Colombia.
El animalista de origen portugués Miguel Ángel Aparicio dirige la Reserva del Toro Bravo, que busca proteger la raza de los toros de lidia que, ante las restricciones de las corridas de toros en Colombia, son destinados a los mataderos, incrementando el riesgo de extinción de esta raza bovina.
Aparicio cuida de una vaca y seis becerros de distintas edades en la reserva que funciona dentro del Santuario Namigni, dedicado a la protección y jubilación de especies animales de granja antes utilizados en la explotación agropecuaria.
Ahora gestiona la llegada a la reserva de 6 individuos más, dos vacas y cuatro toros, del encaste Santa Coloma, reconocido como el más agresivo de los utilizados en las corridas de toros.
“Son animales muy complejos, son animales muy especiales que están en riesgo, porque si por un lado en las plazas de toros obviamente están en riesgo de terminar maltratados y muertos, por otro lado, la prohibición de las corridas de toros los pone en riesgo de que terminen en el matadero de la misma manera, entonces el objetivo es asegurar que ni de una u otra manera terminen ellos mal”, explicó Miguel Ángel Aparicio.
El santuario y la reserva están ubicados en inmediaciones del municipio de La Calera y a tan solo 12 kilómetros de Bogotá. Allí, los toros y las vacas de lidia son alimentados con heno, melaza y concentrados, además de estar alojados en amplios espacios acondicionados para un desarrollo saludable.
Con sus propias manos y los recursos adquiridos en el santuario, Aparicio ofrece los cuidados necesarios a estos animales que en el mercado taurino alcanzaban precios de hasta 4.000 dólares, pero que ante la escasez de las corridas de toros son vendidos a los mataderos como carne de baja calidad.
Hacia el ecoturismo
“El futuro del toro de lidia tiene que ser un futuro de protección y de preservación, que no vuelvan a plazas de toros, que no sigan expuestos a ningún tipo de maltrato, pero que tampoco estén condenados a desaparecer de la manera más trágica posible. Entonces, es posible preservar la raza y sus encastes, es posible proteger estos animales y evitar que terminen en mataderos y es posible sostenibilizar esto a través de iniciativas de ecoturismo”; subrayó Miguel Ángel Aparicio.
El ambientalista hizo un llamado a los movimientos antitaurinos «para que se unan a este proyecto de una manera constructiva y no piensen que se trata solamente de prohibir, sino de proteger».
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