México.
Al resoplar del caracol ceremonial «atecocolli», miembros de pueblos originarios de México piden a Tlaloc, el dios de la lluvia entre pueblos prehispánicos, que conceda la llegada del agua ante la severa sequía que enfrenta el país y que impide que los sembradíos prosperen.
Una ceremonia propiciatoria de agua efectuada en la zona arqueológica de Cuicuilco, uno de los asentamientos prehispánicos más antiguos en la zona sur de Ciudad de México, fue llevada a cabo por más de un centenar de integrantes de las etnias kumiai, nahua, otomí, totonaca y wixárika.
“Ya es una tradición milenaria, entonces no se ha perdido, esperemos que no se pierda, seguimos trabajando arduamente, ahorita ya hay un poquito más de conciencia, porque pues ya estamos padeciendo los estragos de ese líquido vital”, dijo la danzante mexicana Cecilia Valencia.
El ritual tiene también por objetivo que los agricultores tengan una buena cosecha, pues la falta de agua en casi todo México ha reducido la producción de alimentos y los ingresos económicos de las familias.
“Ahorita venimos a hablarle a Tláloc y a Chalchiuhtlicue, su esposa, que nos concede que llegue la lluvia para que el maicito crezca y haya muchas variedades de quelites para que ya México sea un país sano, que no nos enfermemos de nada, pero hay que consumir lo que la madre tierra nos da”, relató la agricultora y artesana mexicana, Amalia Salas.
Para los practicantes de estos rituales cada elemento tiene un significado dentro de la ceremonia, por ejemplo consideran que los fuegos artificiales alejan a los malos espíritus y que la música llama las esencias, mientras que las banderas pequeñas retiran las malas vibras.
“Detrás de todo esto hay un sincretismo, un misticismo. Nuestros antepasados creían mucho. en lo que es o creemos, aún todavía los que quedamos, impedir a través de nuestro rezo, a través de ofrendar nuestro cansancio, nuestro ayuno, nuestro sudor, hasta nuestras lágrimas para que las energías, todo es energía, nosotros somos energías, estamos hechos de polvo de estrellas, entonces toda la energía fluye”, destacó Valencia.
Al terminar las danzas ancestrales, representantes de cada pueblo subieron al basamento principal del Otrora edificio prehispánico de Cuicuilco, para dejar las ofrendas ataviados con pulseras, collares, rebozos y huipiles, acompañados de sonidos de tambor, sonajas y cánticos.
La sequía es un problema que afecta a México desde hace varios años por la falta de lluvia y el aumento de las temperaturas, según la Comisión Nacional del Agua.
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