Por: Walter Pengue (Argentina).

El ritmo del crecimiento económico mundial, algo que preocupó desde siempre a la economía norteamericana, como a la china o la europea, ha sido más acelerado que la propia expansión de la especie humana. Mientras entre 1950 a 2010 el PIB mundial pasaba de 10 a 80 trillones de dólares, y la población humana lo hacía desde los 3.000 a los más de 7.000 millones, lo que equivale a decir que mientras la economía global se multiplicaba casi ocho veces, la población del mundo solamente se duplicaba.

Es claro que el problema responde al estilo consumista de esta sociedad global. La materialización del sistema económico mundial es un hecho. Y todos los recursos para alcanzarlo provienen de la naturaleza. Los datos del Departamento de Estudios Económicos y Sociales de las Naciones Unidas informan que la población mundial se proyecta a los 8.600 millones para el año 2030. Las previsiones siguen rondando llegar a 9.800 millones para 2050 y a 11.200 para 2100. Sin contabilizar los efectos de pandemias globales, actuales o futuras a esa fecha.

La tendencia indica que se continuaría, a un ritmo de aproximadamente 83 millones de personas más cada año, pese a una disminución constante de los niveles de fertilidad. Las nuevas proyecciones indican, por ejemplo, que China e India siguen siendo los países más poblados, pero cerca del año 2024, la India superará a China, mientras que entre los diez países con más población, Nigeria es el que está creciendo a una mayor velocidad.

Por ello, se estima que Nigeria superará en este aspecto a Estados Unidos antes de 2050. De una parte del mundo una población envejecida y con recursos económicos, del otro lado, una población joven, menos educada y condicionada todo lo que puede al consumo, pero con expectativas de vida, totalmente diferentes.

En la escala global, en el 2018 el Atlas de la Desertificación, informaba sobre una presión sin precedentes sobre los recursos naturales del planeta. Más del 75 por ciento de la superficie terrestre ya se encontraría degradada y podría aumentar a más del 90 por ciento hacia 2050.

A este paso, no quedará nada. Cada año, la humanidad se come el equivalente a la mitad del tamaño de una Unión Europea (4,18 millones de km²). Los números alertan también, que la mayor parte de la degradación se producirá en la India, China y el África subsahariana, donde el deterioro de los suelos podría reducir a la mitad, la producción de los cultivos, un fenómeno que también está ocurriendo en América Latina y el Caribe.

En América Latina, la transformación de recursos naturales es notable. En Argentina, entre 1970 y 2009 la extracción de materiales pasó de 386 millones a 660 millones de toneladas, con una tasa de crecimiento superior a la de la población del país. Esto significa que el aumento en la extracción de materiales no está impulsado por el consumo doméstico (interno en sí mismo) sino fundamentalmente por la exportación de commodities (agricultura, forestal, ganadería, energía y minería).

La exportación de materiales desde América Latina es notable:  Argentina tiene la mayor extracción de materiales per cápita: 16.46 toneladas por persona. Colombia tiene una extracción per cápita promedio de 8.3 ton/cap y Ecuador de 7.4 ton/cap.

Pero lo que el mundo no ha comprendido hasta ahora, es que para producir esta biomasa, se necesitan muy importantes volúmenes de recursos naturales, en especial, suelo, agua y recursos genéticos. Cuando exportamos una vaca, exportamos todo lo que ella consumió y se va con ella. Es mucho más que el peso exportado.

El caso del suelo es muy importante en tanto, el cambio de uso del suelo es uno de los factores que mayor presión producen sobre los ecosistemas naturales. El cambio es dramático. Pero a veces, los números de la agricultura pesan por encima de la caja de ahorros natural que existe.

La huella ecológica, es decir, la cantidad de tierra necesaria para satisfacer las necesidades básicas y no básicas de cada persona, crece radicalmente. Cada uno de nosotros, utiliza al menos dos hectáreas y media (¡sí! usted, yo y sus consumos, necesitan al menos de dos hectáreas de tierra o mucho más) para satisfacer sus necesidades.

Si dividimos la superficie disponible de unos 14.900 millones de hectáreas disponibles por los más de siete mil y pico de millones de humanos que somos, nos es claro, que nos estamos comiendo el mundo. Y esto es imposible de soslayar.  Cada año, somos menos planeta…   

A ello sumamos como decimos, la enorme, brutal cantidad de materiales que moviliza la economía, que expolia muchas veces, la economía de la naturaleza.  Cada material que hoy tenemos entre manos – computadora, celular, televisor, automóvil, etc., etc. –necesita de ingentes cantidades de materiales. El celular que usted tiene, necesitó más de dos toneladas de materiales para producirlo. Aunque este, esté ahora en sus manos y pese tan solo cien a doscientos gramos. Una enorme mochila ecológica de materiales…

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Wal­ter Pen­gue es In­ge­nie­ro Agró­no­mo, con for­ma­ción en Ge­né­ti­ca Ve­ge­tal. Es Más­ter en Po­lí­ti­cas Am­bien­ta­les y Te­rri­to­ria­les de la Uni­ver­si­dad de Bue­nos Ai­res. Doc­tor en Agroe­co­lo­gía por la Uni­ver­si­dad de Cór­do­ba, Es­pa­ña. Es Di­rec­tor del Gru­po de Eco­lo­gía del Pai­sa­je y Me­dio Am­bien­te de la Uni­ver­si­dad de Bue­nos Ai­res (GE­PA­MA). Pro­fe­sor Ti­tu­lar de Eco­no­mía Eco­ló­gi­ca, Uni­ver­si­dad Na­cio­nal de Ge­ne­ral Sar­mien­to. Es Miem­bro del Gru­po Eje­cu­ti­vo del TEEB Agri­cul­tu­re and Food de las Na­cio­nes Uni­das y miem­bro Cien­tí­fi­co del Re­por­te VI del IPCC.