Austria.
Un ataúd vivo (hecho de hongos) que se descompone sin dejar huella de carbón y que actúa de fertilizante natural, es la alternativa ecológica y económica que ha presentado la funeraria pública de Viena.
Austria es el segundo país del mundo donde la empresa neerlandesa «loop» comercializa este producto, que ofrece la posibilidad de que los restos mortales contribuyan al desarrollo del ecosistema del Cementerio Central de Viena.
En este nuevo espacio solo se podrán enterrar urnas y ataúdes orgánicos, sin metales o componentes sintéticos, para facilitar la descomposición y la regeneración del suelo.
Las cajas con un precio de 990 euros están hechas de micelio, unos filamentos subterráneos de los hongos que crecen en siete días sin necesidad de luz o agua.
Además, facilitan la descomposición de los cuerpos y son capaces de aguantar hasta 200 kilos de peso. En solo 45 días, se deshacen como fertilizante natural, lo que provoca un impacto positivo en el medio ambiente.
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