Madrid, España.

El histórico idilio del movimiento surrealista y el diseño dura más de un siglo, pero hoy sigue igual de vivo que al principio. La exposición “Objetos de Deseo” explora en Madrid esta intensa relación a través de casi trescientos objetos de sus autores fundamentales.

La exposición, firmada por la Fundación la Caixa y el Vitra Design Museum de Alemania, cuenta con objetos de todo el mundo: obras de arte, muebles, fotos, libros y otros diseños inclasificables: de los ‘ready made’ de Marcel Duchamp al sofá de labios rojos de Salvador Dalí, y el más actual trabajo de Björk.

“Esta exposición no intenta rastrear los orígenes del surrealismo, sino mostrar todas las posibilidades del diseño”; explica el director del Museo Vitra, Mateo Kries, vía zoom desde Alemania, sobre la muestra que se inauguró en Caixa Forum Barcelona en febrero y tras pasar por Madrid, viajará a los centros de Girona y Sevilla.

Además de Salvador Dalí, también se encuentran nombres fundamentales del movimiento como Man Ray, Lee Miller, René Magritte y Meret Oppenheim; arquitectos como Le Corbusier o Ray Eames y artistas como Claude Cahun o Dora Maar, menos reconocidas en la época pero cuya obra ha cobrado un nuevo sentido.

EFE/ Mariscal

 

Llena de color y con unos espacios inspirados en el caos surrealista, la muestra recibe al visitante con el lema “Ceci n’est pas une exposition” (Esto no es una exposición), un homenaje a Magritte, que da paso a una serie de temáticas que recorren los lugares comunes del movimiento: la sensualidad, lo irracional, el azar, el subconsciente o los sueños.

“El surrealismo ayudó a romper el dogma del funcionalismo, ‘la forma sigue a la función’”, ha subrayado Isabel Salgado, directora de exposiciones de la Caixa.

El nuevo movimiento, fundado por Andre Breton, supuso una bocanada de aire fresco no solo para los artistas sino también para diseñadores; vieron en él una oportunidad para incorporar emociones humanas, formas orgánicas y el mundo irracional a los objetos de uso cotidiano.

Comienzan a nacer objetos absurdos: una plancha con clavos, una rueda de bicicleta pegada a un taburete, un urinario, un cuadro de un trozo de queso dentro de una quesera, un zapato que es un sombrero o viceversa, y es que a lo que juega el surrealismo es a preguntarse justo eso, cuantas funciones puede tener un mismo objeto.

El amor, el erotismo y la sexualidad, tienen un papel destacado en el movimiento y también en la exposición. Además de una reproducción de “La cara de Mae West” de Salvador Dalí, tiene especial protagonismo el sofá que aparece en él y que el genio catalán hizo realidad junto al diseñador Oscar Tusquets.

Bocas, ojos, pechos y manos aparecen en obras de arte y también en diseños de moda, como los de Elsa Schiaparelli, una de las fervientes seguidoras del surrealismo en el mundo de la moda con su vestido langosta o el vestido esqueleto, sus joyas de ojos o sus zapatos con pelo de mono.

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La alargada sombra del surrealismo sobre la moda llega hasta nuestros días en piezas de Commes des Garçons o Iris Van Herpen, presentes también en la exposición.

Las mujeres encontraron además en este movimiento un espacio para denunciar la desigualdad de género, como se puede ver en algunas de las subversivas fotografías de la exposición firmadas por Lee Miller o la pionera de lo androgino Claude Cahun.

En la última parte, la muestra explora como ese interés por lo irracional, lo fortuito o lo inexplicable, tan incuestionablemente surrealistas sigue presente hoy en día en el diseño de objetos, artes y trabajos de distintos autores.

Además de diseños de muebles y obras de arte, la obra más directa es una de la cantante islandesa Björk cuenta con tres videoclips en la muestra. En uno de ellos, “Hidden Place”, una lágrima recorre su rostro con una clara referencia a “Lágrimas” de Man Ray.

Por: EFE