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Un escultor que siguió los rastros de un sueño

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Perú.

Desde las seis de la mañana, el escultor peruano Antonio Pareja, abre las puertas de su taller, donde con ayuda de sus respectivas herramientas como el taladro, la motosierra, el cincel y el hacha, da forma a magistrales ideas en madera y piedras de Huamanga.

El hombre de 74 años de edad, narra el inicio de su carrera en el año de 1976: en un taller de escultura de la Pontificia Universidad Católica del Perú donde se atrevió a dar el paso de esculpir tras soñar de bajo de un árbol, en esa casa de estudios, con un toro al que ayudó a cruzar un río turbulento tomado de la cola.

“Cuando atravesé el río, me desperté y me pregunté el porqué de mi sueño, tomé un poco de barro y moldee al toro”, detalló el artista. Su lugar de trabajo, que levantó con esfuerzo en el limeño distrito de Caraballo, ha sido testigo de los altibajos que ha tenido este reconocido artista apreciado por los habitantes de la barriada, fundada hace 22 años.

Desde ese entonces, el artista que no lleva cuenta del número de obras que ha realizado, calcula haber vendido, por lo menos, dos mil piezas esculpidas en piedra de Huamanga, mármol travertino y madera.

Tras descartar su interés por elementos abstractos, aclaró que él prefiere que todas sean figuras visibles donde puedan apreciarse fuerza, músculo y un trabajo concreto. Aseguró que seguirá trabajando en figuras pequeñas y se propone para enseñar este arte a los niños en los colegios.

Por: XINHUA

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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