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La catedral de Colonia se ve afectada por el cambio climático

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Desde 2018, la Confederación Europea de Asociaciones de Restauradores organiza el «Día Europeo de la Conservación-Restauración de Bienes Culturales». El 16 de octubre se llevarán a cabo unos 200 eventos en Alemania, en el que los restauradores ofrecerán una visión de su trabajo en alguno de los patrimonios del país.

Uno de los edificios patrimoniales más importantes de Alemania se encuentra en la región de Renania del Norte-Westfalia. «Cuando la catedral de Colonia esté terminada», dice un antiguo proverbio, «el mundo se acaba». Y es que la conocida catedral nunca se ha visto sin andamios. «Y eso es algo bueno, porque si estuviera libre de construcciones, significaría que se ha dejado a su suerte», explica el maestro de obras de la iglesia, Peter Füssenich.

La catedral de Colonia ha sobrevivido ya 700 años desafiando una serie de conflictos, incluida la lluvia de bombas de la Segunda Guerra Mundial. En la actualidad, el famoso patrimonio de la humanidad de la UNESCO -desde 1996- atrae entre seis y siete millones de visitantes al año. Pero sigue siendo un secreto para la mayoría de ellos el arduo trabajo de restauración de la catedral. Hoy son cerca de cien personas la que trabajan en su conservación.

Una de ellas es Tanja Pinkale, responsable del taller de restauración de piedra. Tiene 32 años y pasa la mitad de su tiempo en la oficina estudiando planos y cifras, pero siempre que puede, se sube al andamio para mirar desde las alturas. «¡No hay nada más grandioso que este edificio!», dice.

En Colonia, la catedral gótica con sus torres gemelas se eleva sobre la gran ciudad del Rin. Los andamios se aferran a la antigua fachada de piedra en varios lugares, incluyendo el lado norte de la catedral, donde se encuentra la capilla del coro, que da a la concurrida estación central. Es en este punto de la iglesia donde se encuentra la mayor obra de construcción, debido a que ha comenzado a desmoronarse en parte.

«Intentamos reconstruir todos los elementos de la catedral con la mayor fidelidad posible, hasta el último detalle», señala Pinkale, quien también comenta que las piezas que se conservan de la Edad Media y del siglo XIX sirven como modelo para la restauración. En la actualidad, la piedra sustitutiva para la catedral llega desde Italia, del pueblo de Montemerlo, cerca de Padua. Según los restauradores, tiene un color y propiedades de absorción de agua y de secado adecuados para la iglesia.

El cambio climático está perjudicando a la catedral 

No todos los peligros de la catedral provienen de la piedra. Durante mucho tiempo, fue el azufre del aire el que afectó a las paredes y las volvió negras. Eso ya es cosa del pasado. «Aunque el aire es más limpio ahora», dice un restaurador, «el verdor crece más rápido», haciendo de la catedral un gran biotopo, a causa del el musgo, la hierba, e incluso pequeños árboles.

Pero Pinkale está más preocupada por el cambio climático. «Lluvias intensas, tormentas, sequías… ¡La catedral no está hecha para un clima así!», dice. Por esta razón, una estación climática vigila los cambios del tiempo y los vientos alrededor de este patrimonio. Los datos medidos se destinan a un proyecto de investigación, denominado «Keres», que pertenecer a la asociación de investigación Fraunhofer. Si el viento es demasiado fuerte, la policía cierra la plaza que está delante de la catedral. Si cae un rayo o se desprenden rocas, el equipo de restauradores tiene que intervenir.

«En realidad, ya sé en qué proyectos voy a trabajar en los próximos 40 años», ironiza Tanja Pinkale, mientras baja con cuidado de uno de los andamios.

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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