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Un Oso-rio en La Academia: «Historia de un Oso» y la narrativa del exilio

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Guadalajara, Jalisco

El cine de animación latinoamericano es una de las industrias creativas con mayor crecimiento y visibilidad en los últimos años. Para Gabriel Osorio, Director del Estudio de Animación Punkrobot, esto se debe a la capacidad cultural, territorial e identitaria de contar historias.

El pasado año 2016, Gabriel y un grupo de animadores chilenos hicieron historia al recibir el primer Premio Oscar a una producción hecha en Chile por su cortometraje animado “Historia de un Oso”. En el marco de actividades de Su­bli­me Ja­lis­co, Osorio compartió el trayecto que los convirtió en la única producción latinoamericana de animación que ha triunfado en el evento hasta ahora.

De lo personal a lo político: Historia de un Osorio

La realización de este cortometraje involucró un proceso de más de cuatro años desde su concepción: “La animación es un proceso lento, pero queríamos hacer un proyecto con buena calidad visual y sobre todo, con un mensaje significativo”, mencionó.

“Nuestra historia está basada en la vida de mi abuelo, Leopoldo Osorio, un integrante del Partido Socialista que fue perseguido por grupos militares durante del Golpe de Estado chileno, en 1973. Durante esa época, cientos de personas fueron asesinadas, desaparecidas, torturadas y exiliadas por pensar diferente. Leopoldo vivió 20 años de exilio antes de poder regresar a Chile, cuando yo tenía 9 años”, recordó el director.

Sin embargo, la historia de su abuelo tuvo un final diferente a la gran cantidad de personas que jamás volvieron a saber de sus familiares; “En el cortometraje, el oso no vuelve con su familia. Con esto quisimos mostrar nuestra empatía hacia aquellas historias menos afortunadas que la nuestra. Separar familias a la fuerza jamás podrá ser justificado.”

Fue gracias a este suceso y a la memoria colectiva de todo un país que surgió la pasión por concluir el proyecto. “Si un mensaje es importante para mí, es posible que sea importante para alguien más. No podemos cambiar el mundo a través de la animación, pero si no lo intentamos, estamos desperdiciando todo el potencial del cine.”

El camino a La Academia

Sin embargo, el terminar el cortometraje fue solo el inicio. Gracias al arduo trabajo del equipo de realización, lograron distribuir el cortometraje en más de 300 muestras y festivales cinematográficos. En total, consiguieron alrededor de 50 reconocimientos internacionales; “Fue ahí cuando nos dimos cuenta que habíamos conseguido 4 galardones que nos daban la oportunidad de postularnos por un Premio Oscar”, recordó.

Cuando se dieron a conocer los resultados de la nominación, el crew pensó que la satisfacción solo quedaría en ello, pues estaban compitiendo contra la experiencia y trayectoria de productoras como Disney y Pixar. “Sin embargo lo conseguimos; el ganar un Oscar sirvió para visibilizar la calidad de animación que se está haciendo en Chile. Pero aún más importante, para devolver los reflectores hacia un tema tan importante como los Derechos Humanos y el exilio en el país”, explicó el cineasta, quien incluso reconoce que la historia puede adaptarse a otros contextos alrededor del mundo. Es por ello que apostó por un cortometraje sin diálogos: Porque la imagen es un lenguaje universal.

Por: Miriam Jiménez / NCC Iberoamérica

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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