan, en São Paulo, que en 2022 inició un estudio clínico de fase 3 para evaluar la seguridad y eficacia de la vacuna en 750 participantes adolescentes de entre 12 y 17 años en seis municipios brasileños donde el chikungunya es endémico.
La expectativa es que la Valneva transfiera la tecnología al Butantan, que fabricará y distribuirá la vacuna para Brasil y otros países de bajos y medianos ingresos afectados por la enfermedad. “Eso es una gran ganancia para Brasil, que cada vez más se vuelve un polo de producción de inmunobiológicos para enfermedades tropicales”, dice Freitas.
Por: Rodrigo de Oliveira Andrade en SciDev.Net América Latina y el Caribe.
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