Por: Walter Pengue (Argentina).
La Economía Ecológica aborda muchas de las temáticas más delicadas en las relaciones sociedad naturaleza. Y si bien no tiene todas las respuestas, sí nos ayuda a comprender la realidad generando algunas de las preguntas complejas – que parecen sencillas – de la sociedad moderna.
Quizás una de ellas sea justamente el cómo, a pesar de nuestros más avezados avances científicos y tecnológicos, no podemos copiar a la naturaleza en cuestiones tan elementales como el reciclado de sus propios residuos.
¿Haz visto residuos permanentes producidos por la naturaleza o por el contrario, lo que fuera se transforma y es aprovechado en su totalidad por otros organismos? Por el contrario, en nuestra sociedad moderna, nuestros residuos se acumulan, no se degradan e impactan brutalmente en los cada vez más enormes botaderos o basureros a cielo abierto, llegan a los mares y contaminan el aire que respiramos.
Y todo ello a pesar del esfuerzo por “desacoplar” impactos, pero a costa de seguir produciendo. Nuestra eficiencia de transformación es muy baja, nuestra capacidad de acumulación enorme y nuestro sentido sobre el consumo, directamente enfermizo.
Es imprescindible para la especie humana, impulsar un cambio rotundo en sus pautas no sólo de producción sino de consumo y de hecho en su comportamiento. No sólo de recursos e insumos viven las sociedades modernas. A diferencia que los sistemas naturales que prácticamente reciclan todos los desechos que producen, uno de los talones de Aquiles de las sociedades modernas tiene que ver con el volumen de desechos que diariamente estas generan.
De allí fuertemente emerge la idea del “reciclado”, intentado generar de alguna manera una emulación a los ciclos naturales. Un tema y concepto muy en boga hoy y vinculado con lo que han dado en llamar, economía circular, cómo si todo pudiera reciclarse a perpetuidad…
Las tres “R”
Este concepto hace referencia a estrategias para el manejo de residuos que buscan ser más amigables con el medio ambiente y específicamente dar prioridad a la reducción en el volumen de residuos generados. La estrategia de las “R” planteadas particularmente para enfrentar uno de los problemas más cruciales de la sociedad occidental, el de la contaminación y la generación de basura, implican la búsqueda de un objetivo que es aquel de intentar reducir el grotesco impacto ambiental que está generando el propio modelo de consumo.
Las tres R, reciclar, reducir y reutilizar, implican un proceso de educación ambiental importante, pero lamentablemente vinculado muchas veces a pautas de consumo fuertemente insostenibles. Es algo confuso que el concepto se haya originado especialmente en aquellos países hiperindustrializados, que hacen del crecimiento de sus pautas de desarrollo el eje central de sus sociedades.
Se atribuye a Japón la creación de esta idea, que en 2002 introdujo y las Políticas para establecer una sociedad orientada al Reciclaje, llevando a cabo diferentes campañas entre organizaciones civiles y órganos gubernamentales para difundir entre ciudadanos y empresas la idea de las tres erres.
Fue durante la Cumbre del G8 en junio de 2004, que el Primer Ministro del Japón, Koizumi Junichiro, presentó la Iniciativa de las tres erres que buscaba construir una sociedad orientada hacia el reciclaje.
En nuestros días, todas las economías desarrolladas, por un motivo u otro, promueven el reciclaje, el reúso o la reutilización de materiales para volver a insertar dentro de sus propias economías o bien impulsar un proceso de exportaciones de materiales de segunda categoría (reciclados para reutilizar) en aquellas sociedades menos beneficiadas.
Es verdad que si reducimos el problema, disminuimos el impacto en el medio ambiente. La reducción puede realizarse en 2 niveles: reducción del consumo de bienes o de energía. El objetivo sería: reducir o eliminar la cantidad de materiales destinados a un uso único (por ejemplo, los embalajes).
Adaptar los aparatos en función de sus necesidades (aprovechar al máximo cada producto, reducir el uso de luz, gas, energía en general). Reducir pérdidas energéticas o de recursos: de agua, desconexión de aparatos eléctricos en stand by, conducción eficiente, desconectar transformadores, etc.
El reciclaje es un proceso fisicoquímico o mecánico que consiste en someter a una materia o un producto ya utilizado a un ciclo de tratamiento total o parcial para obtener una materia prima o un nuevo producto. También se podría definir como la obtención de materias primas a partir de desechos, introduciéndolos de nuevo en el circuito de consumo y se produce ante la perspectiva del agotamiento de recursos naturales, renovables o no renovables.
La reutilización es la acción de volver a utilizar los bienes o productos. La utilidad puede venir para el usuario mediante una acción de mejora o restauración, o sin modificar el producto si es útil para un nuevo usuario.
Se calcula que en Europa en 2030 se desmantelarán cerca de 5 mil 700 aerogeneradores por año, provenientes de la repotenciación de parques o de instalaciones que llegan al final de su vida útil. Y que su reciclado, por los componentes que tienen puede hacerse complejo. Proyectos en marcha evalúan ya su reacondicionamiento para exportarles por fuera del subcontinente, donde la normativa ambiental para ellos, es más estricta.
En el mundo se desmantelan entre 400 a 600 aviones por año, siendo sus motores los elementos de mayor valor y de más alta demanda, en distintos mercados. En la próxima década es posible que se descontinúen hasta 18 mil aviones. El motor de un Boeing 777 de 20 años puede costar unos US$3 millones. Mientras que uno nuevo llega a los 30 millones. Pero en este último, no existe aún la fatiga de materiales…
Si bien es verdad, que con el reciclado y el desacople se ha logrado disminuir al menos en consumo relativo de materiales (no así el absoluto), el tema de la energía es de otro tenor, en una sociedad claramente energívora.
Energía
El consumo de energía sigue ampliamente al Producto Nacional Bruto, aunque existe una diferencia significativa entre los niveles de consumo de los Estados Unidos con 11,4 Kwh. por persona y los de Japón y Alemania con 6 Kwh. por persona. Esto se comprende exclusivamente por la mayor eficiencia energética y uso tecnológico aplicado en una u otra sociedad.
En países en desarrollo como la India el uso de energía por persona es cercano a los 0,7 kW. Bangladesh tiene el consumo más bajo con 0,2 Kwh. por persona.
Estados Unidos consume el 25% de la energía mundial (con una participación de la productividad del 22% y con un 5% de la población mundial).
Agua
Otro recurso vital que se está agotando, es el agua. Sí, el agua. En el año 2030, UNESCO, Naciones Unidas Ambiente, Resource Panel Naciones Unidas, alertan sobre la brecha entre la oferta y la demanda mundial de agua. Esta brecha llegaría al 60 %. Faltan 8 años. Y a veces el agua en lugar de utilizarse para el consumo directo o la agricultura se orienta a mantener activos los repositorios que producen energía.
La cantidad de agua necesaria representa casi el 50% de agua usada en EE. UU frente al 35% usado en la agricultura. El crecimiento más significativo del consumo energético está ocurriendo en China, que ha estado creciendo al 5,5% anual durante los últimos 25 años. Su población de 1.412.360.000 personas (Julio 17 2022) consume en la actualidad a una tasa de 1,6 kilowatts por persona.
Respecto del consumo de energía para usos industriales (agricultura, minería, manufacturas, y construcción) demandan alrededor del 37% del total de los 15 TW. El transporte comercial y personal consume el 20%; la calefacción, la iluminación y el uso de electrodomésticos emplea el 11%; y los usos comerciales (iluminación, calefacción y climatización de edificios comerciales, así como el suministro de agua y saneamientos) alrededor del 5% del total.
El 27% restante de la energía mundial es perdido en la generación y el transporte de esa misma energía.
No obstante, el problema de la eficiencia y el del reciclado, que son cuestiones buenas de por sí, no está allí, sino básicamente en lo que no muestra esta primera aproximación de las tres erres. ¡Cómo si, simplemente con esto, fuera suficiente! Todos los consumos “siempre crecientes” del modelo consumista global (sea el Occidente norteamericano o el Oriente chino), y que a pesar de los esfuerzos tecnológicos aún hoy no muestra desarticularse de su base física de sustentación.
El cambio de comportamiento individual y colectivo y de la mirada de nuestros liderazgos, es imprescindible, para hacer nuestras vidas y en especial las de las generaciones futuras, vivibles.
La humanidad debe cambiar. Y el primer paso, mal que les pese a las empresas que hoy miden su crecimiento en ventas y consumo, es la disminución del mismo. O bien, como debiera ser, abandonar la obsolescencia programada por ellas mismas, y producir productos durables, desde lámparas hasta automóviles. Sabemos que eso es posible. Caso contrario, la cuarta R, se hará imprescindible. Esto es, abandonar la adicción por el consume.
La cuarta R, la del Rechazo a la compra de productos que no necesitamos, es una clave importante en la búsqueda de un bienestar verdadero y no sólo material. El compro, luego existo, debe cambiar drásticamente.
Pero como explicar esto a los gobiernos que en rigor, promueven todo lo contrario en todas partes del mundo para justamente “hacer crecer el consumo” y lograr la gobernanza que a su vez les permita sostenerse políticamente. Si esta es una de las bases de las sociedades occidentales. Hacernos comprar y depender.
La durabilidad y la superación por encima de la moda, es hoy día una amenaza para el sostenimiento de la propia lógica del mercado consumista, por ello hay que programar materiales y agotamiento de los productos para asegurar su recompra permanente. Allí, diseñar productos que se vuelvan obsoletos mucho tiempo antes que esto pudiera suceder por cuestiones de calidad o de necesidad, es todo un mecanismo creado y estudiado muy profundamente por diseñadores, compañías y vendedores.
Por ello es imprescindible en nuestras Universidades y a quienes formamos, hacerlo en el marco de una perspectiva de sustentabilidad. Aquí desde los ingenieros industriales, pasando por los diseñadores y especialmente los expertos en mercadeo, podrían ayudar enormemente en una transformación y transmisión de información adecuada que ayude a promover otras pautas de consumo. Y hacia dentro también de sus empresas, promover otros productos y otros estilos de consumo. El tema es complejo, tiene sus trade-offs y costos sociales y ambientales. Una parte de la sociedad está tomando conciencia. Falta la otra…
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Walter Pengue es Ingeniero Agrónomo, con formación en Genética Vegetal. Es Máster en Políticas Ambientales y Territoriales de la Universidad de Buenos Aires. Doctor en Agroecología por la Universidad de Córdoba, España. Es Director del Grupo de Ecología del Paisaje y Medio Ambiente de la Universidad de Buenos Aires (GEPAMA). Profesor Titular de Economía Ecológica, Universidad Nacional de General Sarmiento. Es Miembro del Grupo Ejecutivo del TEEB Agriculture and Food de las Naciones Unidas y miembro Científico del Reporte VI del IPCC.
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