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Jacarandas: la invasión violeta de un árbol

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Por Karla Angélica Castro Yáñez*, Ciencia UNAM-DGDC

Sus flores llenan el suelo de un hermoso camino lila. Nos referimos a la jacaranda. Este árbol es especialmente apreciado en México debido a la belleza visual que suele provocar. Además, diversas calles de la Ciudad de México se han vuelto hogar de esta especie, propiciando así que los ciudadanos hayan adquirido un especial cariño por él.

Su llegada masiva al territorio nacional se atribuye al jardinero japonés Tatsugoro Matsumoto, quien hace más de un siglo, con autorización de presidentes mexicanos, comenzó a sembrar este árbol para ornamentar las principales avenidas de la capital del país. Eran los años 20.

Se dice que las jacarandas llegaron como una alternativa al árbol de cerezo que florece en Japón, el cual no pudo plantarse en nuestro territorio debido a las condiciones climatológicas.

La jacaranda es conocida científicamente como Jacaranda mimosifolia, pertenece a la familia Bignoniaceae; una especie de plantas de flor que se caracterizan por tener forma de ‘’campana’’. Se reproduce principalmente en Sudamérica en países subtropicales como Argentina, Uruguay y Brasil.

  • Esta especie es llamada de diversas maneras desde el típico jacaranda, hasta el jacarandá o el tarco. 

De acuerdo con Ivonne Guadalupe Olalde Omaña, especialista en árboles del Instituto de Biología de la UNAM, el tarco ofrece diversos beneficios al entorno en el que se encuentra, los cuales pueden ir desde lo ecológico hasta lo mental.

Algunas de sus aportaciones al ambiente son su copa, durante las lluvias, sirve como amortiguador del suelo y evita la erosión; sus raíces cooperan para que la tierra de las plantas que hay alrededor de él no se pierda, ayuda como amortiguador en cambios de temperatura, como barrera rompevientos y para atenuar el sonido.

Otro punto importante, que todas las plantas y árboles producen, es la captura de obtención del carbono para crecer, esto es benéfico porque ese componente lo quitan como un contaminante y lo utilizan para desarrollarse.

Por otro lado, también nos aporta beneficios psicológicos, puesto que siempre es más agradable salir y ver plantas, que estar en ambientes con mucho concreto. Incluso también hay ganancias económicas, porque un lugar con más áreas verdes tiene mayor plusvalía que uno que no’’.

Invasión violeta

A pesar de las múltiples aportaciones de la jacaranda al entorno, este árbol es considerado una especie invasora, ya que altera la red de interconexiones con otros microorganismos de la zona.

La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad define a las especies exóticas invasoras como aquellas plantas, animales, que llegaron de manera intencional o accidental, generalmente como resultado de actividades humanas.

La mayoría de las veces causan daños al ecosistema porque se reproducen y dispersan sin control, perturbando la salud y economía de la región, así como a los organismos naturales de la zona. Quitar este párrafo, es reiterativo.

En el caso de las jacarandas, Olalde Omaña recalca que no sólo rompen la dinámica de los animales, insectos, bacterias, hongos y demás seres que viven de manera definitiva en México, sino que también al ser plantadas aquí, le quitan un espacio físico a un árbol nativo del país.

Por ejemplo, sus raíces, al ser demasiado robustas suelen romper con frecuencia las banquetas; y su gran altura generalmente provoca que las ramas se enreden con cables de luz.

Por otro lado, la falta de información al respecto de especies nativas en México, ha propiciado que se popularicen las exóticas, por ello, cuando acudimos a un vivero comercial para conseguir una planta o algún árbol, es poco probable encontrar vegetación del país, lo cual representa no sólo una pérdida de nuestra biodiversidad sino también de parte de nuestra cultura.

‘’No se trata de que este árbol sea malo, más bien de que cuando lo plantamos perdemos nuestra vegetación’’.

‘’Lo que se ve plantado en las calles o casas de la ciudad, es lo que se puede encontrar en los viveros comerciales, es decir, especies exóticas, que no son malas, pero impide la reproducción de árboles nativos como el madroño, el laurel mexicano o encinos’’.

En este mismo sentido, la bióloga declara que pueden existir especies invasoras nativas, lo que también puede provocar un riesgo al ambiente, ya que compiten por alimentos, zonas de reposo y germinación; por ejemplo, en el centro del país, el fresno, el eucalipto y la casuarina (son exóticos).

  • Una planta invasora es aquella que aprovecha que existe un desequilibrio en el ambiente y se reproduce demasiado.

‘’El fresno es un árbol mexicano, es nativo de la Ciudad de México, pero es invasor porque produce muchísimas semillas y crece demasiado rápido’’.

También sostiene que el principal inconveniente con estas especies es que su multiplicación provoca que ocupen más sitios y perturben más ecosistemas. Además, limita la biodiversidad que puede suscitarse en las regiones.

‘’Cuando no hay un equilibrio entre los individuos que están conviviendo y utilizas demasiado una sola planta, es muy fácil que si llega una enfermedad se expanda demasiado rápido. Por el contrario, si tenemos un equilibrio entre las especies, es más fácil controlar plagas, además llegan más animales y microorganismos, entonces hay un control natural de las poblaciones’’.

Biodiversidad y planeación

Para lograr prevalecer la biodiversidad que nos brinda México, es necesario conocer cuál es la relevancia de esta riqueza natural que resguarda nuestro país, por ello una opción para aprovechar estos recursos sin alterar la naturaleza, es la planeación.

Conseguir resultados sustentables y comenzar a trabajar con especies nativas resulta urgente, debido a que sólo de esta manera se pueden tener espacios productivos y equilibrados ecológicamente, por tal motivo es necesario implementar infraestructura verde, la cual permitiría insertar áreas sustentables con especies nativas, eligiendo plantas adecuadas para cada lugar, en zonas urbanas.

La coordinadora del Programa de Propagación de Especies Nativas para Uso Urbano del Jardín Botánico de la UNAM, indica que en el Instituto de Biología se han identificado diversas plantas residentes naturales del país que puedan adecuarse a las diferentes circunstancias de las demarcaciones con gran densidad de población.

‘’Nosotros recolectamos semillas, buscamos la manera de propagarlas, identificamos cómo se comportan y qué problemas pueden llegar a tener; a partir de eso vamos viendo cuáles nos convienen y hacemos una selección que nos da la posibilidad de tener un abanico de opciones para integrarlas a los espacios de la Ciudad de México’’.

Ante las jacarandas, una opción viable, explica, son las tecomas. Conocidas científicamente como Tecoma stans y nombradas casualmente también como tronadoras, son un árbol con vistosas flores amarillas, perteneciente a la misma familia que la Jacaranda (familia Bignoniaceae) las del tarco, la bignoniaceae.

‘’Se distribuye en muchas regiones de México porque es muy resistente. Se encuentra también en El Pedregal de San Ángel, y tiene unas flores amarillas que hacen el mismo tapete de pétalos que la jacaranda. Además, es un árbol  de menor tamaño, lo cual lo hace una mucha mejor opción para los espacios que tenemos en la calle, que generalmente son reducidos’’.

*Becaria en la Dirección General de Divulgación de la Ciencia

Consulta el texto original aquí:  https://ciencia.unam.mx/leer/1314/jacarandas-la-invasion-violeta-de-un-arbol

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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