En 2022, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) estimó que en México se ha perdido alrededor del 50 por ciento de los ecosistemas naturales, un panorama crítico y desfavorecedor que ha hecho que al menos 127 especies mexicanas se extinguieran por la actividad humana y el cambio climático.
Ante este escenario, la ciencia busca estimar el estado de salud de los ecosistemas para velar por su conservación, tener un desarrollo a lo largo del tiempo y el Instituto Politécnico Nacional (IPN) busca diagnosticar el estado de salud de los ecosistemas, pero de una manera poco convencional, a través del sonido.
El grupo de investigación del Laboratorio de Bioacústica y Ecología del Comportamiento del Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional (CIIDIR), Unidad Oaxaca, vela no solo por su conservación, sino también trabaja de la mano de las comunidades de la región para apoyar su desarrollo sostenible.
José Roberto Sosa López es el fundador del laboratorio y durante años su trabajo se ha enfocado en el comportamiento animal a través de la bioacústica, una herramienta que usan los biólogos para entender los sonidos producidos por los seres vivos y entender las relaciones de las especies con su medio ambiente.
“La bioacústica es una herramienta fundamental, al igual que salir al campo y observar aves. Es muy parecido”, detalló en entrevista para la Agencia Informativa Conversus (AIC) el especialista en comportamiento animal.
ANÁLISIS DE LAS ESPECIES A TRAVÉS DEL SONIDO
Las vocalizaciones de distintas especies animales son analizadas con el objetivo de caracterizar a cada especie. “Se pueden analizar los cantos de muchas formas, podemos evaluar el número de vocalizaciones por tiempo o hasta caracterizar su estructura”. En términos simples, sus frecuencias y la amplitud de sus ondas sonoras son la materia prima de análisis de los especialistas en comportamiento animal, explicó.
Los especialistas politécnicos en bioacústica buscan entender la ecología de estas señales, es decir, cómo los sonidos que emiten los animales de una especie interaccionan y se relacionan con sus poblaciones, otras especies e incluso con su medio ambiente.
“Utilizamos herramientas de monitoreo acústico para entender la salud de los hábitats, la distribución de especies y sus interacciones”, detalló.
Sosa López y su equipo utilizan equipos de grabación para monitorear los bosques, un análisis que puede no ser tan costoso, ya que las cámaras, grabadoras de voz y micrófonos de distintas sensibilidades son sus instrumentos para capturar los sonidos.
Con la ventaja de que en algunos sitios se pueden utilizar sistemas de monitoreo ya montados para obtener esta información. Sin embargo, estos sistemas pueden ser más sofisticados.
“Recientemente para analizar algunas especies nos apoyamos en tecnologías como la radiotelemetría y utilizamos técnicas de bioacústica para obtener información específica de las interacciones”, reveló el investigador politécnico.
Los científicos politécnicos utilizan las bondades de la telemetría –un sistema que se comunica entre diversos puntos para transmitir información y procesarla– y así pueden conocer datos como la posición y el tiempo en que los sonidos fueron emitidos.
“El tiempo y el lugar donde se escuchan las vocalizaciones nos permiten relacionarlo con otros factores como la temperatura, la lluvia, la cantidad de alimento disponible o incluso si tiene comportamientos asociados con la hora del día o incluso comportamientos relacionados con el ciclo lunar”, aseguró.
LAS VOCES COMO FIRMAS
Los especialistas en comportamiento animal han utilizado la bioacústica para conocer el estado de especies de ranas, monos, murciélagos y principalmente las aves que habitan la Sierra Madre de Oaxaca y otros estados al sureste del país.
¿Cómo es que los cantos pueden dar esa información? “Los cantos de las aves son como firmas de cada individuo”, precisó el doctor José Roberto y abundó que su equipo trabaja con software especializado para analizar los cantos de las aves y son capaces de reconocer a cada ave, su estado de salud y el movimiento alrededor de su hábitat.
Los investigadores tienen protocolos para identificar las características de los cantos como los tonos que les permiten identificar, al igual que se hace con la voz en humanos. “Hay especies en donde sabemos que es posible reconocer a nivel individual, podemos saber fácilmente quién es fulanito y perengano”, mencionó.
Aunque para ser rigurosos con la estadística, la bioacústica usa técnicas que evitan que la percepción del investigador influencie los resultados. Por lo que a través de un análisis acústico permite ver las variaciones en los cantos y sus similitudes con datos estadísticos. Así reconocen las similitudes en cantos.
El profesor politécnico dijo que estos sistemas han evolucionado y hoy en día “con la Inteligencia Artificial, la verdad es que han mejorado mucho”.
Ya que no solo analizan vocalizaciones simples de cantos aislados, sino que buscan entender los sonidos emitidos y relacionarlos con múltiples variables, lo que permite hacer análisis de mayor complejidad.
LA TÉCNICA AL SERVICIO DE LAS COMUNIDADES
Aunque pareciera poco intuitivo entender cómo el canto de un ave puede ayudar a determinar la salud de un ecosistema, en realidad no es complicado. Los investigadores se basan en las variaciones de los cantos para conocer su estado, ya que el vigor de canto puede explicar si está en un estado óptimo de salud o escuchar una firma del mismo en diversas zonas puede significar que escasea el alimento y se busca en los alrededores.
Sin embargo, el recopilar esta información no es una tarea sencilla y mucho menos si se busca diagnosticar el estado de los ecosistemas de diversas localidades. Por ello el trabajo del doctor José Roberto no sólo vive en el laboratorio, ya que busca que esta información apoye a la conservación de las especies y el desarrollo sustentable de diversas comunidades en Oaxaca.
El especialista en bioacústica se apoya en el trabajo realizado por las comunidades para monitorear sus especies y su conservación, ya que el desarrollo sustentable de sus socioecosistemas es clave para la subsistencia de la naturaleza y los ejidatarios.
Sosa y su equipo conocen el ambiente debido a los consejos de las comunidades oaxaqueñas, quienes buscan tener información consciente sobre su capital natural. “Lo importante es que la comunidad monitorea y se encargan de tomar las decisiones para su beneficio”, enfatizó.
Por ello utilizan los sistemas de monitoreo de las mismas comunidades para conocer el estado de diversas especies, transforma los datos recabados en información que pueda ser interpretada por la estadística y sea útil para los tomadores de decisiones de estas localidades.
“Nosotros sabemos, aprendemos de ellos y conocemos cómo trabajan, se organizan y toman las decisiones para proteger sus ecosistemas”, concluyó.
Autor: David F. Delgado S. vía: Conversus
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