México.

Los objetos astrofísicos conocidos como agujeros negros son de amplio interés entre la comunidad científica, ya que aportan interesantes propiedades tanto clásicas y como cuánticas. Hay más del hecho de que absorben materia y energía que se encuentre cerca de ellos y no permiten escapar información de su interior. Incluso la luz no puede escapar de su atracción gravitacional, por lo cual la forma de estudiarlos es compleja, pero existen formas indirectas de realizar mediciones de sus propiedades. Por ejemplo, se pueden estudiar las trayectorias de objetos que orbitan alrededor de ellos, como es el caso del proyecto gravity, que rastrea las estrellas que orbitan alrededor de lo que se supone es un agujero negro gigante.

El análisis de las trayectorias proporcionará la masa del agujero negro y si este tiene otros parámetros como carga o rodeado de campos de materia. Con un agujero negro sobre perturbaciones, el comportamiento resultante se puede escribir en oscilaciones con ciertas frecuencias. Los modos de tales oscilaciones se denominan modos cuasi-normales y juegan un papel primordial en la caracterización de señales de ondas gravitacionales, como la detectadas recientemente en lijo, siendo a oscilación el sonido característico del propio agujero negro.

En 2019, por medio de los datos obtenidos por el telescopio horizonte de eventos, que es una combinación de ocho radiotelescopios situados en cuatro continentes, que en conjunto forman una especie de supertelescopio, se logró obtener así la primera imagen de las imediaciones de un agujero negro, visto como un anillo luminoso con un centro oscuro. La imagen por sí sola abre el camino para un mayor enfoque fenomenológico, con el fin de comprender el comportamiento de los agujeros negros que se encuentran distribuidos por todo nuestro universo.

Por: UAEH.