Brasil.
En el taller de artesanía de Petrolina, en el estado de Pernambuco, el sonido de los cinceles se escucha desde la puerta. Y es que, el arte de esculpir criaturas míticas del folclore brasileño es sinónimo de resistencia a orillas del río San Francisco.
Los maestros de este oficio en extinción, intentan mantener viva esta tradición que antiguamente protegía a los navegantes y hoy ahuyenta los malos espíritus.
Las esculturas con seres surrealistas y mitológicos que invaden las calles de la ciudad de Petrolina, surgen del sincretismo religioso y la creencia popular que vertebran las áridas tierras del noreste de Brasil.
Las endemoniadas “carrancas” ya fueron comparadas con las imágenes que cargaban los barcos vikingos. En Brasil, hoy son un símbolo del pueblo ribereño y se transformaron en arte cuando abandonaron las proas de las embarcaciones y migraron a la entrada de las casas.
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