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Invitar a pensar: el reto del cine documental

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Jalisco, México.

Hacer cuestionar a la gente e invitarla a pensar es el reto actual del cine documental, lo que se ha vuelto más complicado durante los últimos quince años, dando paso a un cine más complaciente y alejado de la crítica. Esta fue la premisa que los cineastas Juan Manuel Sepúlveda y Joan López Lloret abordaron en la charla “Cruzando historias, cine documental desde México y España” organizada por DocuLab y Talents Guadalajara en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara.

Las obligaciones que se le piden al documental pesan tanto que lo han vuelto un cine más complaciente. Ahora se le ve como un discurso sobre la verdad en el que sí no representa o no colabora en la conversación de lo políticamente correcto o de las políticas públicas, se considera que no es cine documental, explicó Sepúlveda. Estas obligaciones, terminan por generar un cine no crítico, que no cuestiona y por ende, no invita a cuestionar al público.

Además de que han creado “una especie de culto al autor donde el arte de la colectividad se volvió el arte del individuo”, que termina por alimentarse y ser conformado sólo por una red de colegas del artista, manifestó. Aunque, tampoco hay que dejar de lado el “hacer sentir, expandir las experiencias de lo sensible, porque también desde ahí se reflexiona y se invita a pensar” dijo Sepúlveda.

Mientras que López Lloret reconoció que la violencia también ha dificultado la esencia del cine documental. Para el cineasta español, los abusos y violencias han dejado de lado que exista espacio para otras historias, ya que están presentes hasta en el 80% de la producción de cine documental, camufladas de una manera u otra, directas o indirectamente.

“Hemos pasado a tener una buena intención haciendo las denuncias, a hacer un espectáculo e incluso a revictimizar a las víctimas. Qué bueno sería que en situaciones en que el espectador espera esto, darle otra cosa. Ahora lo revolucionario es no mostrar la violencia”, enfatizó Lloret.

El cine como oficio

Lograr un cine documental que invite a pensar y sentir no es el único reto, sino que también hay otros desafíos. Para ambos cineastas, uno de ellos es dejar de lado el concepto de artista y comenzar a ver el cine documental como un oficio y sobre todo, como un creación en colectivo. “Uno tiene que compartir el acto de la creación… tenemos que estar muy conscientes de eso, de que estamos creando conjuntamente”, expuso Sepúlveda.

Un desafío más es dejar de romantizar el cine documental e identificar que no por tener una cámara, todo se puede volver una película. Producir cine documental, es igual de relevante que cualquier otro oficio, por lo que es necesario romper con la idea de utilizarlo como herramienta para dar voz y contar las historias de alguien más.

“Quién nos dijo que alguien no tenía voz para empezar”, opinó Sepúlveda. Así mismo, Lloret mencionó la importancia de aprender a identificar cuándo contar una historia y cuándo no. “Ser honesto contigo mismo y decir esa historia no es para mí, tú no eres la persona para contar esa historia”.

También, ambos cineastas coincidieron en que se tiene una idea romántica de que se puede hacer cine sin dinero y sin recursos, lo que, además de afectar en la producción, explicó Sepúlveda, termina generando deudas con todas las personas que trabajan en cada proyecto. «No nos podemos plantear hacer documentales sin dinero. Porque somos profesionales y hay que reivindicar eso» complementó Lloret.

Por: Dora Solís.

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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