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Los glaciares colombianos «están en agonía», alerta reconocida activista

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Bogotá, Colombia

«Mártires del cambio climático», los glaciares colombianos «están en agonía», alerta la activista Marcela Fernández, reconocida por la BBC como una de las 100 mujeres más influyentes del mundo en 2023.

De los 14 glaciares tropicales que existían en Colombia a comienzos del siglo XX solo quedan seis, repartidos en cuatro volcanes y dos sierras nevadas, lamentó la colombiana de 33 años en conversación telefónica con la AFP.

Fundadora hace un lustro de la ONG Cumbres Blancas, Fernández fue distinguida por la BBC por su lucha «creativa» en defensa de estas cumbres de hielo perpetuo.

Los glaciares están «alertando de las consecuencias de lo que viene (…) es la crónica de una muerte anunciada», advierte Fernández.

«Están en agonía, están en resistencia, pero nos quieren enseñar muchas lecciones antes de que sea demasiado tarde», pues «su pérdida es irremediable», añade.

Luto por un gigante

Atravesada por la cordillera de los Andes, Colombia se divide en tres cadenas montañosas, con 17 volcanes y cumbres que superan los 5.700 metros de altitud.

Según el Sistema de Información Ambiental de Colombia (SIAC), «desde mediados del siglo XIX, los glaciares colombianos han perdido el 90% de su cobertura. La extinción de ocho nevados durante el siglo pasado permite visualizar el futuro de los últimos seis nevados restantes».

La superficie de los glaciares colombianos pasó de 350 km2 a 36,1 km2 en 2019, apunta el SIAC en su reporte más reciente.

Se están derritiendo de manera «acelerada», a «casi un kilómetro (cuadrado) al año», sostiene Fernández y asegura que solo quedan 33 km2 en 2023.

El 16 de septiembre, «el glaciar más estudiado del trópico, la masa glaciar del Conejera (4.900 metros de altitud), dejó de ser glaciar» en el Nevado de Santa Isabel (oeste), advierte la activista.

«El país debería estar de luto al saber que un gigante que está dando la vida por sus ciudadanos se va (…) sin que muchos nos enteremos», lamenta Fernández.

El Conejera desapareció cinco años antes de lo previsto y al resto de los glaciares colombianos les queda 25 años de vida si se mantiene la tendencia, añade.

Según la experta, «a diferencia del Himalaya, los Alpes o los Pirineos, los (glaciares) tropicales tienen muchísima conexión con el ser humano. (…) Nuestras ciudades están cerca, son accesibles y tienen un componente ancestral».

De acuerdo a la cosmovisión de los indígenas colombianos los glaciares «son nuestros dioses», explica Fernández.

«Aún estamos a tiempo de que no seamos la generación que se quedó de brazos cruzados sabiendo que sus glaciares estaban a punto de extinguirse», añade.

A diferencia de Bolivia o Perú, que dependen de los glaciares para su suministro de agua dulce, el 70% del agua que consumen los colombianos proviene de los páramos: frágiles ecosistemas de alta montaña, ubicados bajo los glaciares y sobre los bosques andinos.

«Muriendo de hambre»

Con su ONG Cumbres Blancas, Fernández lucha por salvar los glaciares protegiendo y restaurando los páramos, reguladores de las reservas de agua y amenazados a su vez por incendios, ganadería y otras actividades humanas.

«El alimento del glaciar es la nieve, entonces (…) me dije: lo que le está pasando a los glaciares es que se están muriendo de hambre», explica.

Cumbres Blancas encontró una solución sembrando en los páramos frailejones: plantas pequeñas de tronco grueso que retienen de forma natural el agua de las nubes y la neblina, contribuyendo a mantener bajas temperaturas y regulando el caudal de ríos y quebradas, según estudios de la Universidad Nacional de Colombia.

«Pensar y soñar que de pronto podemos hacer nevar a través de una restauración de los páramos es una utopía», reconoce Fernández.

Pero espera que el reconocimiento de la BBC sea el «campanazo» para que «todos» los colombianos participen de la «protección, estudio y conservación» de páramos y glaciares.

Según el observatorio europeo Copernicus, 2023 será probablemente el año más caluroso de la historia alentado por el uso de combustibles fósiles, una amenaza para estos mantos de hielo que representan el 75% de agua dulce de la Tierra.

El derretimiento de los glaciares eleva el nivel del mar y afecta la disponibilidad de agua fresca para uso doméstico, riego de plantas y supervivencia de animales.

El panel de expertos sobre el clima de la ONU (IPCC) señaló en su reporte de 2022 que «el calentamiento global acelerado está reduciendo los glaciares tropicales a una velocidad nunca vista desde la mitad de la Pequeña Edad de Hielo» (siglo 17), «impactando directamente» el suministro de agua en la región andina.

Por Lola Itza López Lungo

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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