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La deforestación amenaza a los indígenas que habitan el Gran Chaco

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Paraguay.

Hay 500 kilómetros desde Asunción hasta Chaidi en el oeste de Paraguay. Tagüide Picanerai los recorre cada 15 días por carretera para visitar a su comunidad, formada por los ayoreos que fueron saliendo forzosamente del bosque desde los años 1980. Es una cuestión de que ellos han decidido voluntariamente no tener contacto ni siquiera con nosotros mismos.

“Yo creo que después del último contacto en el 2004, ya han pasado casi 20 años, lo cual hasta hoy día ni siquiera sabemos directamente de ellos, sino que indirectamente, a través de las huellas de rastro en la selva, en los árboles”, explicó Tagüide Picanerai.

Los familiares de Tagüide y de recorren el corazón del Gran Chaco en grupos de unas 50 personas, cazando y recolectando. Ejercen su derecho a la autodeterminación y mantienen su sistema de vida nómada reconocido por la Constitución paraguaya.

Es el único pueblo indígena que tiene comunidades aisladas fuera de la Amazonía, pero su existencia depende de que se detenga la deforestación en el segundo bosque más extenso de América del Sur. “Proteger no solamente el bosque, sino que también la vida de ellos.  Porque yo creo que, sin el bosque de nuestras zonas, ellos tampoco tendrían la seguridad de convivir con la naturaleza y estar tranquilo en esta zona”, subrayó Tagüide Picanerai.

La comunidad de Chaidí, que significa refugio, intenta cuidar el aislamiento de sus parientes. Muchos son hijos o nietos de quienes se vieron obligados a salir del bosque hace décadas, como los padres de Demetrio, el docente de la comunidad, que caminaron durante tres meses para llegar aquí hace 27 años.

“Como todo el mundo merece respeto, los indígenas merecemos respeto también. Y hoy en día su vida corre riesgo, porque hay pobladores que invaden su tierra y a veces no hay fondo económico para el tema del combustible de los camiones, pero ellos necesitan apoyo, tanto del gobierno como del extranjero”, contó Demetrio Edoumai.

Pero la ganadería intensiva y el agronegocio avanzan sobre el bosque en Paraguay, el segundo país con más deforestación de Sudamérica después de Brasil, según el sistema satelital Global Forest Watch. “Y toda esta zona prácticamente se deforestó, acá se ve que se están echando los pequeños bosques de sobra. Y sabemos que esto mata la biodiversidad y para nosotros lentamente el mundo”, destacó Tagüide Picanerai.

Especialistas en conservación ambiental concuerdan con los ayoreos. Su supervivencia depende de que la deforestación se detenga y se garanticen sus títulos de tierra. 

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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