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Desechos plásticos cubren santuario de aves en isla del Golfo de Fonseca

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Isla de los Pájaros, Honduras.

Una garza recién nacida agita sus pequeñas alas tras romper el cascarón en un nido rodeado de botellas de plástico y otros desperdicios en una isla del Golfo de Fonseca, en el Pacífico centroamericano.

Colmada de bulliciosas aves marinas, la Isla de los Pájaros forma parte de la reserva de la Bahía de San Lorenzo en este golfo de aguas turquesas que comparten Honduras, El Salvador y Nicaragua.

Miles de garzas, gaviotas, pelícanos, fragatas, espátulas rosadas y otras aves se reproducen en medio de un concierto de sonidos en los nidos construidos en las ramas de los mangles de esta isla hondureña de apenas 2,5 hectáreas.

Pero al lado del nido donde nació el polluelo de garza, hay media docena de botellas de plástico y otros desperdicios que llegaron flotando a la isla.

La basura, principalmente plásticos, llega desde tierra firme después de ser arrojada a los ríos que cruzan ciudades y pueblos de Honduras y, eventualmente, de El Salvador y Nicaragua.

Una docena de islas y varios islotes tiene este golfo de 3.200 kilómetros cuadrados, escenario en décadas pasadas de disputas territoriales, donde desembocan cinco ríos que cruzan los países ribereños.

«Tardan en degradarse»

Para limpiar la basura de las islas se unieron la ONG Comité para la Defensa y Desarrollo de la Flora y Fauna del Golfo de Fonseca, el estatal Instituto de Conservación Forestal de Honduras (ICF) y los municipios costeros de San Lorenzo y Marcovia, en los que hay decenas de aldeas de pescadores.

Tras zarpar en una lancha desde el puerto hondureño de San Lorenzo, una veintena de funcionarios y voluntarios ponen pie en la isla.

Bajo un sol ardiente, se internan en ella agachándose bajo los arbustos de mangle, desde cuyas raíces van retirando envases plásticos, botellas de vidrio y otros desperdicios.

Los echan en sacos de fibra para trasladarlos a basurales municipales en San Lorenzo y Marcovia.

«Estos desechos sólidos […] tardan años en degradarse«, indica a la AFP la técnica ambientalista Helen Castillo, del ICF.

En el Golfo hay «cinco de las siete especies de mangle que existen a nivel mundial, entonces es uno de los objetos de conservación dentro del área protegida», expresa a la AFP el también técnico ambientalista Carlos Zorto, de la ONG participante en la limpieza.

«Es de suma importancia la protección de estas áreas […] por la gran diversidad de especies«, que «se prestan para que se lleve a cabo el proceso de reproducción» de las aves, agrega.

El Golfo de Fonseca es refugio de aves migratorias que llegan a reproducirse y de variedades de peces, como robalo y pargo. También de cangrejos, camarones y varios moluscos, y así como reptiles como iguanas y garrobos.

«Somos vulnerables»

Buena parte de la basura arrojada a las calles de ciudades y pueblos del centro y sur de Honduras va a dar a los ríos, que la transportan hacia el mar, explica Castillo.

«Hemos visto tortugas marinas que en el orificio de la nariz se les ha visto incrustado un tenedor plástico o una cuchara plástica, que [las] lleva hasta la muerte», agrega.

Cuando suben las mareas, arrastran los desechos a estas islas, dice.

El jefe del proyecto de limpieza por la ONG, Adán Rivas, explica que también recolectarán desechos con miembros de comunidades costeras para lograr «una acción de mayor alcance».

«Somos los que recibimos el mayor impacto al ser países vulnerables y en este caso en Honduras estamos viendo sequías, inundaciones» y «la disminución de algunas especies» marinas, indica Rivas a la AFP.

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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