Antofagasta, Chile
En el desierto de Atacama, el más árido del mundo ubicado en el norte de Chile, opera la única torre termosolar de América Latina, símbolo a su vez de una revolución energética en ciernes contra el cambio climático.
La imponente construcción de 240 metros es uno de los pilares del ambicioso programa chileno de energía verde que empezó en 2019 y pretende sustituir por completo los combustibles fósiles hacia el año 2040.
Junto a la producción termosolar de Cerro Dominador, que los chilenos comparan con la torre de Sauron de «El señor de los anillos», avanza el Proyecto Alba, pionero en el mundo en la conversión de una termoeléctrica a carbón en un gran sistema de almacenamiento en base a energías renovables.
Ambas instalaciones, la primera en funcionamiento desde 2021 y la segunda en su primera fase de ejecución, están en Antofagasta, una región a unos 1.300 km al norte de Santiago.
«Hace una década nadie hubiese imaginado que más de un tercio de la energía de Chile iba a proceder del sol y el viento antes de 2030. Era visto como algo ambicioso y ya se superó», dijo a la AFP el exministro de Medio Ambiente de Chile Marcelo Mena.
Hoy el 35,4% de la energía generada en Chile es eólica y solar, y el 37,2% proviene de fuentes hídricas en el Sistema Eléctrico Nacional (SEN), que cubre la gran mayor parte de la demanda. El petróleo, el carbón y el gas representan el 26,9%.
«Muy pocos países en el mundo han podido de verdad consolidar una industria de la energía renovable como Chile», destaca Marta Alonso, directora para Sudamérica de GES (Global Energy Services), proveedor mundial de servicios para la industria eólica y solar.
Sin embargo, tras el fuerte impulso inicial, el proceso perdió ritmo por falta de legislación para el cambio de la matriz energética, añade la experta en energías renovables.
Alternativa de almacenamiento
Quizá uno de los mayores escollos en la descarbonización es el almacenamiento. Todo tipo de energía si se produce y no se utiliza, se pierde, como si fuera un grifo abierto.
«Es un dilema, porque (el almacenamiento) no es una tecnología madura todavía», señala Alonso.
Chile ha comenzado a explorar una alternativa que ya se abrió paso en otros lugares del mundo.
Tanto Cerro Dominador como el Proyecto Alba se alimentan de las llamadas sales solares, también extraídas del desierto de Atacama, compuestas de nitrato de potasio y nitrato de sodio, que fundidas y mantenidas en estado líquido permiten almacenar energía.
«El caso del Proyecto Alba es único en el mundo. Es el único proyecto que existe de baterías de Carnot (almacenamiento térmico) de esa magnitud fuera de una universidad», explica Diego Pardow, ministro chileno de Energía, a la AFP.
«Nuestra proyección es que a medida que se vayan eliminando centrales a carbón» se reemplacen por plantas termosolares y por «la reconversión de esas centrales a baterías como el Proyecto Alba», agrega.
De esa manera, Chile avanza al frente en la lucha contra la crisis climática en América Latina, una de las regiones que menos emite CO2 en el mundo, según los expertos.
Del carbón a la sal solar
La torre de Cerro Dominador está rodeada de 10.600 espejos o heliostatos que forman una suerte de girasol a sus pies. Es la cuarta planta de este tipo en el mundo y la única de América Latina.
Las prometedoras sales solares circulan por ductos semejantes a arterias que conectan con la punta de la estructura, donde los espejos que reflejan la luz solar las calientan hasta 565 ºC.
Luego, bajan por esas mismas cañerías hasta unos contenedores de agua que generan el vapor que mueve la turbina, que a su vez produce la electricidad. La planta tiene una capacidad instalada de 110 megavatios (MW).
«Gracias a las sales logramos tener un almacenamiento de 17 horas», explica Iván Abella, gerente de Construcción Corporativa del Grupo Cerro.
Por lo tanto, cuando «dejamos de tener la fuente de energía, el sol, hemos hecho un almacenamiento en un tanque con sales», agrega.
El proyecto Alba también apunta a usar la misma tecnología para transformar la moderna termoeléctrica de carbón Angamos, de la firma AES, que comenzó a operar en 2011.
«Manteniendo la mitad de los activos de esta central, que es prácticamente nueva, (Angamos) se transformaría en una batería, que utilizaría la energía eléctrica renovable», dice Vanni Boggio, gerente del Complejo Norte de AES Chile, a la AFP.
Alba se abastecerá de la energía fotovoltaica y eólica que a su vez calentará las sales que reemplazarán los combustibles fósiles con los que hoy operan, para mantener su actual potencia de 560 MW.
Alba «es un proyecto muy interesante (…) Hay que seguirlo bien de cerca porque podría ser una solución» aunque no la panacea, matiza la analista de GES.
Por Pedro Schwarze
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