Por: Durruty de Alba (México).

Hace treinta años, Tony Aveni escribió un libro innovador sobre las astronomías de Mesoamérica, titulado Skywatchers of Ancient Mexico (…) El título del libro sugiere que podríamos encontrar algunos detalles sobre estos individuos, pero en realidad el libro trata mucho más sobre observación del cielo que sobre observadores del cielo; proporciona discusiones detalladas del contenido interno de las astronomías de Mesoamérica y de otras partes de las Américas.

Stephen C. McCluskey, “The cultures of archaeoastronomy and the history of science” en Archaeoastronomy and Ethnoastronomy: Building Bridges between Cultures, IAU-CUP, Cambridge UK (2011), p. 25

Que la astronomía sea considerada la más antigua de las ciencias no es algo gratuito, pues hubo una época en que el conocimiento de los cielos -todavía no estructurado como ciencia- fue un factor determinante de supervivencia, y agregaría sobre todo para aquellos grupos humanos cuya ubicación en términos de latitud hace más notorios los cambios estacionales, así podemos encontrar estructuras y edificaciones en diversas partes del mundo construidas por sociedades que muy probablemente no tuvieron contacto pero cuya funcionalidad es similar, como ya lo hemos descrito en otra columna para el caso de Cuautla, Jalisco, México, Goseck en Alemania y Stonehenge en Inglaterra.

Las primeras conferencias y reuniones de especialistas de variopintas especialidades, desde la astrofísica, pasando por la historia, la etnografía, la antropología hasta la arqueología, que hubo para compartir investigaciones en torno al estudio e interpretación de los vestigios de antiguas civilizaciones cuyo fin era entender la evolución en la bóveda celeste de las diferentes luces (podemos decir desde nuestra perspectiva moderna objetos) que en ella observaban, y de las cuales se conformó una nueva área del conocimiento científico se realizaron en México y Estados Unidos, como relata Anthony F. Aveni (New Haven CT, 1938):

“Los participantes en la primera reunión organizada de arqueoastrónomos lograron superar la mayoría de estas dificultades. La reunión conjunta de la American Association for the Advancement of Science y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología llevada a cabo en la ciudad de México en junio de 1973 fue una asamblea poco usual de individuos que representaban una amplia gama de disciplinas” (Astronomía en la América Antigua, Siglo Veintiuno XXI, México (1980), p. 15), sus resultados se publicaron en el libro Archaeostronomy in Pre-Columbian America (University of Texas Press, 1975).

Foto: Durruty J. de Alba M.

La segunda reunión se realizo en la Universidad Colgate de los Estados Unidos del 23 al 26 de septiembre de 1975, las versiones revisadas de los trabajos ahí presentados se publicaron en el libro del cual tomé la cita del párrafo anterior y cuya traducción al español fue el primer trabajo pagado en México al recién graduado como doctor y primer radioastrónomo mexicano Luis Felipe Rodríguez Jorge.

El volumen comprende de 15 capítulos con sendas contribuciones a la reunión referida cuyos temas van desde la arquitectura influenciada por conceptos astronómicos, sistemas calendáricos hasta representaciones de fenómenos astronómicos tanto en códices como en roca.

Para el caso de México un volumen originalmente publicado como Skywatchers of Ancient Mexico (The University of Texas Press, 1980) del propio Aveni lo podemos consultar en español gracias a la edición del Fondo de Cultura Económica (1991), donde en cinco capítulos más una amplia bibliografía recomendada por el profesor emérito de la Universidad Colgate sistematiza el conocimiento de los cielos que poseían las culturas mesoamericanas.

Un peculiar y ya clásico texto fácilmente conseguible en la edición popular de Dover (2003) es el inicialmente publicado -como dicen los angloparlantes- en softcover por la Oxford University Press (1994) a partir de la versión hardbound de Harper & Row (1983) titulado Echoes of the Ancient Skies: the Astronomy of Lost Civilizations del doctor Edwin Charles Krupp (Chicago, 1944).

Foto: Durruty J. de Alba M.

Ese doctor quien ha sido longevo director (desde 1974 a la actualidad) del Observatorio Astronómico Griffith de Los Angeles, hace un exhaustivo y profusamente documentado recorrido por el conocimiento de los cielos de las culturas antiguas en 13 capítulos desde el primero titulado “The Lights We See” hasta el último “The Universes We Design”, complementa la obra un detallado anexo bibliográfico organizado por temas como arqueoastronomía general, astronomía general, historia de la astronomía, artistas de la Edad de Hielo, chamanismo y religión prehistórica por mencionar algunos.

Entre las obras recientes se encuentra Firmamentos perdidos. Arqueoastronomía: las estrellas de los pueblos antiguos (FCE, 2014) cuyo autor es Guido Cossard (1958), físico italiano devenido prolífico arqueoastrónomo, cuya obra referida se publicó originalmente en su idioma natal (2010) y está dividida en tres partes:

“La astronomía en la prehistoria”, “La astronomía en los pueblos antiguos” y “De la Edad Media a la etnoastronomía” con un total de 18 capítulos además ilustrados con fotografías, diagramas y dibujos con los cuales se clarifica el entendimiento que tuvieron las civilizaciones perdidas, más no sus cielos y nos guía para nosotros descubrirlos. (continuará)

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Du­rruty de Alba es licenciado en Física adscrito al Instituto de Astronomía y Meteorología (IAM) de la Universidad de Guadalajara (UdeG), dedicado a la divulgación e historia de la ciencia. Desde 1990 escribe sobre dichos temas en distintos medios de comunicación de Jalisco, México. Es miembro de la Sociedad Mexicana de Física, la Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y la Tecnología, del Departamento de Estudios Históricos de la Arquidiócesis de Guadalajara y de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia.