En Sudamérica y América Central, las especies arbóreas que se regeneran de manera natural en los bosques tropicales deforestados por causa de la acción humana presentan características funcionales distintivas que varían con el tiempo y en función de la disponibilidad de agua.
Con la finalidad de conocer las características de ese mecanismo natural para eventualmente emplearlo en el diseño de mejores estrategias de restauración forestal, un grupo internacional de especialistas analizó la recuperación de las propiedades funcionales de 30 bosques tropicales, con datos de más de mil parcelas y 127.000 árboles.
Los bosques estudiados se encuentran en Bolivia (2 bosques), Brasil (5), Costa Rica (6), Guayana Francesa (1), México (11), Panamá (2) y Puerto Rico (3).
La investigación, publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences (29 de noviembre), analizó siete características distintivas en especies de bosques naturales tropicales secos y húmedos, entre ellas, la composición de las pequeñas hojas, la densidad de la madera y la capacidad de desprenderse de las hojas en la estación seca, características que inciden en la tolerancia a la sequía.
También estudiaron otros rasgos determinantes para la productividad vegetal, como la capacidad de fijar nitrógeno de la atmósfera, y las altas concentraciones de nutrientes en las hojas.
Descubrieron que los bosques húmedos inciden positivamente en la tasa de crecimiento de los árboles y los bosques secos favorecen la tolerancia a la sequía.
Mientras que en los bosques secos la renovación de especies fue impulsada inicialmente por rasgos que protegen contra la sequía, como el tamaño de las hojas, en los húmedos esa renovación se asocia con un rápido crecimiento y tolerancia a la sombra.
Asimismo, para trazar la sucesión a largo plazo, incluyeron en cada sitio estudiado un subconjunto de parcelas que diferían solo en la cantidad de tiempo de crecimiento, tomando desde del brote inicial hasta 80 años posteriores.
“Al emplear los rasgos funcionales de las especies, como el tamaño de las hojas o la densidad de la madera, pudimos comparar los bosques y su desarrollo utilizando el mismo criterio ecológico y, por primera vez, sintetizar datos en escalas continentales”, dice el autor principal de la investigación, Lourens Poorter, del Departamento de Ecología Forestal y Grupo de Gestión Forestal de la Universidad de Wageningen, en los Países Bajos.
Poorter destaca que ese enfoque no solo les permitió tener una idea de cómo se ensamblan esas comunidades forestales, sino también entender qué significado tiene ello para su funcionamiento”.
“Basándonos en nuestros resultados recomendamos plantar especies tolerantes a la sequía en bosques secos y especies de rápido crecimiento en bosques húmedos. En cada sitio se puede plantar una mezcla de especies sucesionales tempranas y tardías con valores de rasgos contrastantes. Esperamos que esto ayude a crear paisajes más naturales, biodiversos y resilientes”, dice Catarina Jakovac, co-autora de la investigación por parte de Universidad Federal de Santa Caterina, Brasil.
Para Juan Pablo Jaramillo-Correa, del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México: “El trabajo es de importancia fundamental para América Latina y el Caribe, pues es un primer paso concreto hacia la predicción de cómo se comportan los bosques cuando se están regenerando”.
Destaca la importancia de haber podido comparar “los dos principales tipos de bosques tropicales (secos y húmedos) de una región tan diversa a partir del uso de rasgos funcionales, los que ayudan a entender cómo responden las especies de un ecosistema en su conjunto ante sus características ecológicas”.
Cristian Echeverría, director del Laboratorio de Ecología de Paisaje de la Facultad de Ciencias Forestales, de la Universidad de Concepción, en Chile, dijo que “la investigación hace un aporte sustancial al diseño de estrategias de restauración de bosques tropicales a gran escala”.
“En casos en que la recuperación del bosque deba ser asistida, la selección de las especies a plantar basada en sus rasgos ecológicos podría hacer que el proceso de recuperación sea más exitoso”, opinó.
Por su parte, Jaramillo-Correa dijo que elaborar un modelo predictivo exitoso de un fenómeno complejo como la regeneración de bosques secundarios requiere la consideración de factores como el papel de los microorganismos presentes en el suelo (bacterias y hongos) y la validez de las tendencias observadas en ecosistemas altamente degradados.
“En los últimos años la minería ilegal y los fuegos a gran escala hicieron estragos en partes importantes de la Amazonía. Queda entonces la pregunta de si los rasgos funcionales de las especies que pueden crecer en estas condiciones son los mismos, o no, de las que crecen en terrenos deforestados y abandonados, que fueron los evaluados en el estudio”, señala.
Un tercer punto a considerar, según el especialista, es el cambio climático y las presiones ecológicas que pueden modificar los rasgos funcionales necesarios para que las especies puedan establecerse y regenerar un ecosistema.
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