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El Caribe se prepara contra futuros desastres

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A pesar de sus diferentes capacidades nacionales y su exposición a peligros naturales, los países caribeños han mantenido progresos en el desarrollo a largo plazo y han registrado “buenos niveles” de preparación que les han permitido restaurar rápidamente las actividades económicas después de impactos como desastres naturales y la epidemia de COVID-19, según el Banco Mundial.

En su informe Resiliencia 360°: Una Guía para Preparar al Caribe para una Nueva Generación de Shocks (2021), presentado el 17 de noviembre, la entidad elogia a la región por su sistema de coordinación regional y sus programas de protección social que permitieron una rápida respuesta a la COVID-19.

Sin embargo, señala que a pesar del “buen funcionamiento de estos sistemas, la región sufre de pobreza continua y se vio afectada por los desafíos económicos causados por la pandemia”.

El informe evalúa los impactos históricos y futuros de las diversas perturbaciones naturales y climáticas de los 17 países que conforman la región del Caribe, sus brechas en la construcción de resiliencia y ofrece una serie de recomendaciones para los formuladores de políticas, como fortalecer la eficiencia de los gobiernos, empoderar a hogares y empresas y reducir los riesgos futuros mediante la mejora de la planificación espacial y la protección costera natural.

Su lanzamiento se dio días después de la reunión presencial y virtual realizada en Kingston, capital de Jamaica, con ministros y representantes de alto nivel de 30 países de América Latina y el Caribe para continuar la implementación del Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030 en la región, y alinear sus acciones con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.

El Marco de Sendai es un acuerdo internacional adoptado por los estados miembros de las Naciones Unidas y respaldado por su Asamblea General en 2015. Describe los objetivos y prioridades para reducir los riesgos existentes y lograr una reducción sustancial de los mismos así como de las pérdidas de vidas, los medios de subsistencia, la salud y los activos físicos, sociales, culturales y ambientales para 2030.

Al término de la reunión (4 de noviembre), que se realizó por primera vez en un país del Caribe, los participantes emitieron una declaración comprometiéndose a fortalecer las capacidades de sus países para responder y recuperarse de los desastres, incluida la pandemia, y poner a prueba su sistema de respuesta regional, elogiado por el Banco Mundial en el informe presentado el miércoles.

Entre otras cosas, los participantes se comprometieron a reducir la mortalidad, el número de personas afectadas por desastres, los daños a la infraestructura crítica y las pérdidas económicas y al desarrollo causadas por la pandemia de COVID-19 en la región.

Maurice Mason, economista ambiental del Instituto para el Desarrollo Sostenible de la Universidad de las Indias Occidentales, mostró su acuerdo con la afirmación del informe del Banco Mundial de que “aunque la región estaba preparada para manejar los impactos, es muy vulnerable y depende de los cambios en la demanda turística mundial”.

Según él, invertir en infraestructura crítica –elementos o servicios indispensables para el desarrollo de un país– es la única manera de generar resiliencia en los países más vulnerables de América Latina y el Caribe.

Con el 90 por ciento de nuestra infraestructura crítica a menos de 8 kilómetros de la costa, altamente vulnerable a las marejadas ciclónicas, el futuro de nuestros pequeños estados insulares debe ser en el corto –y también en el largo plazo— aumentar los obstáculos para nuevos desarrollos [cercanos a la costa]”, añadió.

Para poder alcanzar los objetivos del Marco de Sendai, los gobiernos de estos países se están asociando con el Fondo de Recuperación Resiliente del Caribe, mecanismo de financiamiento de subvenciones para ayudar en el largo plazo a los países a recuperarse y mejorar su capacidad de adaptación y resiliencia ante los desastres, como parte de su recuperación post COVID-19.

Dicho mecanismo es una asociación entre la Unión Europea, el Fondo Mundial para la Reducción de Desastres y la Recuperación, y el Banco Mundial, que proporcionará asesoramiento técnico, asistencia para las medidas de adaptación y para desarrollar la resiliencia así como para ampliar el seguro contra pérdidas.

“Nuestro turismo está basado en la costa por lo que nuestra economía es altamente vulnerable”, anota Mason, y señala que a pesar de la preparación, el nivel de inversión en seguros sigue siendo inadecuado para proteger a los países de las repercusiones de los impactos de eventos naturales como los huracanes; y muchas estructuras siguen siendo incapaces de resistir los embates de huracanes por encima de la categoría tres.

América Latina y el Caribe se encuentran entre las regiones más vulnerables del mundo a los desastres. Datos del Centro de Investigaciones sobre Epidemiología de Desastres indican que entre 1970 y 2019 se produjeron 2.309 desastres naturales que dejaron 510.204 muertos y 297 millones de personas afectadas o desplazadas, además de daños por US$ 437.000 millones. En no pocos casos se destruyeron economías, hogares y medios de vida.

Por: Zadie Neufville/ SciDev América Latina

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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