Nápoles, Italia.
En Nápoles, la costumbre del «café pendiente», que consiste en pagar dos tazas de café, una para si mismo y otra para el que llegue con los bolsillos vacíos, se ha extendido a las pruebas de coronavirus.
Esa tradición solidaria se aplica ahora a las pruebas de covid debido a que el servicio de salud de esa populosa ciudad del sur de Italia está luchando para hacer frente a la curva ascendente de nuevos contagios de coronavirus.
En la iglesia de San Severo Fuori Le Mura, ubicada en una de las áreas más pobladas de Nápoles, una asociación local ofrece a los residentes realizar gratis una prueba rápida del virus, ofrecida por un conciudadano anónimo.
«Es una zona de alto riesgo: allí viven familias numerosas, en viviendas estrechas, por lo que el peligro de contagio es muy alto», explicó Angelo Melone, impulsor de la iniciativa.
En dos semanas, se han realizado pruebas a 1.000 personas, 300 de las cuales se beneficiaron de la generosidad de sus vecinos.
«Los napolitanos tenemos un gran corazón. En los mejores y en los peores momentos, compartimos todo», confiesa con orgullo Giuseppina Puglise, después de haber financiado una prueba para un napolitano anónimo.
– «Un deber moral» –
Cada prueba, que cuesta 18 euros, es realizada dentro de la iglesia por un equipo de tres médicos y dos enfermeras.
Ese dinero se utiliza para pagar el equipo médico así como las pruebas por saliva súper rápidas, que obtienen el resultado en pocos minutos.
Para saber si una persona ha contraído o no el coronavirus, se toma una muestra de saliva con un hisopo de algodón y gracias al uso conjunto de tres reactivos da el resultado como una prueba de embarazo: si da dos tiras es positivo, una tira es negativo.
Italia, el primer país de Europa afectado por el virus a principios del año, ha registrado hasta ahora más de 50.000 muertes, por lo que decidió introducir ese método.
La misma prueba en una clínica privada en Nápoles puede costar entre 30 y 40 euros, mientras que una prueba de PCR molecular, más confiable, llega a 70 euros.
Antonio Campagna, un taxista de 33 años, padre de tres hijos, es uno de los muchos napolitanos que se han visto afectados económicamente por la emergencia sanitaria .
«Escuché sobre la posibilidad de una prueba gratuita», contó a la AFP.
«Me gustaría aprovechar de esa iniciativa, un acto de total altruismo», confesó.
Por su parte, Luigi Parisi, un napolitano de 32 años, pagó sin dudar una segunda prueba para ayudar a alguien menos afortunado.
«Es un deber cívico y moral», explicó.
En 2019, la tasa de desempleo en Nápoles era el doble de la media nacional, un 23,3% contra un 10%, según la agencia nacional de estadística Istat.
Por: Agence France-Presse.
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