Tailandia.
Un restaurante en Tailandia ofrece hamburguesas, salchichas e incluso galletas hechas de grillo. Estos insectos son una gran fuente de proteínas y contienen numerosas vitaminas. Sin embargo, los dueños del restaurante Bounce Burger reconocen que los artrópodos necesitan un cambio de imagen, porque no son realmente amigables con el consumidor.
“El problema con los grillos es que se atoran en la garganta. Las partes duras de los grillos, como las piernas y las alas, los hacen difíciles de tragar. Así que se nos ocurrió quitar esas partes y usar solamente la carne de los grillos. Es el mismo concepto con la res o el cerdo, no comemos sus huesos”, relató Poopipat Thiapairat, dueño de Bounce Burger.
¿Qué opinan los clientes de esta propuesta? “El sabor es bueno, la salsa se mezcla con el olor de los grillos. No siento que haya insectos en mi hamburguesa”, subrayó Anut Sotthibandhu, cliente.
Para los tailandeses es normal comer insectos como merienda. En la capital de Bangkok abundan los puestos de comida callejera que ofrecen grillos, pero muchos extranjeros no se atreven a probarlos.
“Creo que la gente aceptaría más los insectos comestibles si su apariencia fuera menos aterradora. Puedes ver que los extranjeros pasan y ni siquiera se atreven a probarlos, así que si son procesados de manera más atractiva, la gente podría comerlos más”, contó Pawan Thedthong, cliente de un puesto de comida.
Uno de los atractivos de la producción de grillos es que su impacto ambiental es mucho menor que la cría de vacas o cerdos. Un estudio de 2017 sugiere que la producción de pollo en Tailandia era responsable de 89% más de emisión de carbono que la industria de los insectos.
“En el mundo ahora estamos tratando de preparar comida no solo para los países ricos, sino también para los pobres. Para consumidores que no tienen acceso a la comida porque los precios están subiendo mucho. Y los insectos serán la respuesta a esta pregunta en el futuro”, acentuó Visit Limlurcha, presidente de la Asociasion de Procesadores de Alimentos Tailandia.
Tailandia cuenta con miles de fincas de insectos, mientras otras partes del mundo apenas descubren sus beneficios. Muchas de esas fincas producen alimentos para animales, pero ahora algunas se enfocan en el consumo humano.
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