Bakú, Azerbaiyán.
La conferencia anual sobre el cambio climático (COP29) se abrió este lunes con la aprobación de las reglas para el mercado internacional de carbono, tras una larga y tensa sesión negociadora para aprobar la agenda.
El objetivo principal de la COP de Bakú es la aprobación de una nueva financiación en favor de los países más vulnerables.
Menos de una semana después de la amplia victoria electoral del republicano Donald Trump en Estados Unidos, el ambiente diplomático en Bakú es crispado, y la previsión es que pocos líderes acudirán a la tradicional cumbre climática, que se desarrollará el martes y miércoles.
La gran cita anual del clima, bajo los auspicios de la ONU, se celebra de aquí al viernes 22 de noviembre mientras que el mundo se dirige a batir otro récord de temperatura.
Testimonios
«Nos encaminamos hacia la ruina. Y no se trata de problemas futuros. El cambio climático ya está aquí», alertó en la apertura el presidente de la COP29, el ministro de Ecología de Azerbaiyán, Mujtar Babaiev. «Llegó el momento de la verdad«, añadió.
Tras esta introducción, los casi 200 países presentes en Bakú debían aproban su agenda de trabajo, pero las diferencias persistieron durante toda la jornada, hasta entrada la noche.
Finalmente los países aprobaron los temas que discutirán y también, por primera vez, las reglas para los mercados internacionales de carbono, tras casi una década de discusiones.
Las nuevas normas conciernen sobre todo a los países –especialmente los contaminadores ricos– que buscan compensar sus emisiones comprando créditos a naciones que han reducido los gases de efecto invernadero más allá de lo que habían prometido.
Los criterios adoptados regulan la metodología para calcular el número de créditos que puede generar un proyecto determinado, así como lo que ocurre si el carbono almacenado se pierde, por ejemplo si se incendia el bosque que les servía de respaldo.
El escepticismo de Trump
Las reglas del mercado de carbono estaban pendientes de aprobación desde el histórico Acuerdo de París de 2015 (COP21).
Y es ese Acuerdo, base de todas las negociaciones de la última década, el que podría abandonar en enero Estados Unidos, cuando Trump asuma el poder.
El presidente republicano ya lo hizo durante su primer mandato presidencial (2017-2021), una medida que inmediatamente revocó Joe Biden al sustituirlo.
«Quiero decirles que aunque el gobierno federal en Estados Unidos, bajo Donald Trump, puede poner la acción climática en segundo plano, el trabajo continuará, con pasión y compromiso», aseguró el actual enviado especial del clima del gobierno Biden, John Podesta.
Meses de negociaciones
La COP29 debe demostrar que la cooperación mundial «no está en punto muerto», pidió el jefe del organismo de la ONU para el Clima, Simon Stiell.
La COP29 de Bakú ha sido denominada informalmente la «COP de la financiación», porque debe lidiar con el tema esencial de las ayudas que los países que más contribuyen al problema le deben aportar a las naciones más perjudicadas.
Durante meses los casi 200 países del Acuerdo de París han negociado un borrador de acuerdo para fijar una nueva cantidad de ayuda.
En 2009, en la COP15 de Copenhague, se acordó que los países industrializados entregarían 100.000 millones de dólares anuales, en ayuda directa o préstamos multilaterales.
Transición
Ese volumen de ayuda se alcanzó con dos años de retraso, en 2022, y ahora los expertos afirman que se necesita como mínimo una cantidad diez veces superior.
Esa ayuda debe servir tanto para mitigar la emisión de gases de efecto invernadero, particularmente mediante una gigantesca reconversión energética mundial, como en la adaptación, es decir, la construcción de diques, la adaptación de los hogares a las temperaturas extremas…
Una región como América Latina emite menos del 10% de gases de efecto invernadero, pero es una de las que más impacto sufre por el calentamiento del planeta.
El financiamiento de la lucha climática no es «caridad» sino «del interés de todos», insistió Stiell, quien pidió un acuerdo «ambicioso».
Además de la cifra de la ayuda y del calendario, las naciones deben ponerse de acuerdo en quién paga. En 2009, el grupo de países que asumieron los 100.000 millones de dólares eran poco más de 30, y China se quedó fuera.
Ahora la Unión Europea y Estados Unidos, entre otros, quieren que Pekín asuma parte de la factura, lo que se anuncia difícil.
China, el principal emisor de gases, cuenta con su propia agenda de ayuda climática. Y por otro lado domina grandes sectores de la reconversión energética, como los metales raros.
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