Por: Camilo Cortés-Useche, PhD (Colombia).

 

Querido lector, los últimos acontecimientos climáticos en gran parte del territorio nacional han estado saciados de agua, como si fuera el centelleo de tiempos libidinosos.

En un rincón alejado del mundo, donde las indomables cúmulos nimbus en el cielo tienen voluntad propia, donde las vaguadas tropicales provenientes del Atlántico se caen a pedazos como tirlangas, inundando campos y pensamientos, ahí es donde me gustaría situar este relato, el cual confieso que tiene un tinte lujurioso. De por sí, las gotas y el sonido del viento con su danza tentaban los oídos mortales a la entrega, sí, a la entrega del deseo con quien siempre lo deseaste.

Entre relámpagos y rayos azotando el firmamento y atravesando los cuerpos, los sueños se entrelazan con la realidad, en un sutil roce en la piel húmeda y cálida, logrando que la energía más profunda emergiera con toda la noche por delante.

La noche que de por sí incita a los latidos universales, invocando anhelos ocultos con ganas de transformarse en lienzos abiertos, donde los fragmentos de existencia se conectan, cuestionando el propósito de la existencia y la naturaleza de las conexiones humanas.

Entre ese manto de las lluvias, los sueños se convirtieron en olas, conectando destinos y corazones, unas veces para reflexionar sobre el sentido de la vida y otras tantas sobre los compañeros de vida.

El pasado 8 de junio se conmemoró el “Día Mundial de los Océanos 2024”, con un lema muy claro, alentar el despertar de nuevas profundidades del gigante azul. La conmemoración incluye un homenaje a una de las fuentes más vitales de vida y sustento para nuestro planeta: el océano.

Este vasto y misterioso cuerpo de agua es esencial no solo para la humanidad, sino para todas las formas de vida en la Tierra. A pesar de la dependencia crítica del océano por parte de la vida misma, los conocimientos y exploración apenas y alcanzan la superficie de su inmensa extensión, algunos científicos sugieren que se ha explorado sólo un 10 % de sus profundidades. Mientras los conocimientos sobre el océano son limitados, las consecuencias de las acciones en sus aguas son innegables y preocupantes.

Es imperativo la transformación de la relación con el océano sea más que nobleza pura y que sea con urgencia para protegerlo y conservarlo. Hasta la fecha, los esfuerzos han sido insuficientes, y el  despertar de las nuevas profundidades requiere más que voluntad y compromiso, requiere acción.

En conmemoración de este día significativo, las Naciones Unidas se unen a responsables de la toma de decisiones, científicos, ejecutivos del sector privado, representantes de la sociedad civil, comunidades indígenas, celebridades y jóvenes activistas. Con un lema de unidad se subraya la importancia de reconocer que la Tierra es más de lo que parece a simple vista, y que es crucial priorizar la salud y el bienestar del océano. Es un llamado a la acción sincera, un recordatorio de que se debe actuar ahora para asegurar un futuro sostenible para las generaciones venideras. Que este Día Mundial de los Océanos sea un despertar, una celebración y un compromiso renovado con la protección del invaluable océano.

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Ca­mi­lo Cor­tés- Use­che es bió­lo­go Ma­rino. Maes­tro en Ma­ne­jo de Eco­sis­te­mas Ma­ri­nos y Cos­te­ros, con doc­to­ra­do e in­ves­ti­ga­ción post­doc­to­ral en el área de las Cien­cias Ma­ri­nas. Su tra­ba­jo en el cam­po de la ges­tión y eco­lo­gía ma­ri­na en la Re­pú­bli­ca Do­mi­ni­ca­na le va­lió el re­co­no­ci­mien­to del “Pre­mio Dr. Alon­so Fer­nán­dez Gon­zá­lez 2020” a las Me­jo­res Te­sis de Pos­gra­do del CIN­VES­TAV en la Ca­te­go­ría Doc­to­ra­do. In­no­va­dor de la sos­te­ni­bi­li­dad, cien­tí­fi­co y dis­tin­gui­do por sus apor­tes en la con­ser­va­ción de la na­tu­ra­le­za. Du­ran­te los úl­ti­mos años ha li­de­ran­do coa­li­cio­nes para un mo­de­lo re­si­lien­te al cam­bio cli­má­ti­co ba­sa­do en la cien­cia, con una idea fir­me del desa­rro­llo so­cial jus­to.