Por: Anabel Ca­si­llas y Ri­car­do Gar­cía (Mé­xi­co).

Hay un lugar en el norte de México que esconde los secretos de la vida misma.

Es un ecosistema bastante singular que posee todo lo que pudiéramos imaginar: una deslumbrante belleza natural, una ubicación inesperada en la que el tiempo se detuvo y  un potencial de desarrollo inmenso. Atención, lectores: la “gallina de los huevos de oro” de la ciencia se ubica en México.

Podrá parecer un apelativo un tanto exagerado para referirnos a Cuatro Ciénegas (Coahuila), pero la doctora Valeria Souza, investigadora del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México, lo ha demostrado a lo largo de toda una trayectoria científica y de activismo por la defensa del lugar.

El laboratorio vivo al que nos referimos es un oasis color turquesa que nació en medio del desierto para guardar a “los microbios del érase una vez”. Esos microorganismos que aparecieron hace cientos de millones de años, antes incluso de que existiera el oxígeno en la atmósfera son la clave: así es como el planeta que solía ser naranja, se transformó en el planeta azul que conocemos. 

“Cuatro Ciénegas es como la panza de un dragón” comenta la doctora Valeria Souza. “Esta región del planeta emergió de las profundidades del mar y se aisló, manteniéndose en un equilibrio en el que los microorganismos sobrevivieron y proliferaron gracias a que- en lugar de competir entre ellos- colaboraron. La ayuda mutua ha servido para mantener dicho equilibrio y eso es lo que los humanos tendríamos que aprender de los microorganismos”. 

No obstante, en la actualidad existe una sobreexplotación rampante de estos humedales y del agua de las más de 200 pozas que conforman esta región (definitivamente mucho más que solo cuatro Ciénegas).  Los pobladores cultivan alfalfa para ganarse la vida en este sitio. El pobre interés de los gobiernos, la falta de alternativas económicas para los habitantes y el continuo paso de turistas, han puesto a este ecosistema en riesgo. 

De acuerdo a la doctora Valeria Souza, estos microorganismos podrían curar a nuestro planeta. ¡Ya lo hicieron hace cientos de millones de años! El potencial biotecnológico es gigantesco, ya que poseen la capacidad de reciclar los elementos que nos dieron vida, como el fósforo, que es una de las piezas fundamentales para la vida. 

Por esta razón, la doctora Valeria Souza se ha vuelto férrea guardiana de Cuatro Ciénegas. Durante años se ha dedicado a difundir la importancia de este sitio entre los habitantes del lugar. Sabe que los habitantes mayores de edad son reacios a cambiar hábitos, pero ha encontrado sus mejores aliados en la niñez y la juventud. A través de la cultura ha visto una luz de esperanza para resguardar este gran museo de la historia de la vida, que agrupa a más de 3000 tipos de microorganismos que han sido catalogados a la fecha.  La clave de nuestra propia existencia podría depender de esas generaciones que protegen a Cuatro Ciénegas como un tesoro propio.

Si quieres escuchar la entrevista completa, está disponible en: https://bit.ly/3zbMaiz

¡Nos leemos en la próxima ocasión!

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Para conocer más sobre mujeres que hacen ciencia, te invitamos a escuchar nuestro podcast, Ultravioleta, visitando www.radio.udg.mx o escríbenos a nuestro Twitter, @UltravioletaFM. 

*Anabel Casillas y Ricardo García son divulgadores de la ciencia. A través del programa radiofónico Ultravioleta, visibilizan el trabajo de las mujeres científicas a las que la historia en ocasiones no hace justicia.