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El aborto en Venezuela, entre la criminalización y el tabú

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Venezuela.

«Una pierde su vida pariendo, pariendo y pariendo”, dijo María. De 26 años y madre de cinco niñas, está venezolana vive en pobreza extrema con sus dos hijas menores en un barrio popular de Caracas. Una de ellas tiene 10 meses y las tres hijas mayores viven con su abuela. En su tercer embarazo trató de abortar, algo ilegal en Venezuela.

“Con la niña de tres años intenté zafarme, tomé preparados de aguacate, remedios caseros y no se me salió, pues yo decidí que la iba a tener. Era comprar las pastillas porque las pastillas dicen que son más efectivas, pero mi miedo era meterme esas pastillas porque podía ir a un hospital y aquí tú no puedes hacer eso porque te meten presa, te dejan presa y por eso no tomé esas pastillas”, contó.

Venezuela, país católico y conservador, sanciona el aborto provocado con cárcel hasta por seis años. Según leyes de 1926 reformadas en 2005, la pena se condona si se hace para salvar la vida de la madre o se reduce bajo el vago concepto de “proteger el honor de la mujer y su familia».

En contraste, hay casos como el de una maestra detenida en 2020 por asistir el aborto de una adolescente de 13 años, embarazada tras una violación. La profesora estuvo nueve meses bajo arresto, el violador quedó libre. En hospitales públicos el aborto es imposible, pero centros privados cobran hasta $1,000 dólares por practicarlo clandestinamente.

“Nosotros sabemos que es ilegal, pero también se sabe que en la sociedad que también lo hacen, pero ¿quienes lo hacen? Las personas que tienen los recursos necesarios para ir a un personal de salud calificado y le puede hacer la interrupción del embarazo”.

Mujeres que pierden bebés deseados o que quedan embarazadas por falla de sus métodos anticonceptivos también enfrentan riesgos.

“Y de inmediato la respuesta fue: ‘Yo no hago esos procedimientos, yo no hago interrupción. Asume tu responsabilidad’. Yo fui a PLAFAM, y la actitud fue que yo me sentí adolescente ¿hice algo malo?”, contó Zarina, una mujer en Venezuela que quedó embarazada pese a que tomó pastillas anticonceptivas.

“Yo siento que quienes me atendieron siempre sospecharon de mí, o sea, siempre, tú llegas con un aborto, no importa que que tengas 39 años que tengas tanta edad no, no importa siempre van a sospechar de que tú te provocaste un aborto”, dijo Ketsy Medina, quien perdió su primer embarazo deseado en las novena semana.

En Latinoamérica el aborto está despenalizado en Argentina, Colombia, Cuba, México y Uruguay, pero el tema nunca ha sido prioridad en 24 años de Gobierno del Chavismo, pese anuncios de que legislaría sobre el asunto. El activismo en favor del tema ha aumentado, pero ha sido perseguido por la policía.

“Para las compañeras feministas, desde hace tres o cuatro años, de manera novedosa para la escena política venezolana, ha tomado la calle de manera masiva y voluminosa y ha puesto el tema en la opinión pública”, apuntó Claudia Rodríguez, activista de la ONG feminista “Mujer en Lucha”.

Según datos de la ONU, casi la mitad de los embarazos en el mundo no son deseados y 60% termina en un aborto. El 45% de las interrupciones se realizan de manera insegura. Venezuela no publica cifras de salud, incluidos los casos de aborto.

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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