México.
Con 167.548 toneladas de desechos plásticos ingresados ilegalmente a través de su frontera norte solo en 2021, México es el principal destino en América Latina para ese tipo de basura generada en los Estados Unidos. Entre 2018 y 2021, se registró un incremento de 121 por ciento en la entrada de deshechos plásticos al país para su supuesto reciclaje.
Las cifras son de la nueva plataforma mexicotoxico.org.mx, de la Colectiva Malditos Plásticos que, junto a otras organizaciones civiles, monitorean el “colonialismo de la basura” que ejerce Estados Unidos sobre su país vecino al enviar toneladas de residuos a través de la frontera. Aunque México también recibe residuos de otros países de Europa y Asia, el 94.1 por ciento proviene de su vecino norteño.
Según Marisa Jacott, directora de Fronteras Comunes (organización miembro de la Colectiva), existe una falta de seguimiento a los desechos que entran a México una vez que pasan la frontera. Ante esta incógnita, una de las hipótesis que manejan es que algunos de estos residuos terminan en los hornos de las empresas cementeras a lo largo de todo el país.
A la práctica de usar residuos peligrosos y de manejo especial como combustible para la elaboración de cemento se le conoce como “coprocesamiento” y aún no está legislada. Introducir estos desechos al horno les permite a las industrias cementeras ahorrar costos en combustible.
Según un informe de la empresa Cementos Mexicanos (CEMEX), en 2020 quemaron 2,7 millones de toneladas de residuos en sus hornos, ahorrándose US$135 millones en combustible.
Pero México no es el único país de destino de estos desechos: Ecuador es otro caso paradigmático en la región, al ser el segundo mayor importador de residuos desde Estados Unidos, con 8 mil toneladas en el año 2020, explicó a SciDev.Net Larisa de Orbe, quien también pertenece a la Colectiva Malditos Plásticos. Y precisó que lo preocupante del caso ecuatoriano es que se trata de un país más pequeño que México.
En conferencia de prensa para lanzar la plataforma mexicotoxico.org.mx, las expertas se refirieron a estos casos como un ejemplo del “colonialismo de la basura”, “una forma de dominación, explotación e injusticia ambiental que estamos viviendo los países de América Latina, generada por los movimientos transfronterizos de residuos peligrosos y plásticos, los cuales generalmente están dirigidos desde países desarrollados hacia países que no lo son”, precisó Jacott.
La abogada de Orbe, agregó que se trataría de una entrada ilegal, debido a que viola algunos artículos del Convenio de Basilea que estipula que el comercio de algunos tipos de residuos no se puede efectuar con países que no forman parte del convenio, como es el caso de los EE.UU.
Aunque el incremento en la cantidad de residuos que se importan a México es reciente, el uso de desechos como combustible no lo es.
La ingeniera ambiental Gloria González de la Universidad Veracruzana de México, quien no pertenece a la Colectiva, recuerda una visita que hizo en 1995 a los hornos de la empresa cementera Cruz Azul en Tula de Allende, Hidalgo, un municipio al centro del país, donde ya se estaban usando solventes para el coprocesamiento.
Ella relata que en esa época las industrias cementeras apenas comenzaban a probar este método. “Dio tan buen resultado que ahora la mayoría de las plantas de cemento están incorporando a su proceso residuos tanto urbanos como de manejo especial y algunos peligrosos, como los solventes o el coque, los aceitas gastados también”, explica.
Añade que el coprocesamiento para la elaboración de cemento es una solución a la necesidad de otras industrias de colocar sus desechos, ya que “las empresas [generan] una cantidad tremenda de residuos de manejo especial y no tienen opciones de a dónde llevarlos”.
Por otro lado, organizaciones como la Red Internacional de Eliminación de Contaminantes (IPEN por sus siglas en inglés), advierten de los riesgos del coprocesamiento para las personas que viven cerca de las cementeras.
En uno de sus informes, IPEN cita un estudio, publicado en 2019, donde se encontraron contaminantes orgánicos persistentes en la leche materna de mujeres que vivían cerca de una incineradora de residuos municipales en China.
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