Argentina.

Investigadores de Argentina hallaron en la central provincia de Buenos Aires restos de un gliptodonte con marcas de origen humano que replantean las hipótesis sobre el poblamiento de América, informó el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). El descubrimiento sitúa la llegada de los primeros pobladores al continente hace 21.000 años, es decir, 5.000 años antes de lo que se creía, dijo el organismo de investigación en un comunicado.

El fósil fue hallado por Guillermo Jofré, un autodidacta de la paleontología que tiene a su cargo el «Repositorio Paleontológico Ramón Segura» de la ciudad de Merlo, ubicada en la periferia oeste de la ciudad de Buenos Aires.

“Lo primero que me llama la atención es que había un montón de marcas y que todas las verduras tenían un patrón, eso no lo hace un animal, ahí hay inteligencia”, dijo Segura.

Al hombre le llamaron la atención las singulares características que presentaba el hallazgo: múltiples rayitas en los huesos y osteodermos (placas óseas) que no parecían ser aleatorias, como pueden ser las marcas del ataque de otro animal o la acción de roedores sobre los huesos fosilizados, sino que seguían patrones uniformes.

El equipo de investigación se valió, por un lado, de datos científicos que ya se contaban para el sitio del hallazgo, ya que justo debajo del lugar donde estaba el esqueleto se había encontrado un tipo de caracol que databa de 32.000 años atrás, y apenas por encima del cuerpo el fechado radiocarbónico -un método que se basa en la medición de la cantidad de carbono-14 que contiene un material- del sedimento marcaba 17.000 años.

“Dos preguntas fundamentales, una marcada por el hecho de qué fue quien hizo esas marcas y otra muy importante fue la cronología, la antigüedad que tenía. Los restos de los especímenes fueron enviados a Francia y fueron fechados con una antigüedad de 21.000 años. Este aporte nos dió una información de una problemática fundamental que se discute en la arqueología de América, que es el poblamiento por parte de los seres humanos del continente Americano”, explicó Mariano del Papa, antropólogo.

En vida, el animal era un acorazado de mediano a grande, con un peso de alrededor de 400 kilogramos, 90 centímetros de alto y un largo total, contando cráneo, coraza y tubo caudal, de 1,30 metros. Según el equipo de profesionales, el esqueleto estaba panza arriba, y los patrones de las marcas sugieren un claro origen humano, con pasos intuitivos que tuvieron el objetivo de sacar los músculos más prominentes y comerlos.

Por: Xinhua.