Por: Paola Gordon Luna (Panamá-México).

Iniciativa para idear y crear, humildad para reconocer que no lo saben todo y aprender, determinación para sumar a otros, pasión para realizar sus sueños y compromiso por contribuir al desarrollo de sus ciudades son las características que comparten aquellos jóvenes líderes que han decidido ser guionistas de su propia historia y protagonistas de sus comunidades.

Facilitar conocimiento, herramientas y oportunidades de desarrollo a los jóvenes es darles la alternativa de prosperar y ser artífices de su propio destino. Este año tuve la oportunidad de compartir mis conocimientos y experiencias con diversos jóvenes, así como también, de tener la gran satisfacción de sentirme orgullosa y motivada por los logros alcanzados por ellos, por lo que me complace compartir con ustedes historias maravillosas que ojalá les sirvan de motivación para ser semilla en tierra fértil.

Fue inspirador conocer las diez “start-ups” lideradas por jóvenes que fueron presentadas en el Young Water Fellowship Latinoamérica (YWF LAC).  En México, los jóvenes desarrollaron una empresa social llamada Caducifolia que facilita la gestión de residuos sólidos a través de un servicio de recolección, tratamiento seguro y reaprovechamiento de excretas de baños secos para atender los problemas de saneamiento insostenible en sus comunidades.

Jóvenes de Brasil desarrollaron la empresa social Saneavita para atender la ausencia de sistemas de tratamiento de aguas residuales mediante soluciones basadas en la naturaleza. Mientras que, en Perú, nació Wayru, una ducha portátil diseñada para familias sin acceso a una red pública de agua que viven en zonas rurales y periurbanas.

YWF LAC ha implementado 7 ediciones del programa y ha apoyado a 75 emprendimientos de agua y saneamiento liderados por jóvenes en 30 países del mundo, mediante capacitaciones, mentoría, capital semilla para validar la empresa social y realizar un proyecto piloto que demuestre su impacto.

Proyectos para mitigar efectos del cambio climático

Este año viajé virtualmente a la Escuela Industrial y Preparatoria Técnica “Álvaro Obregón” de la Universidad Autónoma de Nuevo León ubicada en Linares, un pueblo mágico conocido por su producción citrícola en la región. Los estudiantes han instalado un sistema de captación de agua de lluvia en su escuela, que no sólo está ayudando a aliviar la presión sobre los limitados recursos hídricos en la región, sino que es un excelente proyecto demostrativo que le permitirá a otros jóvenes aprender a construirlo, operarlo y mantenerlo en sus hogares.

Dado que la pandemia por COVID-19 ha significado un incremento en el uso del agua, ya que la principal medida de prevención es el lavado de manos, los docentes comprometidos como la Dra. Flor Silva, consideran que es de suma importancia impulsar la cultura del agua y la investigación mediante proyectos que también apoyen a modernizar la infraestructura de riego, por lo que pude compartir experiencias en cuanto al uso del agua y su disponibilidad en la nueva normalidad.

Como parte de las actividades del primer congreso científico internacional de la Universidad de Panamá tuve la oportunidad también de intercambiar ideas acerca de los impactos del cambio climático y su relación con el agua, así como las medidas de adaptación y mitigación que se están realizando en el país, como la creación de la organización Jóvenes Frente al Cambio Climático de Panamá, quienes contribuyen a difundir conocimiento acerca del cambio climático y a promover la participación ciudadana para implementar leyes relacionadas con la crisis climática.

Asimismo, conocí de primera mano, la propuesta del Club de Ciencias de la Preparatoria Valle Alto de la Universidad de Monterrey (UDEM) quienes se organizaron para desarrollar su propuesta y buscar mentoría para diseñar e implementar un proyecto de incidencia ciudadana para lograr un cambio de conducta en cuanto al uso eficiente del agua no sólo en su colegio, sino que llegara a las comunidades donde residen los estudiantes.

Con la guía sabia de su maestra Flor Cánovas y la habilidad de hacer “networking” e identificar oportunidades del estudiante Andrés Luna, el grupo de estudiantes fue audaz y creativo en difundir información científica relacionada con el estrés hídrico en su ciudad, así como también, en diseñar diez retos semanales para motivar un mayor grado de conciencia respecto al uso del agua en el hogar y la reducción de la huella hídrica de los participantes. Actividades que fueron redituadas con el reconocimiento del primer lugar estatal en el Reto Urbe Azul con la participación de 116 preparatorias.

Los jóvenes pueden empoderar a otros jóvenes. La pasión y el compromiso por contribuir al desarrollo de nuestros países hizo que un grupo de, en ese entonces conocidas, ahora amigas, nos uniéramos para crear proyectos para Centroamérica. Fue así como creamos un programa para promover la participación juvenil y la incidencia ciudadana, a través del fortalecimiento de capacidades y la implementación de actividades y proyectos de participación juvenil. Durante esa experiencia conocimos a muchos jóvenes que al igual que nosotras, tenían la pasión por contribuir a sus comunidades.

Diez años después, Santiago Ávila, uno de los jóvenes beneficiados con el programa fue reconocido con el Premio Nansen para los refugiados de ACNUR en las Américas por su labor en Jóvenes Contra la Violencia en Honduras para crear espacios seguros para la niñez, la adolescencia y la juventud, que en muchos casos han sido desplazadas dentro de su propio país o corren el riesgo de tener que abandonar sus comunidades a causa de la violencia que ejercen las pandillas.

Estos son algunos pocos ejemplos de que los jóvenes tienen el potencial de transformar positivamente sus ciudades. Pequeñas acciones como la motivación de familiares o amigos, la guía de un mentor o mentora, la enseñanza aplicada de maestros o maestras, la creación de programas orientados a la juventud, la habilitación de recursos financieros, el reconocimiento de las acciones realizadas por los jóvenes y la inclusión de éstos en la toma de decisiones son vitales para el desarrollo continuo de las sociedades en las que viven.

Estas experiencias me han ayudado no sólo a aprender más, sino a comprobar una vez más que invertir en la juventud es invertir en el presente y en el futuro, no sólo de nuestras ciudades, sino del mundo entero.

***

Pao­la Gor­don Luna es especialista en gestión de recursos naturales. Tiene estudios en Biología y en Manejo de Proyectos en la Universidad de Panamá y en la Universidad de Utah. Es Maestra en Ciencias en Manejo de Recursos Naturales por la Universidad de Guadalajara. Actualmente, en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) apoya a los gobiernos brindando asistencia técnica para mejorar el desempeño y la eficiencia de los sistemas de agua potable y desarrollar estrategias de planificación hídrica.