Iberoamérica.
Los artefactos fabricados con piedras o estructuras óseas ofrecen información sobre el comportamiento y la cultura de los humanos en el Paleolítico. Los objetos fabricados con huesos o dientes de animales son especialmente interesantes porque son porosos, lo que permite que penetren fluidos corporales que contienen ADN, como el sudor, la sangre o la saliva.
Este material genético, a su vez, se puede utilizar para deducir quiénes fueron los fabricantes o los usuarios de esos artefactos. Sin embargo, la extracción de ADN de material esquelético antiguo puede destruir o alterar los especímenes, al someterlos a métodos agresivos de extracción, lo que dificulta la vinculación de estos objetos a individuos humanos concretos.
Para solucionarlo, un equipo internacional de investigadores liderado desde el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania) desarrolló un método no destructivo para extraer el ADN, en el que los objetos se sumergen en una solución tampón de fosfato sódico mientras se aumenta gradualmente la temperatura.
El ADN atrapado en las piezas óseas y dentales antiguas se libera así en la solución y permite su posterior secuenciación y análisis, según detallan sus autores esta semana en la revista Nature.
Los investigadores aplicaron este método a un colgante de diente de cérvido de la cueva de Denisova, en el sur de Siberia (Rusia), y consiguieron recuperar ADN de un uapití (una especie de ciervo) y de un antiguo humano.
Con la nueva técnica se recuperaron “genomas mitocondriales humanos y del ciervo, lo que nos permitió estimar la edad del colgante en aproximadamente 19.000-25.000 años”, apuntan los autores.
Los investigadores destacan que el uso del ADN para realizar estas estimaciones también evita la toma de muestras destructivas para la datación por radiocarbono.
Mujer emparentada con población del norte de Siberia
Por su parte, “el análisis del ADN nuclear identifica al presunto fabricante o portador del colgante como un individuo femenino con fuertes afinidades genéticas a un grupo de antiguos pobladores del norte de Eurasia septentrional que vivieron en la misma época, pero que antes solo se encontraban más al este en Siberia”, según el estudio.
Los autores concluyen que sus trabajos demuestran el potencial de este tipo de artefactos prehistóricos como una fuente, hasta ahora inexplorada, de ADN humano antiguo, que permite relacionar directamente registros culturales y genéticos en la arqueología prehistórica.
También sugieren a los arqueólogos que apliquen protocolos para minimizar la manipulación durante y después de la excavación, ya que la contaminación superficial del ADN puede dificultar este tipo de nuevos análisis.
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