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¿Pruebas rápidas de COVID-19 en aviones? ¿Por qué pueden fallar?

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Guadalajara, México. 

Imagina que antes de subir a un avión, te piden hacerte una “prueba rápida” con muestra de sangre para detectar si estás infectado con el virus que causa la COVID-19. El resultado es negativo y tanto tú, como el personal de la aerolínea, suspiran aliviados ignorando que en realidad ambos pueden estar equivocados.

¿Por qué? Porque la precisión de este tipo exámenes para detectar el virus SARS-CoV-2 es limitada y requiere de análisis posteriores para poder establecer con certeza la presencia del patógeno en el organismo humano.

Pues ese escenario puedes enfrentar en una empresa como la aerolínea mexicana Interjet, que desde el 1 de julio pasado anunció a sus clientes que para mantener la seguridad en sus operaciones proporcionará a sus pasajeros un kit que contiene un cubrebocas y una prueba rápida.

“A todos nuestros pasajeros que salgan del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) les ofreceremos a partir del 1 de julio una prueba gratis de auto detección rápida y una máscara KN95 Perks Signature. La prueba es voluntaria y cada pasajero la lleva a cabo”, indicaba en su sitio web. (1)

Se trata de una prueba de tipo serológica COVID-19 para determinar la presencia de anticuerpos llamados inmunoglobulinas tipo G o M (seguro has visto las sigas IgG e IgM) contra SARS-CoV-2, la cual aparece en el listado de las 10 pruebas serológicas aprobadas Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitario (COFEPRIS) al 19 de julio de 2020. (2)

El anuncio de la aerolínea mexicana de aplicar estas pruebas de forma gratuita y obligatoria a todos los pasajeros ha sido tomado por algunos medios periodísticos como un acierto. (3)

Diseño: Paulina Blanco Álvarez

Sin embargo, este tipo de pruebas utilizadas como un único diagnóstico pueden representar un riesgo porque, debido a su baja sensibilidad y especificidad, pueden derivar en resultados incorrectos y propiciar una sensación de falsa inmunidad entre quienes la utilizan.

“El 99 por ciento de las pruebas que están en el mercado, incluso las aprobadas por COFEPRIS tienen una baja especificidad y no muy buena sensibilidad”, afirmó la directora general del laboratorio Biología Molecular de Diagnóstica (BIMODI), uno de los 66 laboratorios particulares autorizados para realizar el diagnostico de SARS-CoV-2, por el Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológica (INDRE), Carla Santana Torres. (4)

Por ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Centro Europeo para la prevención de Enfermedades Infecciosas (ECDC por sus siglas en inglés) evitan recomendar el uso de pruebas de diagnóstico rápido, de las cuales existen dos tipos:

  • Las que detectan proteínas del virus en muestras respiratorias.
  • Las de detección de anticuerpos generados en respuesta a la infección y se obtienen de muestras de sangre.

La precisión del diagnóstico de estas pruebas depende de varios factores: el tiempo de la enfermedad en el que se haga la prueba, la calidad de la muestra recolectada y la formulación precisa de los reactivos en el kit de prueba, explicó Santana Torres.

Utilizarlas en un aeropuerto, sin ningún tipo de control y capacitación del personal, podría significar un riesgo para las personas, ya que pueden pasar por alto a los pacientes con infección activa o categorizar falsamente a los pacientes con la enfermedad cuando no la tienen, lo que dificultaría aún más los esfuerzos de control sanitario.

Hablemos y entendamos de pruebas para detectar virus

Primero, hay que precisar que existen otros tipos de pruebas -no rápidas- disponibles actualmente para COVID-19: la molecular (RT-PCR) que detecta el material genético del virus y las serológicas “no rápidas”, que detectan anticuerpos.

Las dos se hacen en laboratorios, por personal especializado, equipos y condiciones controladas. La duración de la prueba está estandarizada y validada por cada examen. Por esa razón llevan más tiempo, explicó la especialista en ciencias biomédicas Santana Torres.

Como ambas están lejos de ofrecer resultados inmediatos, muchas empresas han optado por ofrecer las llamadas “pruebas rápidas”, de las cuales también hay dos tipos: las que detectan antígenos y las que detectan anticuerpos IgM-IgG.

La primera detecta los antígenos virales, es decir, proteínas específicas del coronavirus que rodean su membrana. El examen analiza la presencia de estas proteínas y, por lo tanto, la presencia del virus.

Para realizar este tipo de pruebas, el especialista toma muestras biológicas de la nariz o garganta del paciente y la aplica en un pequeño dispositivo que se parece a una prueba de embarazo, el cual tiene tres recuadros que indican a través de unas rayas si el resultado es positivo, negativo o dudoso.

Dependiendo el modelo y la marca el resultado se ve a simple vista o lo detecta otra máquina.

El otro tipo de análisis rápido, y que ofrece la compañía de Interjet, es la que detecta anticuerpos IgM-IgG, es decir, las proteínas que produce el sistema inmune del paciente después de haber estado en contacto con un agente infeccioso. (5)

Los anticuerpos no están en saliva, sino en la sangre, por lo que es necesario obtener una muestra de cada pasajero a través de una gota con un pequeño pinchazo.

El test contiene un antígeno del virus, marcado con un reactivo de color rojo. Cuando la sangre de una persona que ya ha sido infectado con el SARS-CoV-2 entra en contacto con el test, sus anticuerpos “responden” al antígeno, se adhieren a él y entonces aparecen las bandas de color rojo, como una señal de que el virus estuvo ahí.

Peeeeeroooo… ¿cuál es el problema?, que no siempre la prueba indica si una persona tiene la infección en el momento en el que se le aplica.

A inicios de julio de 2020, un estudio publicado en el British Medical Journal, hizo una revisión sistemática de al menos 40 estudios que evaluaron la efectividad que tienen las pruebas rápidas de anticuerpos combinados IgG-IgM. La investigación reveló que la mayoría de los kits presentan variaciones. (6)

La sensibilidad del test variaba según la primera y segunda semana después del inicio de los síntomas en comparación con la tercera semana o más tarde. (7)

La combinación de IgG/IgM tuvo una sensibilidad del 30,1% durante 1 a 7 días, 72,2% durante 8 a 14 días, 91,4% durante 15 a 21 días. (8)

“No sirve hacer un PCR al inicio de la infección porque no habrá partículas virales suficientes en la nariz, ni cuando ya lo curamos porque no habrá suficientes virus. Lo mismo es con las pruebas de anticuerpos al inicio de la infección, no se va encontrar nada”, explica Carla Santana Torres.

Por ello, y según la evidencia actual, la OMS sólo recomienda que se usen estos análisis rápidos en los trabajos de investigación y que, por tanto, no se pueden usar en la asistencia sanitaria rutinaria hasta que no haya evidencia que respalde específicamente su uso. (9)

“No quiere decir que las pruebas rápidas no sean importantes, pero hay que saber cuándo y dónde aplicarlas. Si hay síntomas, no se deben hacer pruebas de anticuerpos, se deben hacer pruebas PCR.

Una prueba rápida debe hacerse en un laboratorio, no en un aeropuerto o empresas. Existen variables que afectarían el resultado, como el tiempo de la enfermedad en el que se haga la prueba, la calidad de la muestra recolectada y la formulación precisa de los reactivos en el kit de prueba”, concluyó Carla Santana.

Por: Aketzalli González Santiago / Edición: Luis R. Castrillón

Noticiero Científico y Cultural Iberoamericano – Noticias NCC
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