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Ortorexia nerviosa, cuando el comer sano se vuelve obsesión

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Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC

La palabra ortorexia proviene de los términos griegos orthos que significa correcto o acertado, y orexis que quiere decir apetito o nutrición, por lo que se traduce como apetito correcto, es decir, tiene relación con la alimentación saludable, si las personas se preocupan por tener todos los nutrimentos necesarios para su día a día, según sus actividades laborales o escolares.

Sin embargo, desde hace algunos años se ha estudiado la ortorexia nerviosa, que es más una obsesión enfermiza por el consumo de alimentos saludables, precisa la doctora Rocío Ivonne de la Vega Morales, profesora de la Facultad de Psicología durante la charla  La ortorexia, qué es y cuáles son sus consecuencias psicológicas.

Quienes la padecen mantienen una obsesión enfermiza por el consumo de alimentos saludables, que incluso los lleva a consumir exclusivamente sólo aquellos que provienen de la agricultura ecológica, es decir, que estén libres de componentes transgénicos, sustancias artificiales, pesticidas, herbicidas, así como evitan el consumo de carne porque los animales al ser maltratados pueden generar sustancias dañinas para el organismo.

“La ortorexia comienza como un intento de comer más saludable, pero la persona con la ortorexia nerviosa se vuelve más y más obsesiva por qué y cuánto comer […] y su autoestima se ve envuelta en la pureza de su dieta, por lo que con frecuencia se sienten superior a otros”, puntualiza la especialista.

En personas con este tipo de condición los problemas sociales son más evidentes, ya que generalmente se aíslan y planean su vida alrededor de la comida. La mayor parte de su tiempo lo dedican en planificar su ingesta de alimentos, e incluso se vuelven intolerantes a las   creencias alimentarias de otras personas.

Se aislan socialmente porque esta forma de alimentarse hace que no quieran ir a reuniones y estar con otras personas a la hora de la comida, pues se sienten muy angustiados por lo que van a comer y esto puede llevarlos a presentar síntomas de ansiedad.

Además, pueden perder la capacidad de comer intuitivamente, es decir, a saber cuando tienen hambre, la cantidad que necesitan y cuando están satisfechos. “Pierden esa sensación a nivel fisiológico, por lo que no comen de forma natural, ya se vuelve como un ritual, pero tiene que ser con las especificaciones que ellos consideran adecuadas”.

Medir la obsesión

La ortorexia nerviosa no está clasificada dentro del DSM5 (manual en el que se encuentran categorizados los trastornos mentales) ni del CIE-10 (Clasificación Internacional de Enfermedades). Algunos trabajos de investigación apuntan que hay controversia en cuanto a si se trata de «un trastorno alimentario único o una consecuencia del desenlace de éste o un proceso obsesivo-compulsivo”.

La manera de evaluarla ha sido a través pruebas como la de Ortorexia de Bratman (BOT) y la ORTO-15, enfocadas en examinar el comportamiento que tiene una persona hacia la alimentación saludable, así como su obsesión por seleccionar y preparar los alimentos y sus hábitos de consumo.

La doctora De la Vega Morales explica que existen algunas características en las que se podría relacionar la ortorexia nerviosa con trastornos de la conducta alimentaria –ya catalogados dentro del DSM5– como la anorexia nerviosa. Algunas son preocupación por la comida y la alimentación, pérdida de peso, rasgos de personalidad ligados al perfeccionismo, rigidez en su pensamiento, necesidad de control y ansiedad elevada ante el consumo de algunos alimentos.

No obstante,  la ortorexia nerviosa no es considerado aún un trastorno de la conducta alimentaria a diferencia de la anorexia nerviosa, dado que en ésta sí existe una percepción errónea de su aspecto físico, mientras que en la primera la preocupación mayor se centra en la calidad de los alimentos para mantener una dieta equilibrada y sana.

Investigación y tratamiento

Existen algunos grupos en los que se ha visto mayor presencia de ortorexia nerviosa, por ejemplo, en las personas que practican yoga, los cantantes de ópera, músicos de una orquesta sinfónica, bailarines de ballet, atletas, médicos, nutriólogos y estudiantes de Medicina, explicó la doctora De la Vega Morales.

En México, se realizó un estudio en el que participaron más de 900 estudiantes mexicanos de entre 18 y 28 años, en los que se midió prevalencia de la ortorexia nerviosa, a través de la Orto-14-MX, una versión adaptada de la ORTO-15. Entre los resultados que se encontraron se encuentran que 68.1% de la muestra presentaba indicadores de un comportamiento caracterizado por una gran preocupación y deseo de alimentarse de forma saludable.

Otro estudio realizado en estudiantes colombianos analizó el papel de las redes sociales y la prevalencia de la ortorexia nerviosa. En él se incluyó a 470 alumnos y se encontró que 52% de los participantes presentó conductas ortoréxicas y mostró que hay una asociación significativa entre seguir cuentas de redes sociales que brindan información sobre alimentación y presentar ortorexia nerviosa.

La investigación también concluyó que particularmente la red social Instagram tiene mayor relación con la presencia de conductas ortoréxicas.

“Esto se debe a múltiples factores entre los que se encuentra la publicación de imágenes relacionadas con la figura y los alimentos, la percepción de lo saludable y la libertad de los usuarios para elegir qué cuenta deciden seguir; estos factores los pueden llevar a presiones sociales para ajustarse a dichos comportamientos y tendencias que publican en las diversas cuentas”, puntualizan los investigadores.

Es importante identificar los síntomas de la ortorexia nerviosa, ya que existen consecuencias físicas como la desnutrición, anemias, hiper o hipo vitaminosis, es decir, falta de vitaminas en el cuerpo, osteoporosis, altos niveles de estrés y ansiedad y carencia de oligoelementos como el boro, cromo, cobalto, flúor, hierro o manganeso,

El tratamiento que existe hasta el momento es interdisciplinario y debe ser guiado por médicos, psicólogos y nutriólogos, así como estar orientado hacia una terapia cognitivo conductual “porque precisamente nos va a ayudar a modificar esas creencias distorsionadas que tienen estos pacientes sobre la alimentación, es volverlos a llevar a que ellos puedan consumir todo tipo de alimentos de forma adecuada sin estos rasgos obsesivos”, concluye la doctora Rocío Ivonne de la Vega Morales.

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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