Por: Durruty de Alba (México).
Sin embargo, en lo concerniente a la física, del siglo XVI sólo queda memoria de aquellos osados europeos cuya obra permite adivinar un dominio considerable de la ciencia y la tecnología de su tiempo. Tal es el caso del alemán Henrich Martin quien llegó a México en 1589, a la edad de 34 años, quien realizó las portentosas obras de desagüe de la ciudad de México y tuvo el cargo de Cosmógrafo Real.
Arturo Menchaca en Las ciencias exactas en México, Conaculta-FCE, México (2000), p. 107
¿Cómo y con qué elementos aprendemos acerca del cielo y sus objetos? La pregunta se vuelve pertinente cuando tenemos a la vista los libros técnicos o de texto utilizados en tiempos pasados para tal fin, ya sea a través de la red con digitalizaciones de varia calidad -algunas al reproducir los colores y permitirnos grandes y bien definidos acercamientos nos facilitan la consulta-, ediciones modernas algunas de ellas facsimilares de sobria factura o los históricos originales nos damos cuenta cómo hemos retrocedido en la enseñanza de la astronomía ya sea a públicos especializados o a cualquier interesado.
Lo poco o mucho que de ello se incluye en los cursos regulares de la educación básica y secundaria en México apenas esboza los prolegómenos de dicha ciencia y las más de las veces culmina con la realización de una maqueta del Sistema Solar donde ya se ha excluido a Plutón y ni hablar de sus satélites, ello lo he constatado al auxiliar a mis nietastros en sus deberes escolares, en el nivel medio superior y para el caso de la Universidad de Guadalajara (UdeG) ya desapareció la materia de Cosmografía que se impartía hasta mediados del siglo pasado.
¿Cómo era en la antigüedad? Todo graduado de las universidades medievales había acreditado exhaustivos cursos -para decirlo en términos modernos- de astronomía que era una de las cátedras de rigor en el ciclo superior denominado quadrivium.
Luego ello nos explica, en parte, la riqueza de textos de tal materia que encontramos en los fondos históricos de varias bibliotecas y repositorios alrededor del mundo. Un título muy peculiar es la Cosmographia de Petrus Apianus, castellanizado desde ediciones de su tiempo como Pedro Apiano, de tal título consultamos un ejemplar en la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco “Juan José Arreola” al que lamentablemente le falta la portada, sin embargo el resto del volumen está muy bien conservado y su peculiaridad es la reproducción entre sus páginas de modelos en papel grueso de diversos instrumentos astronómicos de la época.
Dicha edición está enriquecida por la obra de Gemma Frisius sobre quien ya hemos escrito en otros espacios e incluye un manual elaborado por dicho autor del “anillo astronómico” (Annvli Astronomici) similar a las conocidas esferas armilares. Aquellos curiosos pueden consultar gracias a la Universidad de Salamanca la edición en español de la Cosmografía de Apiano.
Una obra impresa en la Nueva España de otro de los grandes personajes parcialmente olvidados, éste al menos alcanzó una sobria estatua en la plaza principal de la capital mexicana -el Zócalo- y reubicada en la proximidad de la Catedral Metropolitana.
Con esta, se reconoce su habilidad como ingeniero al diseñar y ejecutar las obras para el desagüe del Valle de México. También, fue impresor e intérprete (dominaba el flamenco, alemán y español) del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición y Cosmógrafo de su Majestad el Rey, no es otro que Henrrico Martinez, he respetado el uso que hizo el propio personaje tanto en sus obras impresas como en su firma, que ha llegado hasta nuestros tiempos como Enrico Martínez.
La obra es el Reportorio de los Tiempos, y Historia Natvral desta Nveva Espana (México 1606), donde además de los conocimientos astronómicos y astrológicos también incluye una “Breve Relacion del Tiempo en qve an svcedido algunas coſas notables è dignas de memoria, aſsi en eſta Nueua Eſpaña, como en los Reynos de Caſtilla, y en otras partes del mundo deſdel año de 1520. haſta el de 1590. ſacada de las Coronicas, y de hiſtorias de Autores fidedignos”, siendo una peculiar y apretada cronología histórica.
En el volumen también se reproduce de manera similar al libro de Apiano un instrumento funcional; afortunadamente el Centro de Estudios de Historia de México Condumex ha propiciado dos ediciones facsimilares del mismo, de la segunda (1981) corresponde la foto que acompaña esta nota; entonces reitero la pregunta: ¿Cómo y con qué elementos aprendemos acerca del cielo y sus objetos?
Sería entonces necesario reconsiderar nuestras acciones al respecto y propiciar una mejora en la enseñanza de la ciencia del cosmos, que nos prevenga de tantos ociosos que insisten en la planitud de la Tierra.
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Durruty de Alba Martínez es licenciado en Física adscrito al Instituto de Astronomía y Meteorología (IAM) de la Universidad de Guadalajara (UdeG), dedicado a la divulgación e historia de la ciencia. Desde 1990 escribe sobre dichos temas en distintos medios de comunicación de Jalisco, México. Es miembro de la Sociedad Mexicana de Física, la Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y la Tecnología, del Departamento de Estudios Históricos de la Arquidiócesis de Guadalajara y de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia.
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