Desde el Caribe hasta el Ártico, microplásticos diminutos que causan gran daño al medio ambiente están pasando desapercibidos en la capa más superficial del ecosistema marino.

Un estudio publicado este mes en la revista Marine Pollution Bulletin revela que el 60 por ciento de plástico encontrado en muestras de agua son microplásticos diminutos menores de cinco micrómetros, una unidad de medida mil veces más pequeña que un milímetro.

En aproximadamente once a quince litros procedentes de tres localidades –cerca del río Manzanares en la costa noreste de Venezuela, el mar de Chukchi en el océano Ártico Pacífico, y la Corriente del Golfo entre Florida y Nueva York– se encontraron 304 partículas.

Ninguna de ellas tenía más de 53 micrómetros, y el material de Venezuela resultó ser aproximadamente diez veces más numeroso que en las otras regiones. Según el estudio, muy probablemente debido a que se trata de una región costera con mayor actividad humana.

Este hallazgo contrasta con investigaciones anteriores que lograron capturar más fácilmente partículas mayores de 300 micrómetros, debido a las técnicas de análisis utilizadas.

“Los polímeros más abundantes fueron el polipropileno (PP), el poliestireno (PS) y el tereftalato de polietileno (PET), en consonancia con la composición de los residuos plásticos generados a nivel mundial”, destaca el equipo.

Según el biólogo marino Luis Medina Faull, primer autor del trabajo vinculado a la Universidad Stony Brook de Nueva York, Estados Unidos, la hipótesis principal es que este material muy pequeño sea resultado de la fragmentación de plásticos más grandes que han estado en la naturaleza durante más tiempo.

“Después de un análisis, lo más probable es que pedazos más grandes de plástico se estén fragmentando y degradando en el ambiente, produciendo partículas más pequeñas que también se están deshaciendo”, explica Faull.

Generalmente, las técnicas disponibles filtran el agua y recurren a reacciones químicas para la identificación de los elementos, que no son perceptibles para el ojo humano. Esto suele funcionar con partículas más grandes de plástico.

Sin embargo, los microplásticos diminutos menores de 300 micrómetros se mezclan con otros elementos, como materia orgánica, lo que hace que su identificación sea muy difícil. Los científicos utilizaron también una metodología específica con láser para hacer que el material reaccione a la luz y así poder identificarlo.

“Desde el punto de vista biológico, estas partículas más pequeñas representan un mayor riesgo que las más grandes, porque pueden adherirse, por ejemplo, a bacterias patógenas, transportándolas a través del camino. Los pedazos más grandes de plástico se acumulan y bloquean los órganos de los peces, citando otra situación, pero las partículas más pequeñas pueden atravesar los tejidos”, advierte Faull.

En Venezuela, un estudio de 2023 publicado en la Revista de Biología Tropical ya había encontrado en el estado de Sucre –la misma localidad de recolección del estudio de Marine Pollution Bulletin–, microplásticos menores de un milímetro en cerca de 600 de un total de 800 ejemplares analizados de una especie de pez muy comercializada para consumo humano, la Sardinella aurita.

“Probablemente, la mayoría de los materiales plásticos que inundan los ambientes marinos sean estos muy pequeños, que son más difíciles de filtrar en las muestras. El animal ingiere muchas de estas partículas a través del agua, y estas dan la impresión de que el pez está satisfecho. Es decir, conlleva una mala nutrición para el animal”, advierte Ivis Fermín, autora del estudio sobre la Sardinella e investigadora del Instituto Oceanográfico de Venezuela de la Universidad de Oriente.

Dado que la investigación de 2024 advierte que los plásticos más grandes se están fragmentando, es probable que varios países de América Latina también estén enfrentando la misma situación. En la Corriente del Golfo, por ejemplo, el agua se transporta hacia el norte, lo que contribuye a la dispersión de los microplásticos diminutos.

Un informe de 2023 del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estima que hasta 2021, Brasil, México, Argentina, Venezuela y Colombia fueron los países que más materiales sólidos produjeron por año, incluidos los plásticos. Muchos de estos terminan en ríos que desembocan en los mares, como el Manzanares.

El ingeniero Joaquín Benítez Maal, director de Sustentabilidad Ambiental de la Universidad Católica Andrés Bello en Venezuela, que no participó en el estudio de 2024, advierte que es necesario reducir el uso de plásticos de rápida eliminación y mejorar la recolección de residuos urbanos.

“Se necesita una gran inversión para que este material llegue a vertederos bien administrados. Y, por supuesto el reciclaje debe convertirse en un hábito diario en las ciudades“, enfatiza.

A pesar de que el reciclaje debe ser una actividad rutinaria, solo el 2 por ciento de la basura venezolana se separa y recicla correctamente, según datos de 2022 de la ONG Transparencia Venezuela.

“Si encontramos tantas partículas pequeñas en casi quince litros de agua, encontrando entre cinco y seis veces más elementos que en estudios anteriores, es posible estimar la cantidad en volúmenes mayores. Educar a la gente es importante, pero la industria del plástico debe ser la principal responsable”, advierte Faull.