Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC
Hace algunos años surgió la idea de que existía el “suicidio maya”, es decir, que históricamente las personas originarias de esta cultura –principalmente en estados como Yucatán, Quintana Roo y Campeche– se quitan la vida en mayor proporción que otras.
Esta problemática empezó a analizarse desde los ámbitos médicos y psicológicos. Las autoridades, los académicos y los medios de comunicación empezaron a documentar su existencia. Incluso se llegó a mencionar que existía un “gen suicida” que podría estar en el ADN de esta población.
Una situación que contribuyó a considerar este tipo de muertes como algo particular de la población maya del sureste mexicano es que dentro del Códice Dresde –un documento que tiene aspectos relacionados con los mayas– se observa la imagen de la diosa Ixtab con una soga enredada en el cuello. A mediados del siglo XX, algunos investigadores supusieron que esta figura era la diosa del suicidio. Sin embargo, en la actualidad esta idea ha sido debatida.
Otro hecho que ha impulsado diversas investigaciones sobre este fenómeno es que en los últimos años estados como Yucatán han registrado una alta tasa de suicidios. Por ejemplo, según el Inegi, en 2022 en esa entidad hubo 366 casos, 91% de ellos fue por ahorcamiento. Actualmente es el segundo estado con mayor índice de suicidios en el país.
Aunque en principio las autoridades lo vieron como un problema de salud mental, que tendría que tratarse a través de políticas públicas enfocadas en la prevención, hoy se han agregado otras miradas a dicho análisis, por ejemplo, desde la antropología y la etnografía.
El maestro Mundo Alberto Ramírez Camacho, doctorante del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, estudia el suicidio en comunidades yucatecas, principalmente en Cuncunul y Chemax.
En entrevista con Ciencia UNAM, explica que como parte de su acercamiento etnográfico –en donde buscaba observar y describir cuáles eran las costumbres y tradiciones de esos lugares– acudía a esos sitios para entender el significado del suicidio para sus habitantes, qué tipo de rituales hacían alrededor de esta práctica, qué pasaba después de que una persona se quitaba la vida o cómo se expresaban sobre el caso.
En el artículo “Recordando los rituales. Lo que se debe saber y hacer en relación con la muerte por ahorcamiento entre los mayas yucatecos”, el etnógrafo señala la importancia de “la mirada principal”, que es la que ofrece “el propio actor social del evento; es decir, aquellas personas que entienden, observan, sienten […] la muerte por ahorcamiento”.
Su percepción del suicidio
Desde la visión antropológica y etnográfica es importante analizar el suicidio a partir de los aspectos culturales y de sociabilidad, así como conocer la opinión de los mayas sobre la muerte, la vida, su propio cuerpo, el alma.
Uno de los hallazgos del maestro Ramírez es que en estas comunidades el suicidio es catalogado como una muerte malograda, pues se considera que una persona tiene una función en la vida: nacer, aprender un oficio, trabajar, casarse, formar una familia… Sin embargo, si se quita la vida, esta meta se trunca.
“Queda una carga de que cortó el camino, no terminó; porque además para ellos es importante llegar a la vejez y ser el abuelo o la abuela que después vuelva a cuidar a los nietos; y si esto se rompe, desampara a los hijos y hay connotaciones negativas”.
Los mayas consideran que este tipo de muertes es resultado de entidades malignas. Por ejemplo, cuando alguien se quita la vida el lugar en donde fallece es considerado un sitio “malo”, la gente no pasa por ahí e, incluso, si ocurre en una casa, la familia que la habita opta por abandonarla.
El sociólogo francés Émile Durkheim (1858-1917) definió el suicidio como la acción de quitarse la vida de manera consciente. Es decir, esto implica que hay una voluntad de la persona, una planeación, una conciencia, e incluso se piensa en el método.
Entre los mayas esto no siempre funciona así, precisa el maestro Ramírez Camacho, pues “la voluntad no necesariamente está implícita en una muerte que puede clasificarse como suicido. […] La gente no necesariamente decía ‘se mató’, sino ‘se murió’, en tercera persona, o el mal lo hizo”.
Cabe destacar que el “mal” no es un concepto religioso ni moral entre los mayas. Para ellos en el suicidio están implícitos diversos factores en los cuales la persona no se quita la vida por voluntad propia, sino porque “agarró un aire”, “le hicieron brujería”, “nació con el cordón umbilical enredado en el cuello” o “pasó por un lugar en donde encontró una entidad negativa”. Todos esto hace que la persona pierda su voluntad y no sea consciente del acto que está llevando a cabo.
En el artículo “De violencia y estereotipos. Visiones en torno a la muerte suicida en poblaciones mayas yucatecas”, el etnógrafo detalla que en los mayas el suicidio no es producto directo de un acto voluntario:
“Éste puede ser generado por varios tipos de maldad, conocidos con el nombre de k’ok’o iik’ (mal viento) y k’aak’as ba’al (mala sangre). En términos genéricos, estas maldades son espíritus nefastos o entidades predatorias que logran vulnerar la voluntad y el criterio de un sujeto, o bien, estas maldades pueden ser parte de las entidades que conforman el cuerpo maya, el cual, al sufrir un ahorcamiento o ‘suicidio’ salen del cuerpo y atacan a personas de la familia y de la localidad”.
Trabajar desde la interculturalidad
Como parte de su trabajo de investigación se acercó a los mayas para entender este fenómeno mediante la observación y pláticas con distintos miembros de las propias comunidades.
Concluye que el suicidio entre los mayas es un fenómeno multifactorial, en el que deben analizarse aspectos médicos y psicológicos, pero también culturales, sociales, históricos y aquellos que tengan relación con sus creencias, su forma de vida y de entender el mundo.
Algunas perspectivas en estas comunidades apuntan a que la gente identifica señales desde el nacimiento. Si nace con el cordón umbilical enredado al cuello, lo toman como un designio, por lo que al momento del parto o unos pocos días después le realizan un ritual con su propio cordón umbilical para que no se quite la vida en un futuro.
“Esta información a veces está invisibilizada por el sector médico, y suele ser desdeñada y vista como creencias o costumbres, no se consideran como reales o como algo científico, sin embargo, funcionan para muchas personas y para ellos sí es real”.
Su propuesta es analizar el suicidio en los mayas desde la interculturalidad, vista no sólo como un diálogo entre especialistas, sino entre ellos y las personas que viven la problemática todos los días; además se deben respetar las ideas y epistemologías de las comunidades y asumirlas como parte del fenómeno con el fin de entenderlo.
“La antropología tiene un papel muy importante para estudiar el suicidio en esta población. Uno de los puntos que debe fortalecer en este tema es fungir como un intermediario para dar un valor a la voz y a la perspectiva de estas personas a la par de lo que se está diciendo en materia de política pública o de servicios de salud”.
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