Jalisco, México.

El acceso a Internet y la sobreinformación que ahí se genera han sido caldo de cultivo para que las teorías conspirativas alrededor de la pandemia del COVID-19 sean diseminadas casi tan rápido como el virus mismo, afirmó Ian Buruma, escritor y editor holandés en la mesa de diálogo “El virus como metáfora”, como parte del IV Coloquio “De muro a muro”, en el programa de FIL Pensamiento.

“No podemos culpar de esta teoría de conspiración a una dictadura, sino que es resultado de la sobreinformación en la era de Internet, cuando hay un millón de explicaciones para cada cosa, que van de las más desquiciadas a las más racionales. La gente ya no sabe qué creer, y de manera paradójica el efecto resulta similar a vivir en una sociedad en la que no hay acceso a una información clara”, dijo el también miembro del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.

Durante el primer día de actividades de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), el especialista en cultura asiática recordó que en todo el mundo se han manejado diversas teorías de conspiración que afirman que el virus Sars- CoV-2 fue producido en un laboratorio de Wuhan, China, o que fue producido en un laboratorio de Washington, resultado de experimentos con armas bacteriológicas, o que es un ardid creado por Bill Gates o George Soros para dominar el mundo.

Dijo que las teorías conspirativas siempre han existido ante catástrofes naturales como lo es una epidemia, pero Internet ha potencializado su popularización. “En el pasado podrían formar un pequeño grupo de personas descontentas que, en el mejor de los casos, enviaban una carta al editor del periódico, y que probablemente fuera publicada.

Ahora, sus pensamientos e ideas pueden ser diseminados a millones en unos pocos segundos y pueden hacerse virales. Las teorías sobre el virus se han vuelto como el virus en sí mismas, sólo que, en muchos sentidos, resultan mucho más peligrosas”, expresó.

Consideró que es normal que las epidemias sean vistas con recelo debido a que son “misteriosas y suceden de repente, y no siempre tienen una explicación apropiada”, y a falta de certezas la gente busca una explicación, que por lo general supone culpar a alguien.

En su participación, el historiador y escritor Enrique Krauze afirmó que hay un punto ciego en la conciencia histórica del mundo, pues la pandemia de la gripe española en 1918 no dejó “una marca indeleble” en los países, ni provocó una alerta global o una conciencia más generalizada de la importancia de la ciencia en la vida diaria, pese a que hubo 500 millones de personas contagiadas –un tercio de la población mundial– y murieron 50 millones.

“Deberíamos de haber aprendido, ¿por qué no fue así? Porque creíamos que las epidemias eran cosa de hace mucho, de tiempos bíblicos, de la Europa medieval, o del siglo XV o XVI. Este problema de la conciencia histórica incide en México porque tuvimos muchas epidemias, ¿por qué las olvidamos? Claro que hubo inmensos logros en el siglo XX para erradicar las epidemias y México no fue la excepción, pero de algún modo el público lo dio por descontado y lo tomó como un accidente de la historia”, recalcó.

Krauze consideró que la pandemia del COVID-19 debe de ser recordada como “la Terrible tragedia” que es y que nadie sabe cuándo, cómo, o si terminará.“Cuando termine, espero que termine en un gran salto en nuestro respeto por la ciencia; en el prestigio de la ciencia y su valor en tiempos en que ha sido puesta en duda por los políticos populistas.

Espero que pueda conducir a una conciencia creciente de la necesidad de intensificar nuestros esfuerzos globales para enfrentar el cambio
climático y que posibilite una cooperación más rápida y efectiva entre países”, concluyó.

Por: Mariana González-Márquez/FIL.