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El oso de anteojos y los caficultores de Colombia, se reconcilian

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Colombia.

En las montañas del Valle del Cauca, en el suroeste de Colombia, el oso de anteojos solía ser enemigo número uno de los caficultores. Pero tras años de perseguirlo, una decena de cultivadores detuvieron la tala de bosque y aceptaron entregar parte de sus propiedades para que la especie viva en paz. A cambio, recibieron construcciones de sistemas de tratamiento de aguas, fosas sépticas y tecnología para el procesamiento de café.

“Estamos conservando el oso. Estamos dejando una parte del bosque que nos está dando oxígeno a todos, no solo al oso, sino que obviamente a todas las personas. Entonces esto nos llena de satisfacción. Ver que con el café, con el proyecto de ‘Cuidamos el oso’, vemos que muchas personas se enamoran de esto”, dijo Julián Pinilla, productor de café.

Hace ocho años Pinilla se dio 18 hectáreas, de las casi 400 que sumaron en total entre los vecinos para el oso de anteojos. Desde entonces, en los bosques que bordean sus cafetales, las cámaras trampa han captado imágenes del animal, pero también han identificado una biodiversidad floreciente que se beneficia de su presencia.

“El protagonista en la historia es el oso, porque por el oso es que estamos en este bonito proyecto y es el protagonista de la historia. Pues la cámara se coloca para eso, para mirar a ver si podemos hallar registros del oso”, contó Pinilla.

El oso de anteojos es el único de Sudamérica que vive en los Andes, desde Argentina hasta Venezuela. En 2017, el Fondo Mundial para la Naturaleza calculó que en Colombia había unos ocho mil osos de anteojos y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza catalogó a la especie como vulnerable.

“El oso andino es una especie única porque es el último representante de los grandes osos de cara corta que existían hace muchos años, miles de años, que eran estos osos que pesaban cinco toneladas, que cazaban grandes presas y que vinieron desde Norteamérica a Suramérica”, afirmó Mauricio Vela-Vargas, biólogo de la fundación WCS y responsable del programa.

Pero no en todas las montañas de Colombia el oso se pasea a sus anchas como en el águila. En algunos departamentos como Cauca, Arauca y Cundinamarca, sigue siendo víctima de la cacería.

“Se han registrado oficialmente individuos asesinados o cazados por retaliación, porque se comen el ganado, se comen los animales. Pero pues los datos oficiales están muy por debajo de los datos reales. No sabemos en realidad cuántos animales se pierden al año por este tipo de procesos”, destacó Vela-Vargas.

Pero en la cordillera occidental el oso es el nuevo rey. En 2016 ocupaba el 52% de las tres mil hectáreas que los campesinos reservaron para el animal. En esta zona, en el marco de la iniciativa, en la que participan varias comunidades, en 2021 aumentó al 76%.

“La idea con los acuerdos de conservación es empezar a generar esa sensibilización también a la gente de la comunidad para que puedan comprender cuál es la importancia de la especie y así mismo sean nuestros aliados en el tema de conservación”, subrayó Yulieth Alvarado, funcionaria del Parque Nacional Natural Chingaza.

Y poco a poco el oso de anteojos reconquista el terreno que siempre le había pertenecido, protegiendo la biodiversidad en la que vive y a otras especies que se benefician con su presencia.

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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