La visión que el hombre tenía sobre el mundo y sobre sí mismo eran completamente nuevas. Es entonces de mucho interés conocer las explicaciones y las opiniones que un hombre de talento como Alonso de la Veracruz podía ofrecer desde un nuevo tiempo y un nuevo mundo.

Juan Manuel Lozano Mejía en Innovación y tradición en Fray Alonso de la Veracruz, FFL-UNAM, México (2007), p. 295

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Por: Du­rruty de Alba (Mé­xi­co)

Si bien los pobladores originarios del continente americano tuvieron y formularon conocimiento acerca de la naturaleza -cielo incluido- como lo podemos atestiguar en los vestigios de construcciones y códices sobrevivientes al llamado “encuentro de dos mundos” y de los que han escrito profusamente eruditos especialistas (ver Astronomía en la América Antigua, Siglo Veintiuno, México (1980) y Observadores del cielo en el México antiguo, FCE, México (1991)), hemos de preguntarnos ¿Cómo fue el cultivo de la ciencia de los cielos en nuestras latitudes a partir del mencionado encuentro?

Quizá haciendo eco a algunos espíritus jacobinos el muralista José Clemente Orozco (1883-1949), representa en uno de los paneles de su magna obra plasmada en la capilla del ahora Instituto Cultural Cabañas (originalmente Casa de la Misericordia establecida por el obispo Juan Cruz Ruiz de Cabañas y Crespo), a un fraile de rostro adusto quien empuña una cruz con cuerpo y puntas de espadas, de dicha escena escribe Justino Fernández:

Physica Specvlatio, Salamanca (1569) (Foto: Biblioteca Pública del Estado de Jalisco “Juan José Arreola)

“Una gran figura de misionero franciscano está plantada como un roble, con la cruz en la diestra, los ojos bajos y en ademán caritativo; a sus pies un indígena, de rodillas, sujeta el hábito deslucido y simbólicamente protector. Es una escena solemne en la cual tiene sitio, en lo alto también, el genio inspirador, evocación angélica, que sostiene un paño en que se leen las primeras letras del abecedario. Como en la bóveda anterior, el interés está concentrado en la faz del misionero y en la de su genio civilizador” (Orozco. Forma e idea, Editorial Porrúa, México (1975), p. 91), cuando nos adentramos en la indagación sobre enseñanza y divulgación de la ciencia en nuestra región surgen personajes y hechos que parecieran contarnos otra posible historia.

Uno de tales personajes fue quien recibió el nombre de Alonso, hijo de Francisco y Leonor Gutiérrez, quien nació en Caspueñas, localidad de la Guadalajara española en 1509 y se formó en Gramática y Retórica en Alcalá de Henares y luego cursó Filosofía y Teología en Salamanca, se ordena sacerdote secular. Brillante y joven profesor según lo refiere el doctor Mauricio Beuchot Puente (Innovación y tradición en Fray Alonso de la Veracruz, FFL-UNAM, México (2007), p. 33) es contratado por la Orden de San Agustín para enseñar en la Nueva España, llegando al Puerto de

(Foto: Biblioteca Pública del Estado de Jalisco “Juan José Arreola)

Veracruz decide tomar los hábitos agustinos y nombrarse Alonso de la Vera Cruz.

Entre los colegios y bibliotecas establecidos por él están los de Tiripetío, Tacámbaro y Atotonilco, luego habría de ingresar a la Real Universidad de México donde es el primer catedrático de Prima de Teología; recordemos de la organización en las universidades medievales la estructura de lo que modernamente denominamos plan de estudios para llegar a la Teología se requería pasar por la Filosofía, que en sus contenidos contemplaba temas ahora identificados con las Ciencias Físicas, así escribe y publica los primeros tratados filosóficos del continente americano: una lógica formal la Recognitio summularum cum textu Petri Hispani, et Aristotelis (1554), la Dialéctica Resolutio cum texto Aristotelis (1554) que es la lógica material y para completar el curso o cátedra de Filosofía la parte correspondiente a la Filosofía natural contenida en la Physica Specvlatio (1557) considerado el primer libro de Física escrito y publicado en América, y el cual tuvo varias ediciones también en España.

Aquí es menester recordar sobre la fundación en el siglo XIX, como efecto de la aplicación de las Leyes de Reforma en México, de la ahora Biblioteca Pública del Estado de Jalisco “Juan José Arreola” para lo cual se expropiaron los volúmenes de diversas bibliotecas religiosas, así el Fondo Antiguo lo podemos considerar una instantánea de la cultura del libro de dicha época, y ahí encontramos varios ejemplares de la Physica Specvlatio de fray Alonso, uno de ellos de la edición salmantina de 1569 tiene anotado en su portada “Esta Física es del convento de nuestro seráfico Padre San Francisco de la ciudad de Guadalajara” (desaté las contracciones), con lo cual alimentamos nuestra curiosidad de cómo se estudió y enseñó la ciencia en la Guadalajara novogalaica.

Ahora podemos consultar una edición facsimilar de la primera edición de 1557 editada como parte de la Bibliotheca Mexicana Historiae Scientiarium de la Universidad Nacional Autónoma de México (ver https://www.academia.edu/4183335/El_primer_libro_de_f%C3%ADsica_del_Nuevo_Mundo) y además la traducción al español de la parte Del Cielo en un volumen independiente.

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Du­rruty de Alba es li­cen­cia­do en Fí­si­ca ads­cri­to al Ins­ti­tu­to de As­tro­no­mía y Me­teo­ro­lo­gía (IAM) de la Uni­ver­si­dad de Gua­da­la­ja­ra (UdeG), de­di­ca­do a la di­vul­ga­ción e his­to­ria de la cien­cia. Des­de 1990 es­cri­be so­bre di­chos te­mas en dis­tin­tos me­dios de co­mu­ni­ca­ción de Ja­lis­co, Mé­xi­co. Es miem­bro de la So­cie­dad Me­xi­ca­na de Fí­si­ca, la So­cie­dad Me­xi­ca­na de His­to­ria de la Cien­cia y la Tec­no­lo­gía, del De­par­ta­men­to de Es­tu­dios His­tó­ri­cos de la Ar­qui­dió­ce­sis de Gua­da­la­ja­ra y de la Red Me­xi­ca­na de Pe­rio­dis­tas de Cien­cia.