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Cerrar los neuropsiquiátricos: la deuda olvidada de Argentina

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Argentina.

Casi tres décadas después de escapar del Hospital Borda, el centro neuropsiquiátrico más reconocido de Argentina, la voz de Eduardo Codina todavía se resquebraja al recordar aquellos 12 años que estuvo internado por razones que prefirió olvidar.

«Me sentía muy lastimado. Yo tenía conciencia de lo que me sucedía, entonces tenía que tomar una decisión: quedarme en la calle o terminar muerto por exceso de psicofármacos», externó Eduardo.

El 2 de diciembre del 2010, la Ley Nacional de Salud Mental obligaba a cerrar todalas instituciones psiquiátricas de Argentina, entre ellas el Hospital Borda, en un plazo de diez años, pero el objetivo está lejos de haberse cumplido: un total de 162 centros de ese tipo, coloquialmente conocidos como ‘manicomios’, siguen abiertos y 12.035 personas permanecen internadas, según cifras oficiales.

Eduardo Quiroga, abogado de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), considera que aunque ha habido cambios del trato y el personal, está comprobado que los centros empeoran la salud en los pacientes: «Es una lógica que implica la segregación social, la pérdida de lazos sociales, la exclusión del mercado de trabajo, la violación a los derechos humanos y el sometimiento a tratos crueles, inhumanos y degradantes».

La provincia de Buenos Aires, el distrito con más usuarios del país, anunció a finales del 2020 la construcción de «una provincia libre de manicomios», prohibiendo nuevas hospitalizaciones en los pabellones de larga estadía. Sin embargo, las autoridades consideran que el cierre de los manicomios es solo una parte de la problemática.

Así lo manifiesta Julieta Calmels subsecretaria de Salud Mental bonaerense: “la transformación de los manicomios es una pieza dinamizadora de algo mucho más complejo que es la reforma del modelo de atención de salud mental”.

Esta legislación también ofrece amparo jurídico para que las personas con padecimientos mentales puedan tener una vida independiente, como es el caso de Eduardo Codina, que ahora aspira a cumplir el «sueño» de su madre fallecida: contar con una vivienda en propiedad.

Por: EFE.

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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