Madrid, España.
Un nuevo trabajo con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España ha revelado algo inédito: en apenas dos décadas la nebulosa de la Mantarraya, la más joven conocida, se ha apagado.
La comparación de las imágenes obtenidas por el Telescopio Espacial Hubble en 2016 y las que obtuvo en 1996 (y que permitieron por primera vez observar su forma) muestra cómo la nebulosa ha perdido brillo y cambiado de forma.
Los tentáculos y filamentos fluorescentes de gas de las regiones centrales casi han desaparecido. Los bordes curvilíneos que sugirieron su asociación con las mantarrayas prácticamente se han desvanecido.
Los investigadores han documentado cambios sin precedentes en la luz emitida por el nitrógeno, el hidrógeno y el oxígeno expulsados por la estrella moribunda en el centro de la nebulosa; la emisión de oxígeno, en particular, disminuyó su brillo en un factor de casi mil entre 1996 y 2016, informa el CSIC en una nota de prensa.
Esta nebulosa o Hen3-1357 fue presentada como la nebulosa planetaria más joven conocida en 1998; se calculó que el núcleo de la estrella central apenas llevaba veinte años produciendo la energía suficiente como para ionizar la envoltura de gas que se había formado a raíz de la expulsión de las capas externas.
Ahora, este trabajo muestra que Hen3-1357 se ha desvanecido a lo largo de las últimas dos décadas y que las capas de gas que rodean a la estrella central han perdido nitidez.
«Son cambios dramáticos y extraños», explica Martín A. Guerrero, del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC): «Estamos presenciando la evolución de una nebulosa en tiempo real y vemos variaciones en pocos años. Nunca habíamos visto esto de forma tan clara».
Bruce Balick, de la Universidad de Washington Seattle (Estados Unidos) y líder de la investigación, afirma que se habían visto cambios en las nebulosas antes, pero lo que hay «son cambios en su estructura fundamental».
En la mayoría de los casos, la nebulosa va ganando tamaño, pero aquí, en cambio, está cambiando su forma y se está debilitando en una escala de tiempo sin precedentes: «Además, para nuestra sorpresa, no está creciendo; de hecho, el anillo elíptico interior que fue brillante parece encogerse a medida que se desvanece».
Los investigadores señalan que los rápidos cambios de la nebulosa son una respuesta a su estrella central, SAO 244567, cuya temperatura superficial se disparó hasta los 60.000 grados, diez veces la temperatura del Sol, en un breve período entre 1971 y 2002.
Desde entonces ha experimentado un descenso gradual hasta 22.000 grados, por lo que la estrella es incapaz de producir suficientes fotones para mantener ionizada la nebulosa.
Por: EFE
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